Encontrarte

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Era sábado, la tarde estaba fría, Paula no había hecho planes así que tomó su chaqueta y salió a tomar un café en el centro de Madrid. No tenía ningún mensaje de Carol, seguro estaría ocupada con su chico disfrutando del fin de semana, así que pensó que era una buena idea caminar para despejar su mente y que mejor manera de hacerlo al recorrer las calles madrileñas.

Encontró un lugar íntimo y acogedor, entró y se sentó en una mesita cerca de la ventana, era un buen sitio para admirar la tarde. Mientras tomaba su café miraba por el cristal la gente pasar, entre  las personas que caminaban por la calle llamaron su atención dos chicas que iban tomadas de la mano, se le iluminó la mirada al ver aquella imagen, se imaginó a ella y a Carol caminar por el mismo sitio tomadas de la mano disfrutando del cariño que se tenían. Miró la pantalla del móvil, aún no había señales de Carol y tal vez no las tendría durante las siguientes horas. El lugar poco a poco se fue llenando de gente debido a que el frío era más intenso, decidió entonces salir y regresar a casa.

No habían transcurrido ni cinco minutos cuando comenzó a llover, Paula se arrepintió de haber salido de aquel local, las personas comenzaron a buscar un lugar donde cubrirse de la repentina lluvia, la rubia sacó el móvil de su bolsillo para pedir un auto que la llevara a casa pero al parecer la aplicación estaba siendo utilizada por medio Madrid.  Prefirió caminar hasta encontrar un sitio donde pasar la tormenta. Era increíble como en tan sólo minutos estaba totalmente mojada.

Buscó la aplicación en el móvil, esta vez esperaba tener más suerte y encontrar un auto disponible. No tuvo suerte, pero el mensaje que estuvo esperando durante el día estaba ahí. "¡Que oportuna Carol, ahora que estoy atrapada en un chubasco y mojada de pies a cabeza!" pensó la rubia mientras leía el mensaje.

-¡Hola cariño!

La valenciana no respondió, lo único que quería era llegar a casa. Carol se preocupó al no tener repuesta de la chica, cogió el móvil y la llamó.

-¿Paula, está todo bien?

-¡Joder tía, no me preguntes eso ahora!

-¿Qué pasa?

-¡Que qué pasa! Que estoy atrapada en el centro de Madrid bajo un diluvio y toda majada!

-¡Paula tranquilízate!

-Sí, ya me tranquilizo, tú lo dices porque estás en casa.

-Dime la dirección de dónde estás.

Mientras Paula buscaba el nombre de la calle en la que se encontraba escuchó a través del móvil  la voz de Carol que se despedía de alguien  y el tintineo de unas llaves.

-¿Paula, ya tienes la dirección?

-Sí

La rubia le dijo a Carol el sitio donde estaba pero no sabía muy bien para qué necesitaba la dirección.

-Espérame, estoy en cinco minutos por ti.

-¿Qué dices? No, no, no, ya buscaré la forma de llegar a casa.

-¡Por favor, espérame!

-Carol...

La valenciana no pudo terminar la frase porque  la morena colgó de inmediato. No tuvo opción, le hizo caso y se quedó esperando. Después de cinco minutos ahí estaba la catalana, abrió la puerta del copiloto y con una sonrisa le indicó a Paula que subiera al auto.

-¡Pero mujer, estás empapada! -. Exclamó Carol al ver a la rubia.

-¡Te lo dije!- mencionó la valenciana frotándose los brazos para entrar en calor.

La catalana no pasó desapercibido aquel gesto de Paula, encendió la calefacción del auto y se se quitó la chaqueta para dársela.

-Toma, quítate esa chaqueta y ponte ésta.

Paula no protestó, en verdad tenía mucho frío, Carol no pudo evitar mirarla, la transparencia de su blusa mojada no dejaba mucho a la imaginación. -¡Pero mujer, mira al frente que sólo falta que nos estampemos! - dijo Paula sonrojándose por los ojos que la observaban.

-¿Estás más tranquila?- preguntó Carol tomando la mano de Paula. Al sentir el contacto la piel de la chica de inmediato entró en calor, miró su mano unida a la de catalana y todo aquel caos provocado por la lluvia desapareció en un segundo.

-Sí, gracias por venir a buscarme.

-Pero qué dices, me volviste loca cuando te escuché, no podía quedarme sin hacer nada.

-Ya, a veces me vuelvo un poco loca- sonrió mostrándole la lengua a Carol en señal de juego.

-Ya ¿Sólo algunas veces?- Carol soltó una carcajada juguetona-. La rubia le respondió con un ligero golpe en el brazo, pero se arrepintió porque soltó la mano de Carol. La morena pareció leer sus pensamientos y le volvió a tomar la mano.

Tuvieron que aparcar el auto unas calles antes de la casa de Paula, el caos que había ocasionado la lluvia no permitió que siguieran avanzando. Salieron del auto, esta vez la valenciana estaba feliz de que aún siguiera lloviendo porque pudo tomar de la mano a Carol y correr junto a ella.

La imagen no era como la de las chicas que iban agarradas de la mano disfrutando de un atardecer por la ciudad que había observado esa tarde en el café, pero ver a Carol corriendo bajo la lluvia, con una sonrisa dibujada en su rostro y tomándola de la mano superó sus deseos.

Entraron a la casa, sus miradas se buscaron al instante y al ver los estragos que la lluvia había dejado en ellas soltaron una carcajada.

Paula comenzó a quitarse la ropa mojada, iba dejándola por toda la sala como una niña pequeña. Carol se quedó quieta mirándola, su corazón comenzó a latir tan deprisa que sentía como golpeaba su pecho. "Paula, por favor detente, si no lo haces, no podré contener el deseo que siento por tenerte en mis brazos... pensaba la catalana.

-¿Carol?...

Nuestro secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora