Al final terminó aceptando como el tonto que era. Le conmovió que Yuu hubiera tomado esa decisión, a pesar de que seguía molesto. Todo el viaje estuvo pidiéndole disculpas y se aseguró de llevar una almohada viajera para Mika, llevó la maleta de ambos y cuidó de que el rubio no hiciera muchas actividades. Había sido un detalle un poco intenso, más fue adorable para Mika ver así a su ex prometido.
—¿Por qué haces esto, Yuu? —quiso saber el rubio, admirando al de cabellos negros buscando sus maletas en cuanto llegaron al continente Americano.
—Porque sé que tienes razón, y quiero compensarte por lo menos un poco todo lo que me has dado —fue sincero, evitando mirar a los ojos a su contrario.
—No tenías qué hacerlo, ¿Sabes? Pero creo que es lindo como una despedida.
Ante esa mención, Yuu dio un pequeño respingo y Mika pudo percatarse de cómo el rostro de su contrario se tornaba rojo, así como también sus facciones se distorsionaron en una inmensa tristeza por lo dicho. Se sintió culpable por un momento, pero, ¿Qué quedaba de ellos? Para empezar seguía muy molesto, y de esa manera no podía tomar decisiones adecuadamente. Habían sido tantas cosas acumuladas las que le causaron disgusto que ni siquiera podía pensar en perdonar en algún momento al moreno.
—Supongo que sí, es lindo —rió falsamente con su voz temblorosa, se tapó los ojos y no dejó aquella expresión rota que le partió el corazón a Mikaela.
El silencio entre ambos reinó hasta que llegaron al hotel, había dos camas individuales y al final se encontraban en el mismo cuarto lo cual sorprendió a Mika, quien quiso comentar algo al respecto, más Yuu tomó la palabra en cuanto se percató de la confusión del ojizafiro.
—No sé si te sentirías cómodo con una cama —carraspeó—, ni si dormíamos en habitaciones distintas. Nos vamos a separar al fin de cuentas y no quiero que estemos muy lejos —admitió—, si te sientes incómodo puedo ir a pedir una habitación extra.
Mika negó con la cabeza. Finalmente también extrañaría dormir con su ex, incluso cuando al momento de dormir soltaba patadas y manotazos, para eso es que lo abrazaba cuando descansaban.
—Está bien así, sería un gasto más, así que no te preocupes —le sonrió falsamente.
Yuu agradeció internamente. A decir verdad, solía ahorrar su dinero solamente porque muchas veces no le apetecía ir de compras y cuando lo hacía era solo porque de verdad tenía que hacerlo. De todos modos, un viaje así de espontáneo había salido un poco más caro de lo que pensó.
—Hm... ¿Quieres ir a pasear por el lugar? Lamento no saber a qué lugares podemos ir —expresó—. A menos que desees asistir a algún lado en particular.
—Está bien así, Yuu. No tienes que esforzarte tanto.
—Sí, tengo. Yo te invité —murmuró casi como un susurro.
Caminaron por las calles de Estados Unidos, el silencio seguía presente entre ambos. Podían sentir aquella brecha que se formó entre los dos poco a poco tan densa que el simple hecho de mirarse parecía ser una odisea.
Al final aquel viaje de poco menos de una semana fue un desastre. Para empezar, no podían darse el lujo de visitar lugares de turismo que incluyera gastos y tuvieron que abastecerse de productos económicos para no hacer tan costoso el viaje. Aunado a ello, su comunicación fue pésima. No podían empezar una conversación sin sentir esa presión en el pecho que les hacía sentir que les faltaba el aire. Apenas y cruzaron media oración por día, y así fue que regresaron a Japón.
A pesar de que Yuu podría pensar que era el único que sufría ese instante, Mika también lo hacía. No por sentirse tan decepcionado dejaría de amar de la noche a la mañana al moreno, pero este lo veía como el culmen de los sentimientos de Mika.
Pensó que no tenía más esperanza de recuperarlo. De gustarle, de pedirle disculpas y que lo perdonara sinceramente.
Yuu sabía que no era un novio grandioso, siempre fue seco, pasivo-agresivo, y cero romántico, más pensó que era suficiente con serle fiel eternamente y pasar el resto se sus vidas amándose como lo habían hecho hasta poco antes de que Kuma llegara a sus vidas.
Suspiró sonoramente en cuanto salieron del aeropuerto.
—¿Me dejas acompañarte a la casa de tus padres? —pidió Yuu.
El rubio parpadeó sorprendido por la petición, así que asintió con la cabeza empezando a caminar a la estación de trenes.
—Mika —llamó Yuu—, gracias por aceptar mi invitación, y... Por todo en general —murmuró Yuu sosteniendo con fuerza tanto su maleta en su mano izquierda como el tuvo del tren para sostenerse.
—Gracias a ti por invitarme, Yuu.
—¿Puedes seguir diciéndome como sueles hacerlo?
Mika se quedó sin palabras ante la petición. No podía hacerlo, no cuando seguía en proceso de perdonar al joven al lado suyo.
—La próxima parada es la mía, no tienes que acompañarme todo el camino —fue su respuesta.
Nuevamente se quedaron sin habla hasta que la parada llegó. Ambos desbordaron el transporte y Yuu tras avanzar algo de tramo caminando, se armó de valor para preguntar algo que le había estado dando vueltas a la cabeza.
—Sé que no estamos bien, y, no lo dijimos directamente, pero... No quiero que esto termine —empezó.
Había parado su andar y a su par, el mayor también lo hizo, admirando a Yuu que no le regresaba la mirada.
—¿Podemos solo darnos un tiempo? Te doy todo el que necesites, solo piénsalo, ¿Si? Solo pensemos lo que queremos, y... ¡Lo que es mejor para los dos! Quizá es bueno, ¿Qué te parece?, está bien si no lo deseas, no es mi intención imponerte mi idea, ¡Solo es una sugerencia porque no te quiero perder! —terminó.
Mika quería negar. Quería alejarse. Quería no sucumbir, pero como siempre, terminó cediendo.
—¿Un tiempo?
—¡Sí, un tiempo, un tiempo! ¡Puedes llamarme en cualquier momento y hablamos de tu decisión!
—¿Y si decido no seguir con esto?
—¡Está bien! —respondió con voz quebrada—. Está bien, está bien... Solo... Llámame si ocurre algo, ¿Si? Por favor, solo hay que darnos un tiempo... Intentaré... Cambiar. Yo...
Su respiración se encontraba tan agitada, Mika parecía dar indicios de aceptar la propuesta, sin embargo aquello no apaciguaba sus miedos.
—Está bien. Solo hay que darnos un tiempo —se acercó el rubio, extendiendo su mano hacia el menor, que le miró con más calma.
Mika no parecía contento, en un principio solo no deseó ver a Yuu así de triste y por esa razón aceptó ese "tiempo" a cambio del rompimiento.
Por su parte, el moreno tomó la mano de Mika con tanta delicadeza que el rubio sintió que su contrario parecía tomar un tesoro que no desea que sea maltratado.
—¿Puedo... Abrazarte? —luego pidió, apretando un poco más su agarre, y el rubio no hizo otra cosa más que jalar al moreno y fundirse entre sus brazos.
Mika se preguntaba una y otra vez por qué siempre caía ante su contrario. Siempre pensaba tanto en él antes de sí mismo, odiaba no poder odiarlo, odiaba sucumbir a su rostro triste y ver que podía arreglarlo.
Pero, por ese momento, solo disfrutó del calor de su contrario, sabiendo que quizá el tiempo podría ayudar a cambiar el ambiente entre ambos.
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¿Con quién se queda el perro?
FanfictionSi tú te vas, y yo me voy, ¿con quién se queda el perro?