Mika mantenía sus brazos cruzados mirando con enojo cómo Yuu batallaba para que sus zapatos los dejara en paz el pequeño, no tan pequeño, cachorro.
Se encontraba de mal humor a sabiendas de que quien terminaría aseando el lugar sería él. Aquello no le molestaría realmente mucho si es que su prometido fuera más ordenado. Solía dejar sus zapatos regados por toda la casa. Al principio debía admitir que le enternecía, pero Yuu ya no era un niño y poco a poco empezó a fastidiarle, en especial debido a que siempre que le decía a su pareja sobre esto, solo decía que dejaría de hacerlo, pero ni siquiera hacía el intento por cambiarlo.
Ahora a causa de ello, un par de tenis se encontraban al borde de ser irreconocibles porque fueron mordidos con tanta fuerza que se habían desgarrado horrible. Había pedazos del calzado por todas partes y Yuu en vez de recogerlos, intentaba quitarle trozos de la boca a su perro.
Mika suspiró y negó con la cabeza. Apenas había llegado del trabajo y lo único que deseaba hacer era acostarse y reposar del arduo día que había tenido. No obstante, llegó, vio el suelo y a Yuu corriendo de aquí hacia allá, se sentó, miró, se molestó más y decidió poner cartas en el asunto cuando se cansó de ver todo ese desastre.
Se levantó entonces de la cama, y llamó a Yuu, así como también al perro. De tan enojado que se veía, incluso la bola de pelos se sentó lloriqueando por los intensos zafiros que parecían escrutar al adulto joven y su mascota.
—Quédense aquí y no hagan más desastres si no quieren dormir en el patio —exclamó con evidente enfado, retirándose por una escoba y recogedor.
Yuu pensó por un momento que su prometido sería capaz de dejarlo con el perro en el patio, por lo que guardó silencio admirando al perro de pelajes claros quien compartió la mirada regañado.
Ambos esperaron pacientemente a que el rubio terminara de limpiar todo desastre. Incluso lavó trastes, hizo la comida y le sirvió la suya propia al animalito, pero los dos seguían obedientes calladitos y tranquilos hasta que al fin Mika secó sus manos tras lavárselas al haber terminado de hacer todos los deberes del hogar.
—A comer.
Dicho aquello, Yuu y Kuma rápidamente se dirigieron a su tazón y mesa respectivamente. Mika tomó asiento frente a su novio, donde ambos degustaron sus alimentos en silencio.
Yuu sentía un poco de nervios de hablarle a Mika. Realmente no esperaba que el mayor se comportara así de un de repente, y no quería hacerlo rabiar más a sabiendas de que detestaba tanto el desorden.
El azabache carraspeó, dejando sus cubiertos sobre su plato de arroz acompañado de carne asada y ensalada, para observar a Mikaela.
—Sabe muy bien, como siempre —sonrió tímido, a lo que su contrario asintió con la cabeza sin inmutarse en responder con palabras—. No sucederá nuevamente lo de los zapatos, ¿Si, amor?
Ante la última palabra mencionada, Mika no pudo evitar suavizar sus expresiones, mirando los pucheritos arrepentidos en su novio. Soltó un cansado suspiro y asintió nuevamente.
—Bien. No lo hagas más —no pudo evitar sonreír, a lo que Yuu asintió frenético. Se acercó al más alto y depositó un rápido beso en sus labios, logrando que la sonrisa en su novio se agrandara aún más.
—Te amo —le lanzó un beso volviendo a comer y guiñando su ojo en dirección al rubio.
Este por su parte soltó una pequeña risita sabiendo que siempre sería imposible enojarse por mucho tiempo con su novio.
—También te amo —respondió alegre
El resto de la tarde ambos se acurrucaron viendo la televisión gran parte de esta, a los dos les fascinaba admirar series juntos, así aprovechaban para darse besitos inocentes y susurrarse lo mucho que se amaban. Ahora las tardes de series se convertirían en tardes llenas de pelitos y saliva en sus rostros por el pequeño no tan pequeño compañero que tenían en casa.
