El gran día.

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Tras varias semanas de preparativos, finalmente la tan esperada fecha de la boda llegó.

Sería un evento en el que se tenían grandes expectativas por parte de los aristócratas.

En la mansión Blake los ánimos y el nerviosismo inundaban la casa, especialmente por la novia, aunque no era del todo una buena sensación.

~Toc, toc.~ Golpearon la puerta en la habitación de Mely.

-Adelante.- Respondió una voz desganada.

La madre de Melyssa entró en el cuarto y se sorprendió por lo que vio.

La madre de Melyssa entró en el cuarto y se sorprendió por lo que vio

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-¡Dios mío! ¡Hija estás hermosa!- Se emocionó hasta las lágrimas.

-Te lo agradezco mucho, mamá. Pero, creo que es demasiado para la ocasión.

-¿Pero qué dices hija? Nada es demasiado cuando se trata de ti.
Sé que las cosas no son como quisieras pero te prometo que todo mejorará.- Le alentó.

-De acuerdo.- Dijo mirándose al espejo y tratando de mostrar una sonrisa para su madre.

-Bueno, ya, quiten esas caras largas. Al menos intentemos divertirnos hoy, ¿no?- Animó Kate, quien había ido a ayudar a Mely, acomodando el velo en el cabello de su amiga.

Tras algunos minutos más, una limusina recogió a la bella novia y a su familia.

Mientras tanto en el altar esperaba ya un ansioso Archie.

-¿Crees que realmente venga?- Interrogó el joven Wilton a Luke.

-Tranquilo, si prometió hacerlo seguro que así será. Ahora deja ya ese nerviosismo que nos contagias a todos aquí.- Lo calmó simpáticamente.

Mucha gente se había reunido para la ceremonia, desde familia, amigos y algunos conocidos más, a pesar de la constante negativa de la novia por exagerar.

Archie tomó posición en el altar para aguardar la llegada de su prometida.

La hora acordada había llegado finalmente, la limusina arribó, y la novia se preparaba para ingresar.
Tomó a su padre del brazo y sintiendo temblar sus piernas comenzó a aproximarse a Archivald.

El joven escuchó melodías de boda, lo cual lo alarmó haciéndolo poner toda su atención al pasillo principal.

Allí estaba ella, su futura esposa, tan deslumbrante como siempre.
Se le veía nerviosa, pero a pesar de eso lucía radiante.

Mely lo miró. Pese a intentar contener sus ideas, no podía negar que era muy apuesto, y con ese fino traje, se veía completamente elegante y distinguido, tal como era su personalidad, era como si estuviera viendo a un príncipe de los cuentos que sus padres le solían contar de pequeña.

 Pese a intentar contener sus ideas, no podía negar que era muy apuesto, y con ese fino traje, se veía completamente elegante y distinguido, tal como era su personalidad, era como si estuviera viendo a un príncipe de los cuentos que sus padres le ...

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Un Inefable Amor...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora