Había colgados en el techo un par de arreglos de flores de papel de colores claros y brillantes, en la mesa se encontraban esparcidos distintos platillos y una botella de vino tinto, además de que frente a dos sillas, se había acomodado la mesa de manera elegante, con platos en el medio de un mantel, copas en una esquina del mismo y cubiertos de plata a cada lado de los platos.
El pequeño ya no tan pequeño cachorro había sido previamente bañado, y después de ser secado y cepillado, Yuu se dedicó a colocarle una pequeña corbata para que cuando Mika llegara, supiera que era un día especial.
Se había tomado el día libre solo para hacer este arreglo. Normalmente no lo hacía, le gustaba su trabajo, sin embargo, quería compensar a su novio todo lo que hizo por él desde que se conocieron, por lo que ese día planeaba volver a pedir matrimonio.
Tenía en el bolsillo de su traje negro una cajita donde se encontraba el anillo que había comprado para pedir la mano de Mikaela. No había querido utilizar los mismo que su novio había adquirido, porque esto quería que fuera por su propia persona completamente.
La hora de llegada de Mikaela estaba cerca y las manos de Yuu comenzaron a sudar por los nervios. Que el de ojos azules le haya perdonado no significaba que quisiera volver a casarse, y eso le aterraba porque Yuu realmente deseaba pertenecer a Mika en todos los aspectos, quería llevar su relación a lo máximo que pudiera llegar, en este caso, el matrimonio.
Cuando escuchó el manojo de la puerta siendo abierto, se paró rápidamente, tan rápido que incluso Kuma se levantó asustado por la reacción de su amo. Yuu soltó una risa por esa reacción, y caminó rápidamente a la entrada donde Mikaela se asombró con los arreglos de la casa y el olor que desprendía el comedor, acariciando la cabeza del animalito cuando se alzó en patas recibiendo a Mikaela, moviendo su colita emocionado.
—¿No olvidé nuestro aniversario, verdad? —preguntó el rubio sorprendido. Yuu rió y negó con la cabeza quitando de los hombros de su novio la sudadera que llevaba, para acomodarla en el perchero cerca de la puerta, siendo seguido por su mascota.
Tras cerrar la casa, Yuu llevó de los hombros al rubio hasta la mesa donde lo sentó en una de las sillas acomodadas, y antes de sentarse llevó a Kuma al patio. A pesar de que quería que su pequeño estuviera presente, era un travieso y esto era algo serio, por esa razón optó por dejarlo fuera un momento.
—En realidad, quiero hablar contigo.
Mika se hizo una idea de lo que sucedía, sonriendo con ternura a Yuu, y dándose cuenta de que quizá haberlo perdonado no era del todo incorrecto. Para empezar, Yuu realmente se había estado esforzando, a veces todavía olvidaba acomodar sus zapatos o poner a secar la ropa cuando lavaba, pero no era un flojo que esperaba que Mika hiciera todo por él.
—¿Ah, si?, ¿Y qué tienes por decirme? —pidió saber Mika, tomando la mano del moreno para depositar un suave beso en el dorso de la misma.
Yuu sonrió complacido por esa acción, acariciando los dedos del más alto. Carraspeó nervioso, y sonrió ansioso a Mikaela, negando con la cabeza.
—Primero comamos —pidió, alejando su mano para destapar todos los recipientes sobre la mesa. Había lomo de cerdo en salsa de champiñones, una olla con arroz y otra con curry que no había podido faltar. También había un recipiente con fideos fritos acompañados de carne de res y verduras, y un shouyo ramen en caso de que a su novio se le antojara algo más líquido.
—¿Tú lo preparaste? —pidió saber Mika, aún si lo dudaba.
—Lo pedí a domicilio —admitió el moreno, tomando la botella de vino para abrirla con cuidado, y posteriormente sirvió una copa a cada uno—. Excepto el curry —expresó avergonzado.
Mikaela sonrió enternecido, sirviendo primero una porción del curry que su chico había preparado.
Sabía bien en realidad, Yuu se había esforzado mucho en prepararlo por la carga emocional que aquel platillo representaba en sus vidas, así que Mika se sintió orgulloso por probar uno de los primeros platillos que Yuu preparó por su propia cuenta.
—¿Cómo te fue hoy en el trabajo? —pidió saber el moreno, comenzando a servirse un poco del lomo de cerdo, y comiendo mientras observaba a Mika.
Tras platicar del día de ambos, la comida fue terminándose, había pasado más tiempo del que pudieran haber pensado, de no ser por los arañazos en la puerta del patio, habrían seguido conversando. Mila rió y se dirigió al patio para meter al pobre Kuma.
Al regresar a su asiento, Kuma se paró y se recostó en las piernas de Yuu, con una carita tierna que pedía algo de comida humana. Yuu decidió que le daría un regalo después, quería seguir conversando con su novio y pedirle matrimonio.
Después de tiempo siendo ignorado por el ambiente agradable y ameno de sus amos, Kuma se recostó en un sofá para tomar una pequeña siesta. Yuu aprovechó y tomó la mano de Mika carraspeando con evidente nerviosismo.
—¿Mika?
—¿Si, Yuu-chan?
—Te amo —susurró, acariciando la piel pálida de su contrario.
—Yo también te amo —respondió Mika besando la mano de Yuu—, y no dejaré de hacerlo nunca —expresó, sabía bien lo que Yuu quería hacer, así que no estaba de más darle ánimo, al final de cuentas las acciones de Yuu desde que volvieron le llenaban el corazón de calidez.
Por su parte, el menor sonrió un poquito más seguro de sí mismo, por lo que soltó la mano de Mika y extrajo de su bolsillo una cajita negra aterciopelada, apretándola entre la palma de su mano. Se levantó de su asiento y caminó hasta donde se encontraba Mika, arrodillándose tímido.
—Mika... —murmuró, abriendo la cajita negra, con sus manos levemente temblorosas. Un anillo dorado con incrustaciones de diamantes brillaba dentro, Yuu lo tomó y dejando la caja sobre la mesa, tomó en seguida la mano de su novio—, sé que últimamente no he sido el mejor, así que te pido una disculpa —aceptó, sintiéndose un tonto por no darse cuenta de toda la incomodidad que su novio había pasado por tanto tiempo—, pero... ¡Realmente te amo! —explotó nervioso—, ¡Y, por esa razón, quiero casarme contigo!
Mikaela no pudo evitar esbozar una sonrisa complacida, su pecho se encontraba cálido, y decidió ingresar su dedo en el anillo que Yuu todavía sostenía con tanta delicadeza y miedo.
—La respuesta creo que es obvia —exclamó el rubio, poniéndose de cuclillas, admirando el bonito anillo que su novio había comprado para él—, te amo, Yuu-chan, y, también quiero casarme contigo.
Debo admitir que ya ni me acordaba de cómo es este fic después de mil años de no actualizarlo u.u tuve que releer algunas partes xD pero bueno, espero traer el epílogo pronto y espero que este capi les haya gustado <3
ESTÁS LEYENDO
¿Con quién se queda el perro?
FanfictionSi tú te vas, y yo me voy, ¿con quién se queda el perro?