No se atrevió a mandar mensaje a Yuu, aún si deseaba invitarlo a una pequeña fiesta entre médicos que los mismos habían organizado para celebrar que el rubio sería el médico en jefe del hospital.
A cambio de ello, lo publicó en sus redes sociales con el afán de que Yuu lo viera, aunque honestamente dudaba que el moreno hiciera algo al respecto.
No esperaba una reacción siquiera, aún si la deseaba. Había desarrollado una decepción terrible con su ex novio, después de todo.
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La convivencia entre colegas había durado más de lo que le hubiera gustado. No le encantaba salir de fiesta, y solo salía con sus amigos de vez en cuando, en raras ocasiones aceptaba propuestas para socializar.
A mediados de la celebración, una enfermera le entregó un ramo de flores azules No me olvides y Jacintos, así como también lindas flores blancas Lilas y Magnolias.
No había tarjeta que le dijera quién había enviado el ramo, ni siquiera para expresar algún mensaje en el envío.
El listón que sostenía las flores, era de color verde y la envoltura del mismo también lo era.
La reunión siguió poco tiempo y volvió a casa de sus padres con la esperanza de ver la melena negra de Yuu.
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Al adentrarse y comunicar que había llegado, Krul admiró las bonitas flores y le ayudó a su hijo a colocarlas en un recipiente con agua.
—¿Quién te las dio? —pidió saber admirándolas a la par del rubio.
—No lo sé, solo llegaron así, sin más. Me las entregó una enfermera y dijo que eran para mí, por un momento pensé que eran de su parte, más comentó que me las enviaba alguien —aceptó.
—¿Y no le preguntaste de quién las recibió? —rió la de cabellos rosados, a lo que Mika asintió con la cabeza explicándole que alegó no saber de quién se trataba—. Parece que sigues teniendo admiradores secretos —argumentó Krul dirigiéndose a la cocina.
—De todos modos es algo que no me importa —desvió la mirada admirando por la ventana a las personas pasar con aburrimiento.
Krul no mencionó algo al respecto, solo mirando a su hijo con pesar.
Poco tiempo después, la puerta fue tocada, y Krul sonrió pidiéndole a Mikaela que fuera a abrirla.
Su sorpresa fue enorme en cuanto notó a un perro enorme de pelajes claros sentado al frente de la casa, con una canasta de ratán en su boca, la cual llevaba diversos tipos de aperitivos dulces y globos de helio atados en la superficie de la canasta.
Mika no pudo evitarlo, una sonrisa surcó sus labios y tomó la canasta viendo por todos lados buscando a Yuu para agradecerle por su detalle.
—¿Ya llegó? —rió su madre tras de sí.
—¿Sabías de esto? —preguntó sin dejar de sonreír y de acariciar a Kuma, mirando a Krul como casi retándola.
—Sí, me llegó un mensaje pidiéndime un par de favores de Yuu —aceptó—, como el hecho de pedirte que abrieras la puerta.
—Mamá, debiste de decirme —exclamó ingresando al cachorro y dejando la canasta sobre la mesa ratona en la sala de sus padres.
—Si te decía, dejaría de ser una sorpresa... Yuu me pidió que pasaras algo de tiempo con Kuma, comentó que parece extrañarte mucho.
—También te extrañé, bola de pelos —expresó acariciando al animal y logrando que moviera su patita contento por el gesto del rubio—. Mamá.
—¿Hm?
—¿Él te dijo cuándo vendrá por Kuma?
La de cabellos rosados resopló dirigiéndose a la cocina.
—Lo llevaré yo.
—¿A dónde?
—A tres cuadras de casa, supongo que Yuu debe estar paseándose por aquí —aceptó la mayor.
—Déjame llevar a Kuma a Yuu.
Krul miró extrañada al de ojos azules. Aún no podía creer que su hijo, quien parecía amar más que nada a Yūichirō, le llamara de esa forma tan seca a este.
Por supuesto, no podía meterse en ese tipo de asuntos a menos que Mikaela quisiera abrirse un poco más y admitir lo que sucedía, pero siempre fue así de cerrado, así que no lo presionaría y como su madre solo apoyaría sus decisiones.
—Bien, bien. Llama a Yuu cuando quieras regresar a Kuma.
Mika no pudo resistirlo y en cuanto escuchó esa oración marcó al número del moreno, y no porque quisiera dejar al perro en ese momento, sino porque, quería hablar con Yuu.
Krul suspiró negando con la cabeza y decidió seguir con sus actividades a escuchar el melodrama romántico de su hijo.
Por otro lado, Mika se sintió nervioso cuando Yuu demoró tanto en responder su llamada.
—¿Hola? ¿Mika? —respondió con voz temblorosa.
—Hola —comenzó—. ¿Podemos hablar?
—Ah, sí, claro... Pero, ¿No quieres pasar un poco de tiempo con Kuma? Te extrañó muchísimo estos días.
—Creo que puedo pasar tiempo con él mientras hablamos —sinceró.
—Bien —respondió como susurro—, solo... Sal.
El rubio colgó la llamada y rápidamente tomó la correa que llevaba Kuma y salió de su hogar. No pasaron muchos minutos cuando Yuu corrió a su encuentro.
Por ese momento, ambos compartieron una mirada cargada de sentimientos confusos, arrepentimientos y enormes ganas de besarse en ese instante.
—Hola —le sonrió Yuu esperanzado en que no le terminara en ese momento.
—Hola.
Kuma por su parte parecía emocionado, caminando hacia Yuu y hacia Mika dando brinquitos y alzándose en sus patas para acercarse a ambos.
—¿Te parece si caminamos? —sugirió el rubio, y Yuu aceptó la propuesta avanzando a la par de este.
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¿Con quién se queda el perro?
FanfictionSi tú te vas, y yo me voy, ¿con quién se queda el perro?