CAPÍTULO UNO: EXPRESO A HOGWARTS
1 de Septiembre de 1908
El día tan ansiado estaba doblando la esquina, bueno, no literalmente. Ya había llegado de hecho. No es que no estuviera ansiosa, la vergüenza la carcomía por dentro y se reflejaban en sus redondos ojos color miel.
La locomotora escarlata humeaba y generaba una atmósfera de calor y adormecimiento. Era casi imposible ver a través de la neblina sin que ésta te entre en los ojos y te de picazón.
Estaba enfrente de una puerta abierta del expreso, mirando su interior y pensando muy bien su jugada, ya que no tendría escapatoria durante un largo período una vez pisara el tren. Cualquiera que pasara enfrente de ella se asustaría: sus ojos no parpadeaban y estaban fijos en una de las ventanas.
Se armó de coraje y piso el leve cordón que separaba el andén de la locomotora. Parecía que iba a caerse, pero en realidad era una distancia tan fina que no hubo problema.
Su cuerpo y baúl giraron al mismo tiempo para ver por última vez para ver a su abuelo. Un señor de barba café y bien cortada, regordete, de prendas arregladas y desaliñadas, con lentes en forma de círculo y detrás unos ojos ámbar destacables. Llevaba agitando desde que entraron en la plataforma una pancarta color azul índigo extremadamente larga con letras doradas bordadas a mano que decían «Arrasaras, Lily» y debajo en caligrafía carmesí «Tu abuela estaría muy orgullosa de ti». Su dentadura sobresalía sobre de su barbilla y reflectaba emoción pura.
Por más que no pudiera, y cuantas veces lo ignorara o negara cuando un niño se acercaba a preguntarle si lo conocía, le causaba cierta gracia y risa la situación en la cual se ponía su abuelo con tal de hacerla sentir menos inquieta.
Él levantó un pulgar y le hizo un movimiento con la mano para que entrara.
Lily asintió y volvió a mirar la máquina. Entró de una zancada larga, y una vez dentro miró a sus lados; dos pasillos en diferentes puntas se extendían con muchos compartimientos de los cuales salían y entraban alumnos de todas las edades. Caminó medio paso y se arrepintió. Dejó apoyado su baúl en el piso y bajó corriendo del expreso con su cabello marrón liado siendo empujado por el viento detrás de su cabeza.
No recordaba que su abuelo estuviera tan lejos. Estaba casi en el borde de la otra plataforma.
Se abría paso entre la muchedumbre, por todos los padres o tutores dejando a sus hijos. Había más gente que de costumbre, según le contó su abuelo cuando atravesaron la barrera. Todos apretados y haciendo mucho estrépito.
Era baja. Demasiado para tener once años. Los de su edad le sacarían mínimo tres cabezas. Y por esa razón se le complicó pasar y pedir permiso a todos los gigantes entre ella. Primero sus brazos, luego su cabeza y después su cuerpo. Si no cabía, hacía fuerza entre las personas.
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eunoia ; newt scamander ©
Fiksi PenggemarCon las expectativas selectivas de su abuelo por las nubes, un apellido sin buena reputación y un perfil bajo que, espera, mantener; Lily esta decidida a que puede pasar siete años en Hogwarts, sin llamar la atención de nadie. La de nadie salvo la d...