Capítulo 8

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Bien. Mika en serio deseaba explotar. Jamás gritó a Yuu mientras discutían, pero se encontraba sumamente decepcionado.

Para empezar, Yuu no llegaba temprano a su hogar los últimos días, y cuando lo hacía lo único a lo que se dedicaba era a ver el televisor.

Mika no era una persona que esperara que su novio estuviera todo el tiempo a su lado diciéndole que lo amaba. Desde un principio siempre supo que Yuu era muy seco, y así lo amaba. Tenía sus momentos tiernos y muchas veces era espontáneo y encantador. Pero, había un límite.

Y ese límite era llamado Kimizuki.

Sí. Kimizuki.

Yuu sabía perfectamente bien por qué a Mika no le parecía que saliera con él, se lo dijo incluso una de las primeras veces en las que llegó tarde a casa.

Ya no era un niño, no tenía por qué carretearlo, pero es que Yuu ya ni siquiera se hacía cargo de Kuma, ni de sus gastos siquiera. Y vale, a Mika no le pesaba comprar comida para el cachorro, pasearlo y jugar con él, pero ahí iba la cuestión.

Yuu salía con Kimizuki.

Y Yuu no se hacía cargo de su mascota en lo más mínimo.

Mika quiso pensar que pudo haber sido su culpa ante su drástico cambio firme y fuerte con su novio, así que intentó invitarlo al cine, a comer helado, a un antro y a mucha diversidad de actividades con Kuma.

Pero siempre había una excusa.

Porque estaba cansado.

Porque saldría con sus amigos.

Porque había quedado con Kimizuki, la cual era la más concurrente.

Mika intentó volver a ser el mismo romántico de siempre, y no funcionó.

Quizá Yuu ya no le amaba.

Esperó paciente a que su novio llegara. Había visto una publicación en sus redes sociales donde Kimizuki comentaba que le agradecía por haberle ayudado tanto a ser feliz.

¡No eran celos! No era desconfianza.

Pero miles de pequeñas cosas habían estado molestándolo, y culminaron con ese hombre de cabellos rosados. Cuando dejas de amar a tu pareja y empiezas a sentir algo por otra persona, no hay más remedio que hablarlo, y Mika quería que Yuu se hiciera responsable de eso.

~

Yuu en cuanto se adentró en su hogar y vio a Mika sentado en el sofá con sus piernas y brazos cruzados se dio cuenta de que quizá evadir a Mika por sentir que en cualquier momento las cosas podrían salir nuevamente conflictuosas, le había salido peor.

—Hola, Mika —saludó apenas audible.

—¿Podemos hablar? —pidió el rubio sin dirigirle la mirada.

—¡Ah! —antes de responder Kuma se tiró encima del azabache, quien quiso reír por lo lindo que podía llegar a ser su pequeño, pero se abstuvo de hacerlo y solo lo acarició un par de segundos para responderle después de carraspear—. Sí, sí, hum... Sí. ¿Qué pasa?

—Ven al sofá, no es una plática seria si te quedas ahí tirado—pidió el rubio al fin observando a su novio.

El azabache se reincorporó y caminó hasta donde el mayor para sentarse un poco tembloroso al lado de este. En ese momento aparentaba ser un pequeño niño a punto de ser regañado por sus padres.

—¿Yuu, todavía me amas?

No pudo responder en seguida. Por supuesto que lo amaba. Lo adoraba. Mika siempre sería lo mejor que pudo haberle sucedido en la vida, pero, odiaba sentirlo así de distante.

Asintió con la cabeza inseguro. ¿Quizá ahí terminarían las cosas?

—Si dices amarme, ¿Por qué nunca piensas en las cosas que me afectan?

—Sí lo hago, yo... Solo... Sí lo hago —argumentó desviando la mirada. Había odiado sentirse así de culpable al notar que había estado rechazando a Mika incontables veces.

—¿Ah? ¿Y según tú cómo es que piensas en no afectarme?

—Mika, ya te dije que yo—, carraspeó—. Si lo preguntas por Kimizuki, en ningún momento le he dado entrada conmigo —fue sincero—. Él solo ocupaba un poco de ayuda y decidí dársela.

—Y si te pido que no lo veas más, ¿Lo harías? Porque de entre todas las cosas que te he pedido en todos estos meses, nada de eso has hecho por mí.

Yuu se quedó sin palabras, observando a Mika con arrepentimiento. Por esa carita de niño regañado, Mikaela desvió la mirada, pensando que no era momento de arrepentirse por haber sacado ese tema.

—No voy a pedirte que dejes de verlo, es tu vida y puedes hacer lo que quieras, pero por lo meno sé más considerado conmigo, Yuu. ¿Sabes cuánto tiempo espero a que llegues para pasar tiempo contigo? —expresó mirándolo suplicante.

El menor seguía sin responder, abría la boca y la cerraba inseguro.

—Yuu, ¿Y Kuma? No has hecho nada por él. ¿Y la boda? La cancelamos si no te sientes seguro, ¡Pero dime las cosas! No puedo adivinar lo que piensas o lo que quieres, estás totalmente ausente.

—¡No! Yo... ¡No! Mika, no quiero cancelarla. Estoy... Estaba... Ah —suspiró escondiendo su rostro entre sus manos, frustrado por no saber siquiera ordenar sus propias palabras—. Te quiero, Mika. Perdona a este idiota, he sido muy injusto contigo, y lo lamento.

Mika observó en silencio a su prometido, de repente desvió su mirada a su mano, donde ningún anillo se encontraba porque Yuu dijo que deseaba regalarle uno pero nunca se lo dio, y en cambio Yuu no llevaba ninguno solo porque olvidaba colocarse su anillo de compromiso.

De pronto volvió a sentirse muy triste con su novio.

—Yuu, no creo que quieras casarte de verdad. ¿Qué es lo que esperas de esto?

—¡Me quiero casar, Mika! —farfulló tomando la mano de su novio con miedo. Su corazón le dolía en pensarse lejos de Mika—. No quería molestarte. Es solo que —suspiró por enésima vez, negando con la cabeza—. Pensé que si me alejaba un poco no te enojarías conmigo, no me gustaba sentirnos lejos y discutiendo como ahora. ¡Odio eso, Mika! No soporto tener este sentimiento de... Ahogamiento, de que te pierdo y de... —sus ojos verdes se llenaron de lágrimas, pero intentó retenerlas en vano, mientras su voz se cortaba con cada palabra que emitía—. Sentirnos cada vez más lejos es una tortura y solo intento no pensar en eso, ¿Si? Perdóname, no es que no te quiera más. Solo prefería evitar esto.

¿Con quién se queda el perro?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora