-Es lo que más deseo, que lo nuestro sea posible-. Paula le sonrió a Carol.
-Vamos te acompaño a casa-. Carol tomó de la mano a Paula y juntas emprendieron el camino por las calles de Madrid cobijadas por la luz de la luna.
Durante el trayecto ninguna pronunció una palabra, ambas sintieron que no era necesario hablar porque sus manos entrelazadas gritaban el amor que tanto habían tratado de callar.
Llegaron al piso de Paula, la rubia buscó las llaves en su bolso pero antes de que pudiera encontrarlas Carol la llevó contra la puerta y la besó, la besó hasta quedarse sin respiración.
-Sabes que si abres esta puerta no podré contenerme-. Carol tomó entre sus brazos a Paula y vio en sus pupilas el mismo deseo que en ella se esparcía como fuego por todo el cuerpo.
-Carol...-. Dijo con voz entrecortada la rubia dejando caer el bolso al suelo.
La catalana recorrió con sus labios el cuello de la rubia provocándole una oleada de explosiones en su interior.
Paula introdujo sus manos debajo de la chaqueta de Carol, pudo sentir la piel cálida a través de la tela del vestido que cubría aquel hermoso cuerpo, acarició su cintura y sus manos se aferraron a su espalda.
-Carol, mírame, ¿qué vez en mis ojos?-. La valenciana atrajo hacia sí con mayor fuerza el cuerpo de la catalana hasta desvanecer cualquier espacio que las separara.
-Pau... -Carol se perdió en los ojos de la rubia - ¿Qué veo en tus ojos?-. Exclamó la morena un poco desconcertada por la pregunta.
-Sí, qué ves en ellos.
-Mmmmm... -. Carol rozó delicadamente su rostro en la mejilla de Paula.
-Carol, por favor contéstame.
La morena tomó entre sus manos el rostro de Paula, estaba un poco nerviosa por lo que le respondería a la rubia.
-¿Qué veo en tus ojos?, veo a una mujer valiente que se atrevió a vivir una locura por amor y que decidió arriesgarse por alguien que no...-. Paula selló de inmediato los labios de Carol con un beso sin dejar que terminara la frase.
Las lágrimas que brotaron de los ojos de las dos chicas humedecieron ese beso que había callado una verdad que Paula y Carol ya sabían.
-Pau... perdóname -. Carol alejó un poco su rostro.
-¿Qué dices?, no tengo nada que perdonarte.
-Pero... -. Paula comenzó a hablar antes de permitir que Carol continuara.
-¡Vale! Las dos estamos de acuerdo en vivir esto ¿no?-. Dijo la rubia convencida.
-Sí...
-Entonces no veo por qué tienes que disculparte de algo en lo que las dos estamos de acuerdo, no sé qué pase en el futuro Carol, sólo sé que quiero vivir contigo el presente, el ahora, no me importa el mañana.
-Paula... ¿sabes que más veo en tus ojos?-. Continuó la morena con una admiración absoluta hacia Paula.
-¿Qué?
Carol levantó una ceja de forma provocativa y le lanzó una mirada traviesa a la valiente chica que tenía frente a ella.
-¡A la mujer que quiero!
Paula se desarmó al escuchar aquellas palabras y se abrazó lo más fuerte que pudo a la cintura de Carol tratando así de eliminar cualquier culpa que hubiera en la catalana. Aunque sabía que el abrazo no sería suficiente para borrar ese sentimiento.
La valenciana sintió tan cerca el cuerpo de Carol que aquella explosión de deseo que minutos antes había experimentado regresó como una ráfaga de viento, bajó una de sus manos para acariciar la pierna desnuda de la morena, al sentir el placer que le estaba provocando a Carol la caricia de su mano decidió seguir tocando un poco más de su piel por debajo del vestido hasta llegar al punto de placer de la catalana. Carol hundió su rostro en el cuello de la rubia tratando de ocultar aquellos sonidos que le provocaban los movimientos de la mano de Paula en su entrepierna.
Carol desabotonó la blusa de Paula, sus labios buscaron sus pechos para acariciarlos con delicados besos.
-Carol... ¿Estás segura de que no quieres pasar?-. Paula se sorprendió por ser capaz de pronunciar aquellas palabras cuando aún la catalana le acariciaba y besaba la piel que cubría el sujetador.
Carol regresó sus besos a los labios de Paula que la reclamaban con anhelo.
-Si cruzo esta puerta no seré capaz de irme.
-¡No te creo!-. Paula soltó una risa traviesa.
-¿Me estás retando?
-No sé, tal vez-. La rubia recorrió con su mano la mejilla de Carol.
-En unas horas salgo de viaje, tengo que estar en casa.
-¿Enserio?.- Paula cogió del suelo su bolso y sacó las llaves del apartamento, abrió la puerta, entró, tiró el bolso, miró a Carol y comenzó a desabrochar los botones de la blusa que habían quedado intactos.
Carol la observó , nunca antes había sentido su corazón dividirse de esa forma, deseaba con todo su ser quedarse con Paula, pero tenía un compromiso.
Paula al ver que la morena no entraría al apartamento se acercó de manera provocativa hasta la puerta y le dejó un beso pausado pero desafiante. La abrazó y le deseó buen viaje.
-Son sólo unos días, prometo que te llamaré.
-Te estaré esperando-. Dijo la rubia acomodándose un mechón de pelo detrás de la oreja y mordiéndose el labio.
Paula cerró la puerta, se recargó de espaldas en ella, cerró los ojos y recorrió con una de sus manos las caricias que Carol le había dejado en la piel.
La catalana estaba triste por no haberse quedado esa noche con Paula. Mientras se alejaba no podía dejar de pensar en lo sexy que se veía Paula desabrochando su blusa para dejar al descubierto su embriagante piel. No quería seguir atormentándose con aquella imagen, no podía irse, se detuvo y pensó en regresar, dio media vuelta para volver a los brazos de la valenciana, pero recordó que no podía dejar a la persona que la esperaba en casa, así que decidida esta vez metió su mano en el bolso de la chaqueta para buscar el móvil y pedir un taxi.
En el pequeño bolso de la chaqueta encontró algo más. No podía creer lo que veía , ¡Joder Pau, no dejas de sorprenderme! Pensó Carol.
La tristeza que hasta hace algunos minutos había sentido desapareció al ver lo que tenía entre sus manos.
-¡¿Cómo podría no quererte Paula?!-. exclamó la catalana mientras se subía al taxi con una sonrisa. Durante el trayecto a su casa Carol recibió un mensaje, deslizó la pantalla del móvil, era Paula.
¡De ti quiero más!
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Nuestro secreto
FanfictionCuando dos almas gemelas se encuentran en el momento equivocado.