ABBY
Mientras Cole se daba una ducha para quitarse el barro que llevaba encima, su madre se empeñó en que me sentara a desayunar con ellos. Supongo que, para los Miller, compartir mesa era algo normal, pero para mí no lo era en absoluto. Estaba acostumbrada a comer sola, con Tyler como mucho, y eso solo ocurría cuando mi padre no estaba en casa, lo que no sucedía muy a menudo.
Escuchar sus bromas familiares y ver tanto buen rollo entre ellos me hizo sentir incómoda. Debido a eso me pasé la mayor parte del desayuno con la vista clavada en mi plato de tortitas. Me enteré de que Cole había entrado en la cocina cuando sus hermanos empezaron a aplaudirle como si le hiciesen una ovación.
—¿Has terminado ya de maquillarte, princesa? —le dijo el que parecía más mayor.
—Que te den por culo, Wes —gruñó antes de coger una tortita de mala gana y darle un mordisco.
Se sentó frente a mí, en la otra punta de la mesa. Lo hizo con brusquedad y una mirada cargada de hastío hacia sus hermanos, que todavía seguían con la bromita de la dichosa oveja. Cole se convirtió en el centro de atención y, aprovechando que yo pasaba desapercibida en ese momento, me permití observarlo con descaro.
Me fijé en su pelo revuelto, todavía húmedo. Mechones castaños le caían por la frente y se movían cuando él se agachaba para recibir el trozo de tortita que había pinchado con su tenedor. Eso me hizo fijarme en sus labios. Su boca atrajo toda mi atención mientras masticaba. ¿Cómo podía resultarme sexy en aquel momento?
Sus ojos se entrecerraron cuando se rió por un comentario de Faith que no llegué a escuchar. Lo único en lo que mi cerebro estaba pensando era que tenía los ojos más bonitos que había visto en mi vida. Yo, que siempre me había fijado en los chicos con ojos azules como los de Zev, aquella mañana me quedé embobada ante unos ojos marrones que me estaban volviendo loca.
La mesa se fue vaciando poco a poco. El primero en abandonarla fue el padre, quien se despidió escuetamente y salió de la cocina para seguir trabajando. Los dos hermanos de Cole lo siguieron poco después y, a pesar de que ambos estaban cerca de los treinta, estuvieron a punto de volcar los platos con los que cargaba su pobre madre mientras se peleaban como niños.
—¡Salid de aquí! —chilló ella mirándolos furibunda—. ¡Siempre igual! ¿Os hacéis una idea de todo lo que habéis roto ya con vuestras tonterías? ¡Fuera de la cocina!
Las carcajadas de los dos hermanos, cuyo parecido era escaso, resonaron por la casa conforme se iban alejando. La madre empezó a colocar en sus sitio los cubiertos y los platos que estaban secos mientras Cole se puso a apilar los platos de la mesa para llevarlos hasta la cocina. Lo ayudé empezando a cerrar los tarros de mermelada que estaban abiertos.
—Yo los llevo —le dijo Faith señalando los platos.
—Pesan mucho, toma la mitad —contestó él.
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Girls hate singers ✔️ [Singers #2]
RomanceCole Miller no quiere volver a enamorarse, y menos después de llevar más de cinco años obsesionado con la novia de uno de sus mejores amigos. Abby Johnson está harta de los rumores que la acompañan allá donde vaya. Quiere huir de su propia vida, pe...