Afortunadamente, Mika parecía un poco más contento después de que la casa hubiera sido ordenada, así que incluso le regaló un par de caricias a Kuma, que parecía disfrutarlo incluso más que cuando Yuu le daba cariñitos. Claro que eso lejos de molestar al moreno, le parecía adorable, a sabiendas que su futuro esposo siempre fue de repeler a los animalitos por la grande responsabilidad que conlleva tenerlos.
Después de cenar, ambos adultos se encontraban acurrucados, Mika acariciaba las hebras negras de su novio y este besaba repetidas ocasiones la mejilla del más alto.
—Te amo —susurró en su oído—, te amo mucho —expresó haciendo sonreir con sus ojos cerrados al mayor.
Los besos de Yuu descendieron a la mandíbula de su contrario, quien seguía acariciando la cabellera del moreno. Atrapó con sus dientes parte de su cuello cuando siguió bajando, dejando una bonita mancha color rojiza en su pálida piel.
Pronto, Yuu se trepó en Mikaela, para besar sus labios con evidente deseo incluso si cada beso mantenía un ritmo lento y suave.
Mika sacó la lengua, lamiendo los labios del que se encontraba arriba, llevando sus manos al abultado trasero de su novio, quien jadeó en respuesta.
Pronto, Yuu ingresó su mano por debajo de la playera de Mika, haciéndolo suspirar en respuesta.
—Mh... Me encanta el sabor de tu piel —comentó casual, mientras sus labios empezaban a lamer y chupar la suave y tersa piel de su pareja. Por otro lado, el rubio mordió sus labios para dar la vuelta a su prometido y devorar sus labios.
No se iba a quedar con ganas de probar a Yuu como este hizo momentos atrás, así que mordió su cuello cual sobreprotector y posesivo ser, a Yuu le gustaba dejar chupetones por diversión, en cambio, el rubio marcaba su territorio, así que al sentir el ardor de las marcas que su prometido empezó a dejar en él, Yuu dejó escapar una pequeña risita, a la ves que jadeaba por las sensaciones placenteras de las manos de Mika moviéndose en su hombría. El pantalón de la pijama de pronto pasó a ser un trozo de tela sumamente estorboso, así que sus intenciones fueron deshacerse de él.
Mika al notar lo que el menor deseaba realizar, se alejó un poco para ayudarle, no obstante, cuando quiso quitar su prenda inferior, una bola peluda y blanca se acostó en el abdomen de Yuu, y parte de su entrepierna.
Ambos se sorprendieron al principio. Según los dos, Kuma ya se había ido a dormir, además de que la noche anterior no hubo problema alguno para reposar del ajetreado día, sin embargo, ahí estaba el perro, lamiendo la mejilla de Yuu como si su vida dependiera de ello.
Fuera de molestarse, el moreno empezó a reír acariciando al animalito, y Mika ante lo sucedido sintió como su amigo íntimo también se enfriaba como a Yuu le había sucedido.
Suspiró aún así, a cualquiera le gusta hacer el amor con su persona amada, en especial si suelen hacerlo a menudo, más no tuvo más remedio que recostarse al lado de Kuma que parecía no querer irse a dormir al sofá donde la noche anterior había dormido.
—Ante los niños no podemos hacer suciedades. Kuma es un perrito imprudente —rió el menor, a lo que Mika sonrió sin responder—. Perdón, Mika. Vamos a dormir, ¿Si?
—Está bien, Yuu-chan, dulces sueños.
—Dulces sueños para ti también.
Esa noche Mika no tuvo oportunidad de abrazar al moreno, sin embargo, se enterneció de admirar a este abrazando la bola de pelos gigantes que era su cachorro. Le dio unas pequeñas palmaditas en su cabecita a Kuma y posteriormente se incorporó para besar la frente de Yuu, al finalizar su tarea se recostó quesándose dormido al segundo.
Espero que este capi les haya gustado. Si ven algún error en el nombre de Kuma les agradecería que me lo comentaran TuT
Gracias por leer 💜✨
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¿Con quién se queda el perro?
FanfictionSi tú te vas, y yo me voy, ¿con quién se queda el perro?