Paula se sintió tan plena, el momento que había imaginado por tanto tiempo había sido perfecto y no se comparaba con nada a sus sueños, por el contrario, los superaba por mucho.
Las chicas estaban en aquella habitación donde sólo se escuchaba la tenue lluvia que caía sobre la ciudad, recostadas en la cama una frente a la otra se miraban con una inmensa ternura.
-¡Eres preciosa! -exclamó Carol al acariciar el cabello de Paula quien no pudo evitar sonrojarse.
-¡Pero qué dices! Mírate -. Paula se mordió el labio inferior y recorrió con la mirada el cuerpo desnudo de Carol.
La morena soltó una risa juguetona al darse cuenta de cómo los ojos de Paula la veían. -No me refiero sólo a lo físico -. Acercó un poco más su cuerpo al de Paula.
-¿No?
-Pau, es tu mirada, el brillo en tus ojos, tu sonrisa, tu aroma, eres toda tú...
Las palabras de Carol hicieron que Paula se pusiera nerviosa, todo aquello que acababa de escuchar hicieron que su corazón explotara de amor, estaba atrapada en un mundo que ella y la catalana habían construido y del cual por ningún motivo quería ser rescatada.
Paula estiró uno de sus brazos y suavemente acarició la mejilla de Carol. El contacto hizo que el cuerpo de las dos chicas temblara de pies a cabeza.
-Carol, cuando estoy contigo todo es diferente...
La morena no pudo contenerse, acercó su rostro al de Paula, enterró sus manos en su cabello rubio y la besó, la besó apasionadamente.
-Carol... -. La valenciana apenas pudo pronunciar su nombre entre aquel beso que le le había robado la respiración. Quería decirle que la amaba, pero no pudo hacerlo, en ese instante el móvil de la catalana sonó.
Carol despertó de la magia del momento, tomó entre sus manos el rostro de Paula y le dijo un poco dolida -Debo contestar - cogió una manta, la enredó en su cuerpo y salió de la recámara con el móvil en la mano.
Paula se quedó tumbada en la cama, sabía perfectamente de quien era la llamada, peor aún, sabía que pronto tendrían que despedirse.
Cuando Carol entró en la habitación miró a Paula, estaba frente a la ventana contemplando caer las lágrimas del cielo, llevaba puesto su suéter que le cubría hasta los muslos y que le dejaba al desnudo uno de sus hombros. Sintió un dolor inmenso al verla, quería quedarse por siempre con ella, pero alguien más la estaba esperando. Se acercó, rodeó con sus brazos la cintura de la rubia, le besó el cuello y descansó su rostro en su hombro descubierto. Paula unió sus manos a las de Carol y se quedaron en silencio por unos minutos así, unidas en un abrazo, las palabras no eran necesarias, las dos sabían que tenían que despedirse.
-¿Carol? -. Se animó a decir Paula, aún de espaldas a la morena.
-¿Sí?
-¿Recuerdas esa entrevista que nos hicieron donde dijiste que todos los días te enamorabas de mí?
-¡Pero qué dices, claro que me acuerdo!
-¿Es cierto? ¿Todos los días te enamoras de mí? -preguntó un poco ansiosas por la respuesta.
-¡Mírame! - Carol le pidió a Paula.
Paula se giró, quedó frente a Carol, la tenue luz de la noche iluminaba sus rostros y aunque había un halo de tristeza en ellos también había amor, un amor que ni ellas eran capaces de explicarse.
La catalana tomó entre sus manos las manos de Paula y entrelazó sus dedos con los de ella.
-Pau, no sé cómo ha pasado, pero llegaste y te adueñaste de mi corazón y cada día qué pasa
me enamoro más de ti -. Contestó Carol sin dejar de mirar los ojos de Paula.-¡Carol... abrázame!
La tristeza había desaparecido del corazón de las dos chicas, Paula era tan feliz acurrucada en el pecho de Carol y rodeada por sus brazos.
-Pau...
La rubia levantó el rostro para mirar a Carol.
-Lo sé, tienes que irte.
-Yo... desearía quedarme aquí contigo.
-Recuerda... nuestro amor es un secreto-. La valenciana dejó un beso rápido en los labios de Carol y le dedicó una sonrisa para alejar cualquier sentimiento de culpa.
-¡Nuestro secreto!-. Carol sonrió y esta vez besó a Paula con desesperación.
-¿Sabes?- intentó decir Paula después del fuego interno que había provocado el beso de Carol.
-Dime cariño...-. Carol acarició el hombro desnudo de Paula.
-No dejo de pensar en algo que Luisita le preguntó a Amelia.
-!¿Enserio?!-. Carol dejó escapar una risita traviesa.
-¡Joder! No te rías.
-¡Vale! Ya dime.
-Carol ¿Crees que los momentos de felicidad existen?
-Yo creo que existen momentos de felicidad.
-¡Lo recordaste!-. El rostro de la rubia se iluminó, dió un suspiro y se mordió el labio antes de continuar -Carol, esto que tenemos, nuestro secreto, son momentos de felicidad.
-¿Eres feliz?- preguntó la catalana preocupada por la respuesta.
-En este momento sí.
Las chicas se abrazaron tan fuerte que podían sentir el frenético latido de sus corazones.
Era imposible detener las manecillas del reloj, el tiempo transcurría y alguien tenía que irse. Carol miró a Paula, le lanzó un beso al aire y cerró la puerta de la habitación.
Desde ese día de alguna manera Carol y Paula supieron que estaban destinadas a vivir momentos de felicidad.
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Nuestro secreto
FanfictionCuando dos almas gemelas se encuentran en el momento equivocado.