Mudanza parte 1

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Luisita despertó con su rostro hundido en el cuello de Amelia, respiró todo lo que sus pulmones le permitieron de la esencia de ella. No se trataba de cualquier aroma, Amelia era la madre de su hija, su futura esposa y el amor de su vida.

Sonrió Amelia.

La teniente se empezó a estirar, al parecer también estaba despertando.

— ¿Este era tu plan?.— preguntó Amelia que aún tenía los ojos cerrados.

— ¿Venir y ayudarte con la mudanza? Sí, ese era mi plan.— y le dio un pequeño beso en la mejilla.

— Pero hiciste más que eso.— respondió mostrando sus verdes ojos.

— Bueno, tú eres la que estaba sin playera.— respondió la rubia sentándose en el colchón, ambas seguían desnudas pero las sabanas cubrían parte de su piel.— No fue mi culpa que todo terminará así de "interesante".

Luisita hizo énfasis en esa última palabra mientras una de sus manos acariciaba el brazo de la morena, esta quedó perdida con la mirada que la acompañaba.

Llevó su mano al rostro de la rubia, acaricio su mejilla y con su dedo índice dibujó el borde de sus labios.

La doctora movió su cabeza e introdujo el dedo de Amelia a su boca.

La teniente pudo sentir la húmeda lengua de la doctora al instante, lo sacó lentamente y volvió a introducirlo viendo como desaparecía por completo.

Luisita posó su mano sobre la de la teniente, para mantenerla en donde ella quería mientras su boca dejaba libre el dedo solo para recorrerlo con la lengua de arriba abajo lentamente.

Amelia estaba excitándose con ver lo que su prometida hacía, sus ojos estaban atentos sin ganas de perder algún detalle.

RIIIING RIIING

El timbre sonó y Luisita rápidamente jaló la sábana para taparse, destapando a la morena en el acto.

— ¡¿Esperabas a alguien?!.— preguntó completamente espantada.

Amelia seguía viendo su dedo, pareciera que no hubiera escuchado nada.

— ¡Amelia!

— ¿Eh?.— dijo aún sin entender exactamente qué pasaba en el mundo.

— El timbre.— dijo la rubia.— Alguien está tocando el timbre.

— ¿El timbre?

RIIING

— Sí, el timbre.— respondió levantándose para buscar su ropa.— ¡Reacciona Amelia que alguien está en la puerta!

"Marina" pensó.

— ¡Maldición!.— dijo levantándose rápidamente de la cama para vestirse.— Es Marina, le pedí que viniera a ayudarme.

Luisita volteó a verla con una mirada de querer asesinarla.

— ¿Qué?.— dijo defendiéndose la teniente.— No sabía que vendrías y que... ya sabes.

— Ay Amelia.— dijo colocándose los mallones.— Ve a abrirle.

La morena se vistió en seguida.

— Ya voy, ya voy.— respondió mientras se subía el cierre, nadie lamentaba más la llegado de Marina que ella y todavía salía regañada.

Abrió la puerta y se encontró a su amiga con una bolsa de comida china.

— Imagino que aún no has comido.— la otra teniente miraba su celular.— Traje comida para que...— volteó a verla.— ¡¿Qué diablos?!

Por una mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora