Desagradables encuentros.

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El día siguiente Archivald y Melyssa se dirigieron a la empresa.

Al parecer había surgido un problema un poco grave respecto a negocios en el extranjero.

-Entonces tendremos que viajar.- Dijo Mely con preocupación.

-Me temo que debe ser así.- Respondió un secretario presente.

-Aunque me parece una mala idea que ambos viajen, es decir, sabemos que ambos son la cabeza de la empresa pero, aquí también hay asuntos importantes qué atender.- Habló otro secretario.

-Tiene razón.- Confirmó Archie.

-Entonces, ¿quién hará el viaje?- Cuestionó la señorita Blake mirando a su esposo.
-¿Te molestaría hacerlo tú, Archivald?- Lo miró esperando una respuesta.

-Iba a proponer lo mismo, creo que tú estás manejando muy bien todo aquí, así que quizá convendría que sea yo quien atienda ese asunto.

-Me alivia que estés de acuerdo.

-Bien, ¿entonces hacemos reservaciones? Usted debería viajar hoy mismo.- Preguntó el primer secretario.

-Sí, por favor.- Accedió Wilton.

Llenos de prisa comenzaron sus labores, Archivald salió presuroso en busca de maletas con artículos básicos pero una voz lo detuvo en medio del pasillo.

-¡Archivald!- La voz provenía de su esposa.

-Sí, dime.- Atendió el joven deteniendo sus pasos.

La chica corrió hasta quedar frente a él. Se detuvo y lo miró.

-Por favor cuídate.- Se animó a decir. Parecía sincera.

-Lo haré, lo prometo.- No pudo esconder su sonrisa.

Se miraron como sólo dos enamorados lo harían.

Mely no pudo resistir más y se aferró a él en un precipitado abrazo.

-Por favor, hazlo y vuelve pronto. Confío en ti.- Dijo abrazándolo aún.

Archivald no cabía en su asombro. Correspondió al abrazo y besó la frente de su esposa.

-Regresaré con buenas noticias tan pronto como me sea posible, no te preocupes.

Melyssa lo soltó sin ganas. Archivald lamentó que lo hiciera tan rápido.

-Te veré pronto.- Dijo Wilton despidiéndose. Ella sólo lo vio alejarse.

El día transcurrió con ocupaciones que parecían no terminar.

Al llegar la noche, el chofer esperaba ya a la chica para llevarla de regreso a su casa. Ella lamentó salir y no encontrarse con la brillante sonrisa de Archie preguntando cómo había estado su día.

Llegó a casa e hizo algo ligero para cenar, se duchó y decidió dedicarse un par de horas a sí misma, escuchando música, leyendo, etcétera.

Estaba tranquila hasta que el sonido del timbre la descolocó. Le dio un poco de miedo pues se encontraba completamente sola, el día de entrevistar personal para atender la casa aún no llegaba.

Armándose de valor atendió a la puerta.

-¡Arnold! ¿Pero qué haces aquí?- Todo su cuerpo se puso en alerta.

-Tranquila, sólo es una visita de cortesía.- Respondió con calma y sonriendo.

-Lo lamento, Arnold pero no puedo invitarte a pasar. Mi marido no se encuentra y comprenderás que no puedo tenerte toda la confianza del mundo después de... Tú sabes.- La incomodidad la invadió.

Un Inefable Amor...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora