De noche parte 3

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Cuando Amelia sintió los labios de la rubia no pudo evitar corresponderle, pero a diferencia de aquel momento en el consultorio de la doctora, este beso era diferente...

La teniente así lo sentía.

A pesar de que venían de una situación provocadora y sexy, el beso que Luisita le estaba dado era dulce, era tierno, era suave. Era como si fuera una Luisita diferente encerrada en el mismo cuerpo que había podido darle placer anteriormente. Cerró sus ojos y disfruto de "eso" que los labios de la rubia le proporcionaban.

Lentamente Luisita detuvo el beso y coloco una de sus manos en la mejilla de la morena, fue una caricia suave. Ambas abrieron sus ojos y las miradas se encontraron.

—"Perdón" suspiro la rubia.

—"No" dijo rápidamente Amelia y se acercó a los labios de Luisita para continuar el beso.

Lo que acababa de experimentar era una sensación escalofriantemente placentera, pero de un placer diferente al que habían compartido y que era nuevo para Amelia. No quería que ese momento terminara.

Pero la doctora giro la cabeza y los labios de Amelia terminaron en su cabellera rubia.

Luisita se liberó de los brazos de la teniente  y empezó a caminar para salir de ese mar de gente.

Amelia la siguió.

Una vez que salieron de ese alboroto, en las escaleras que conectaban ambos pisos del lugar, la morena alcanzo a la doctora la cogió del brazo.

—"Espera por favor" dijo Amelia suplicando.

La rubia se volteo, no hizo por deshacerse del contacto, pero si genero un espacio lo suficientemente seguro para contestarle.

—"Habíamos quedado que no iba a volver a pasar" dijo Luisita de una forma seria, sus ojos brillaban.

Amelia la soltó, sintió que le estaba haciendo daño, aunque claramente no era físico.

—"Tú me besaste", fue lo único que pudo decir.

La doctora meneo la cabeza como si intentara colocar en orden sus ideas, se llevó las manos al cabello, los hundió y los dirigió hasta que quedaran en su nuca.

—"Es que es difícil" dijo finalmente. "Estar cerca de ti es difícil" dijo Luisita mirando al piso.

Amelia dio un paso hacia ella.

—"¡No!, no te acerques" exclamo la rubia.

—"Pero..." alcanzo a decir Amelia.

—"Te estoy diciendo que es difícil, si te acercas, lo complicas más" dijo la doctora que ahora tenía la mirada clavada en el rostro de la morena.

Esos hermosos ojos color miel provocaron un golpe de culpabilidad contra Amelia. Era obvio que todos estos días había sido una egoísta, pensando en ella, en ella y Luisita, en Luisita curando sus heridas. Pero nunca en Luisita, Luisita y su vida, Luisita y su matrimonio, Luisita y su carrera.

Pero ¿Qué podía hacer? Si antes pensaba que era algo que se podía nombrar como atracción sexual, después de ese beso lo sentía todo diferente. Luisita había cambiado, la rubia sabía algo de lo que Amelia no estaba consciente o quizás sí.

—"¿Qué sucedió aquella madrugada?" pregunto de una forma nerviosa Amelia, temía que después de saberlo fuera más difícil evitar querer tener cerca a Luisita, evitar querer tenerla para ella.

—"No paso nada, la recogí, la curé y la lleve con la teniente Marina" contesto de una forma seca.

Era obvio que había más, pero la rubia se lo quería guardar.

—"Te voy a transferir con otro doctor" continuo la doctora.

Los ojos de Amelia se abrieron como platos y un escalofrío recorrió su cuerpo.

—"No, por favor" lo dijo rogando.

—"De nada sirve que nos sigamos viendo, he rebasado el lineamento profesional"

—"Si dejas de ser mi doctora, dime, ¿Qué habrá que me detenga si quiero acercarme a ti?"

—"Yo" contesto la rubia, —"Y mi matrimonio".

La respuesta había sido fría, pero la última frase se había escuchado débil.

—"¿Por qué nunca llevas anillo?" pregunto Amelia, se había sentido atacada y solo podía reaccionar con otro ataque.

—"Eso no le incumbe teniente"

—"Me incumbe si quiero besarte, me incumbe si me respondes el beso y sobre todo" elevando un poco el tono de voz. "Me incumbe si tú me besas"

Los ojos de Luisita parecían perdidos, estaba enojada, era como si Amelia fuera un cazador y ella una presa sin salida.

—"Solo existen dos cuartos en este lugar, ¿Cómo es posible que se pierdan tan rápido?" era Irma que posaba sus manos sobre los hombros de la doctora, atrás de ella venía Marina.

—"Ya me quiero ir" dijo Amelia.

—"Sí, yo igual ya quiero irme" contesto Luisita.

No se necesitaba ser un experto para darse cuenta que había tensión entre las dos mujeres.

Irma y Marina se voltearon a ver, cada quien preguntándole a la otra con la mirada ¿qué diablos había pasado?.

Por una mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora