Capítulo doce

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Capítulo doce: El huevo y la varita mágica

Capítulo doce: El huevo y la varita mágica

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Nueva York es raro, pensó Lily. Cuando lo escogió como su próxima parada para buscar empleo, no se imaginó que en los encuentros públicos, organizados en la calle por anfitriones de grupos, se cantara o entonara un coro. Mucho menos si este iba dirigido a las supuestas brujas que rondaban por Nueva York.

Supo de inmediato que tenía que irse cuando una mujer le ofreció seguirla a una próxima reunión que tendría lugar en la casa de la abuela de uno de los hombres que participaban.

Supo, también, que sería momento de usar la suposición del guardia en el embarcadero.

—Mi esposo me espera adentro —le dijo a la mujer, empezando a caminar con disimulo.

Caminó por entre la multitud esfumada y subió los peldaños hacia el banco en el cuál Newt había entrado minutos antes. Los zapatos de taco bajo negro hacían ruido por cada escalón que pisaba.

Entró por las columnas de manera tranquila, y dejó que un grupo de hombres pasaran antes que ella.

Dentro, el banco no era muy distinto a los que solía recurrir cuando necesitaba dinero. Es más, en ese momento no le importaría solicitar un préstamo para encontrar una casa. Pero hizo una promesa: no se movería de ahí. Y aunque para ella Newt era un conocido, a él le haría mejor saber que ella se fue avisándole anteriormente.

En el centro se ubicaba una zona exclusiva para personal del banco, rodeada de barrotes finos de color oro y lámparas de luz blanca la parte de arriba. Pequeños orificios para que hubiera comunicación entre las personas de afuera y las del interior.

Lily escudriñó, desde el centro, todo el lugar buscando la figura alta de Newt. El abrigo le pesaba más que de costumbre y la solapa del cuello pinchaba su mentón. Su maleta seguía cada uno de sus movimientos. De todo el gentío de ropa negra, tendría que destacar un abrigo azul.

Tomó el lado izquierdo y caminó hasta el final. En algún momento, Newt debería salir por esa puerta.

Una banca al final del corredor estaba ocupada por el mismo hombre que chocó su maleta durante la reunión. Y al lado, un huevo. El hombre, que llevaba un traje marrón oscuro, lo mantenía pegado a su pierna.

Lily se sentó a su lado y procuró no mirarlo, para que se así hubieran menos probabilidades de que la reconozca. Dejó su maleta junto al asiento, se cruzó de piernas y sostuvo su rodilla con las manos entrelazadas. Siempre mirando a la puerta. El hombre hacía lo mismo.

Repentinamente, el señor profirió un grito ahogado.

—¿Se encuentra bien? —preguntó Lily, mirándolo de reojo. El huevo había empezado a temblar.

—Esta apunto de romperse —masculló el hombre, sin mover los labios y señalando con la cabeza el huevo.

—Sr. Kowalski, el Sr. Bingley lo recibirá ahora —dijo una mujer del otro lado del pasillo, con un temple amenazador.

eunoia ; newt scamander  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora