13. No supe qué sentir

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ABBY

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ABBY

Llegamos a la casa de Cole en menos de quince minutos. Lauren tenía razón, había alquilado una propiedad poco llamativa en las afueras del pueblo. Me pregunté cuánto tiempo llevaba viviendo allí. La parcela del jardín no estaba demasiado cuidada y la casa por fuera no parecía gran cosa. Supuse que, precisamente, era eso lo que buscaba: no llamar la atención. Bajamos del coche, dándome cuenta de que allí hacía el doble de frío y viento.

Cole me abrió la puerta para dejarme pasar a mí primero. Al entrar, vi que toda la casa tenía el suelo de madera, al igual que el techo y la mayor parte de los muebles, los cuales eran escasos. En el salón solo había una pequeña mesa junto a dos sofás viejos y una especie de cómoda debajo de la ventana que estaba llena de libros. Tiradas por el suelo y en los pies de una desgastada escalera, encontré cajas de cartón sin desembalar todavía.

—Voy a encender el fuego —dijo algo tenso—. En menos de diez minutos entrarás en calor.

Asentí mirándolo en silencio. Fui hasta el sofá y me senté, haciéndome un ovillo. Los pantalones, todavía empapados por la cerveza y el refresco, me tenían congelada. Cole salió de la casa y volvió en poco tiempo, con varios troncos de madera sobre sus brazos. Fue hasta la vieja chimenea de ladrillo rojo y se arrodilló ante ella mientras empezaba a preparar la leña. No tardó en encender el fuego y, como dijo, en menos de diez minutos la casa estaba lo suficiente caldeada y noté cómo mi cuerpo dejaba de temblar.

Aprovechando que el suelo era de madera y que en su mayor parte estaba cubierto por alfombras, me acerqué todo lo que pude a la chimenea y me senté frente a ella, cerrando los ojos y dejando que el calor me envolviera. Me abracé a mí misma y me centré en el sonido de las chispas que saltaban de vez en cuando. Súbitamente, mi teléfono sonó y abrí los ojos para abalanzarme sobre él y descolgar.

—¿Tyler está bien? —pregunté con el corazón en un puño.

—Sí —contestó mi tío Rick—. Vamos ya de camino a mi casa.

—Menos mal... —susurré sintiendo que por fin podía volver a respirar tranquila.

—Abigail, ¿puedes contarme qué has hecho? —me preguntó mi tío bajando la voz.

—Me ha visto con un chico —dije sin dar más detalles.

—¿Con el imbécil ese de los tatuajes?

—No.

Miré a Cole de soslayo, quien me observaba atentamente desde la puerta del salón. Al otro lado de la línea, mi tío Rick soltó un bufido. Al ver que no seguía hablando, se dio cuenta de que no obtendría más información por mi parte. Por suerte, en ningún momento pensó en la posibilidad de que el chico misterioso al que había arrastrado conmigo al abismo era Cole Miller.

—¿Puedes pasarme a Ty, por favor? —le pedí—. Necesito escuchar su voz.

Rick no contestó pero, poco después, mi hermano cogió el teléfono.

Girls hate singers ✔️ [Singers #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora