Caso

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La neblina cubría la escena del crimen creando una atmósfera sombría y espeluznante. La cinta amarilla de la policía ondeaba con la brisa, sellando el área y manteniendo a raya a los curiosos. Los investigadores de la escena del crimen se movían metódicamente, reuniendo evidencias y tomando fotografías. La teniente detective Amelia estaba de pie junto al cuerpo, con su chaqueta de cuero ajustada para protegerse del frío. Sus ojos, agudos y concentrados, no demostraba emoción alguna mientras inspeccionaba la escena.

—Tienes aspecto de que cierta doctora rubia no te dejó descansar este fin de semana— dijo Marina dándole un codazo en el brazo a Amelia la cual sonrió levemente, sabía que no era el momento ni el lugar para darle la maravillosa noticia.

Ambas se agacharon junto a la víctima para examinar con una mezcla de curiosidad profesional y tristeza. —¿Qué tenemos aquí? — preguntó Marina.

— Femenina de aproximadamente 24 años, estudiante universitaria—. respondió Amelia. — La encontraron con estas extrañas marcas en la piel las cuales pienso que las he visto en algún lugar—.

Marina miró los símbolos grabados en la carne de la víctima y frunció el ceño. —Es espeluznante. ¿Tienes alguna idea de lo que significan?—

—Todavía no  —dijo Amelia, levantándose y estirando la espalda—. Pero tengo la sensación de que no será un incidente aislado.

—Genial —murmuró Marina, poniéndose de pie también—. Justo lo que necesitábamos. Otro asesino en serie.—

Amelia finalmente se giró para mirar a su compañera y su expresión se suavizó un poco. —Ya sabes cómo va la cosa Marina, resolvemos el caso, los atrapamos y le damos justicia a la victima—.

Marina asintió con un brillo decidido en sus ojos. —Sí, lo sabemos. Pero esperemos que éste no sea demasiado listo—.

El teléfono de Amelia vibró en su bolsillo, lo sacó para mirar la pantalla. —El forense está en camino. Debería llegar en cualquier momento—.

30 minutos después el sonido de pasos sobre la grava anunció la llegada del forense Roberto. Aquel hombre mayor se arrodilló junto al cuerpo, se puso un par de guantes de látex con la facilidad que da la práctica. —¿Qué tenemos aquí?— preguntó, y su tono se tornó serio mientras comenzaba a examinar.

—Desconocida de aproximadamente 25 años, severamente torturada— dijo Amelia. —La encontraron con estas marcas grabadas en el muslo—.

El hombre se acercó más y estudió los símbolos con ojo crítico. —Interesante—, murmuró, trazando las líneas con un dedo enguantado. —Estas marcas... parecen asemejarse a símbolos de algún tipo de culto. No son muy comunes—.

—Esto no va a ser fácil, ¿verdad? —interrumpió Marina, rompiendo el silencio.

—No, pero con la teniente-detective Ledesma a cargo del caso, estoy seguro de que llegaremos al fondo del asunto—.

Amelia sintió una oleada de calidez ante el cumplido, aunque mantuvo una expresión serena. —Ojalá que así sea—, dijo con voz entrecortada.

Marina percibiendo la complejidad del caso se aclaró la garganta. –Entonces, ¿cuál es nuestro próximo paso?–  Dijo.

—Pasaremos sus huellas por la base de datos e indagamos en su vida, amigos, familia, enemigos. Alguien debe haber visto algo pero sabremos más cuando la lleve de regreso al laboratorio– .— dijo el hombre con seriedad.

Amelia permaneció en silencio, sus emociones eran una tormenta bajo su apariencia tranquila, no quería que nada empañe su felicidad por eso mismo quería resolver el caso lo antes posible pero sabía que no sería fácil. —Muy bien Marina hora a trabajar — dijo Amelia.

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⏰ Última actualización: Jul 17 ⏰

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