Departamento

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Se encontraba en el baño, estaba lavándose la cara cuando escuchó que alguien más entraba. Ni siquiera tuvo oportunidad de voltear para ver de quién se trataba porque en segundos empezó a sentir como Amelia le besaba el hombro.

Colocó ambas manos en el lavamanos y dejó que su cuerpo disfrutará de las caricias que la morena le estaban dando. Las manos de la ojiverde se abrieron paso por sus muslos y empezaron a subir, levantando con ellas la tela de su bata negra y apretándole las nalgas.

Luisita hizo su cabeza para un lado, dejando expuesto su cuello el cual la teniente atacó inmediatamente con sus labios. La lengua llegó a los inicios de su mandíbula y antes de empezar el viaje de regresó dijo.

— Buenos días Luisita.
La rubia se estremeció al escucharla, su voz era de deseo, Amelia había amanecido excitada.

Se giró para que quedaran frente a frente. Sus brazos rodearon el cuello de la ojiverde y la atrajo a su cuerpo.

— Buenos días Amelia.

— Oh dios, amo tu voz.— contestó la morena antes de empezar a besarla.

Sus labios se movían rápidos, las lenguas no esperaron ningún segundo en acariciarse mutuamente. Las respiraciones de ambas se empezaban a agitar, era un beso que gritaba la necesidad del contacto de su ser amado.

— Vente a vivir con nosotras para siempre. — Amelia se quedó callada solamente viendo a Luisita, la había dejado sin palabras.

— ¡Mamiiiii!.— se escuchó.— ¿Estas en el baño? Quiero hacer del 1. Era Amy.

— Amelia...— susurro.— Tu hija...

— ¿Mami?.— Amy otra vez, ahora se escuchaba del otro lado de la puerta.— ¡No puedo abrir!

— ¡Amelia!.— dijo y con ambas manos la empujo de manera suave para separarla de ella.
La mirada de Amelia era una combinación entre deseo y confusión..

— Amy esta allá afuera pidiendo usar el baño.— dijo sin esperar a qué le preguntara, su semblante cambio en seguida.

— Perdón Luisita, no la escuche.

— contestó separando sus manos de la cintura de la doctora.

— Si, ya me di cuenta te dejé en shock.— dijo antes de darle un beso en la mejilla.— Yo también me muero por estar contigo.— añadió al verle la mirada de decepción a su amor.— Hoy iremos a ver casas y quizás ya puedas opinar si te parece alguna.

Amelia solo movió la cabeza de arriba hacía abajo aceptando
Luisita le dio un beso en los labios antes de ir a abrir la puerta a su hija.

La ojiverde soltó un gran suspiro y volteó para ver a Amy con su cara de angustia porque realmente necesitaba usar el baño. Caminó hacia ella y la despeinó un poco antes de salir de ahí.

Había pasado un mes desde que Amelia empezó a quedarse a dormir con Luisita y Amy una que otra noche. Y no es que no hayan tenido intimidad, la habían tenido como 3 veces, pero definitivamente no las veces que a ambas les hubiera gustado. El tenerse ahora más seguido y compartir más tiempo juntas había generado demasiadas tentaciones que a veces simplemente era imposible complacer.

Ver a Luisita por las mañanas, con el cabello despeinado, vestida con esa bata negra que se acoplaba perfectamente a su cuerpo, el escote amplio y sus hermosas piernas.

Definitivamente verla arreglarse se había convertido en una de sus nuevos hobbies en la vida. Verla vestirse, peinarse, maquillarse, todo lo que hacía era hermoso y sexy... A diferencia de la rubia, ella no podía ocultar el estar excitada, lo cual era una frustración que a la doctora le generaba risa, disfrutaba de saber cómo prendía a la teniente sin ni siquiera proponérselo.

Por una mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora