Capítulo 14

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—Felicidades por tu ascenso —fue lo primero que Yuu dijo—, te lo mereces completamente, estoy orgulloso de ti —le dio un ligero golpe en el hombro como si se tratara de un amigo, no sabía cómo comportarse con el rubio y solo deseaba arreglar las cosas con él.

—Gracias —le sonrió el mayor en respuesta—. ¿Tú... Enviaste algo al hospital? —quiso saber, esperando que sí haya sido Yuu quien hubiese enviado el ramo de flores azules.

—Sí —aceptó—, un ramo de flores.

Aquella confesión enterneció al rubio, logrando incluso que su sonrisa creciera más por lo dicho.

—Gracias por tus regalos.

—No es nada, debo admitir que estuve gran parte del tiempo preguntando a la florista las mejores opciones del ramo —rió—, también estuve pensando en qué más te podría obsequiar, así que solo espero que disfrutes de los dulces —empezó jugando con sus dedos.

—Me agradaron, no estés tan nervioso —rió tenuemente, quitando algo de tensión al ambiente con esa suave y tierna carcajada.

Yuu sonrió en respuesta, con la abrumadora sensación de querer huir y al mismo tiempo detener ese instante por siempre para evitar que se separaran.

—¿Quieres que te acompañe a casa?

—¡Sí!

Mika miró con cariño al moreno ante la rápida contestación. Había sonado como un niño pequeño emocionado, que eso era Yuu en realidad a los ojos del rubio, un niño grande con preciosos ojos jade y sonrisa cautivadora.

—Bien —asintió con la cabeza, ambos admirando a Kuma caminar tranquilamente con gran energía—. ¿Cómo has estado estos días, Yuu? —pidió saber después de un tiempo.

—Hm... He estado bien, pero eso no importa, mejor cuéntame qué tal has estado tú, ¿Cómo fue la fiesta, te la pasaste bien?

—Primero que nada, ¿Por qué no importaría si estás bien?

Yuu desvió la mirada, abrumado por la respuesta. Desde que se separaron en el aeropuerto, se cuestionaba mucho más sus acciones y palabras para con su entorno.

—No quiero hablar de mí, sino de ti.

Mikaela dejó salir un suspiro por lo comentado, negando por la cabeza.

—Para empezar, sabes muy bien que me gusta escucharte, y en segundo lugar, siempre me ha parecido importante lo que dices.

—¡Solo quiero escucharte! No es nada más.

No quería hablar, si abría la boca y le contaba a Mikaela sus días sin él, se soltaría hablando de su avances y retrocesos, de sus días tristes y la esperanza de que volvieran a estar juntos, y no quería manipular a Mika de manera inconsciente.

—Bien... —hizo una pausa breve admirando a su contrario de reojo—. Fue bueno, y mi aumento fue jugoso —rió—, el único inconveniente es el tiempo de trabajo mayor, que tampoco es como si fuera mucho —admitió.

—Me imagino que debe ser cansado para ti, afortunadamente tu casa es más hogareña, así que debe ser menos tedioso —farfulló mirando sus pies.

—Solo son dos horas más de trabajo diario, tampoco es la gran cosa, y para llevar tan poco tiempo trabajando es un buen avance —admitió—. Por otro lado, ¿Cómo van tus clases?

—Bien...

Mika frunció el ceño. Le dolió el pecho ligeramente con esa respuesta tan carente de sentimiento.

Yuu por su parte, carraspeó intentando desapegarse de ideas negativas formándose en su cabeza.

—¿Podría llevar a Kuma contigo de vez en cuando?

—No lo sé, mi familia nunca ha sido fanática de las mascotas, ya sabes cómo es mi papá con el pelo de animales.

—¡Está bien, está bien! —sonrió intentando con todas sus fuerzas no persuadir al rubio.

—Yuu.

—¿Si?

—Hay algo que quiero decirte.

El mencionado no pudo evitar apretar sus manos, sintiendo escocer sus ojos.

—Hace muchos años, cuando empezamos a salir, lamento haber sido todo un idiota controlador.

Yuu miró extrañado al rubio. Si era sincero, esos recuerdos los había olvidado fácilmente, después de todo Mika dejó de tener esas actitudes posesivas y obsesivas con él. Es por ello que una pequeña risita escapó de sus labios, negando con la cabeza.

—No deberías de disculparte por algo sin relevancia a este punto. Supongo que debí actuar de una manera inadecuada para que generaras esa desconfianza en mí, y de todos modos te perdoné hace mucho tiempo por cualquier percance que pudimos haber tenido —le sonrió sinceramente.

Mika admiró el brillo en los ojos verdes de su contrario ante su gesticulación tan preciosa.

—Ya casi llegamos —expresó viendo su calle a un par de cuadras de donde se encontraban—. Gracias por acompañarnos hasta casa —comentó dando palmaditas en la cabeza de Kuma, quien solo movía su cola en respuesta.

Al llegar a su hogar, Mika extendió la correa de Kuma al moreno, quien la tomó mirando fijamente el suelo.

—Yuu.

—No digas nada si no lo quieres.

—Yuu, gracias por los regalos.

Ese comentario sorprendió a Yuu. Por un momento pensó que Mika le terminaría por completo en ese instante, así que admiró los zafiros del más alto, incluso inclinó su rostro curioso, sonriéndole como su respuesta a su agradecimiento.

—¿Nos... Vemos después? —susurró con desconfianza, admirando cómo Mika se acercaba un poco más a su persona.

Quiso acortar la distancia entre ambos, sin embargo aquello quizá era imprudente de su parte.

—No lo sé...

A pesar de que el silencio podía llegar a ser abrumador, por ese instante lo único que lograba en ambos, era una atmósfera llena de sentimientos revoloteando. Si bien, había cierto rencor y heridas aún frescas, al final el amor jamás dejó sus corazones, y querían gritarlo abiertamente en ese instante. Es por esa razón que Mika llevó su diestra a la mejilla de Yuu, acariciándola con ternura, y como resultado, el moreno entrecerró los ojos acercando más su rostro a la palma de Mika, incluso depositando un beso apenas rozando la piel del rubio.

—Yuu-chan, ¿Puedo besarte?

¿Con quién se queda el perro?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora