Capítulo diecisiete

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Nota de autora: ¡Si! Vuelvo despues de casi tres semanas de desaparicion. La historia llego hace poco a los cien votos y significa muchisimo para mi. Esta joyita es el primer fanfiction serio que escribi y siento un apego muy bonito. Los amo demasiado (aunque no tanto como a el vitel tone) :D.

Sus comentarios son *chef kiss*

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Capítulo diecisiete: "Usaste un encantamiento desmemorisante"

Capítulo diecisiete: "Usaste un encantamiento desmemorisante"

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Efectivamente, el sofá era cómodo. Era como dormir sobre una cama de plumas con cojines de espuma.

Aún pasados cinco minutos, el olor a strudel seguía presente en el aire. Pero Jacob no estaba ahí para devorarse las dos piezas que quedaron en la bandeja. Él había abandonado ruidosamente la cocina con el señor Scamander, quién, luego de un acercamiento a Lily, lo siguió de inmediato; dejándola torpemente junto a la mesa. ¿Cómo había podido ser tan idiota?

Se desplomó sobre su improvisada cama, que estaba junto a la humeante salamandra. Cuando giró la cabeza al calor, Lily se preguntó a donde fueron a parar las ropas rosas que había visto cuando entró. Más concluyó en que fue producto de la ya habitual magia.

Cerró los ojos y se dejó llevar por las chispas del fuego para conciliar el sueño. Su melancólica bufanda estaba ahora en su cuello, por el frío que entraba por la ventana.

—Le pedí que le lleve su chocolate caliente y dejará de estar caliente sí se queda ahí parado. —lo regañó Queenie, detrás de él.

Newt dio un brinco, despegó sus dedos del umbral y se escondió atrás de la pared. Queenie sonrió, entre otra tanda de mantas que llevaba en los brazos, ampliamente.

Newt miró el chocolate para Lily, los malvaviscos ya se habían derretido y la ojiverde frente a él, escondidos de la vista de Lily, lo miraba impaciente.

—¿Quieres que se lo lleve yo? Todavía puedo. —agregó, cuando Newt echó un vistazo a la frazada verde que se caía del montón.

—Yo... eh, si claro —decidió finalmente dudoso.

Queenie se las ingenió altaneramente para apoyar todo el peso de las frazadas en un brazo. Asomó su cabeza por uno de los lados y Newt pudo ver que llevaba una bata de dormir muy fina.

Con sigilo y rezando que sus botas no hicieran ruido, Newt estiró el brazo hacia la figura esbelta de Queenie, quién alcanzó sin problemas la taza de cerámica.

Al mínimo roce de los dedos de Newt, la rubia no pudo evitar no leerle la mente y hundirse en un mar de recuerdos de hace años. Recuerdos que atormentaban constantemente a Newt.

Como si ella fuera la conmovida y no él, levantó la vista a Newt y lo miró debilitada. Era lógico no entender nada, o al menos eso sucedió con el señor Scamander, quién observó a Queenie con intriga e intuición.

eunoia ; newt scamander  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora