Yuu se empezaba a volver loco. Desde niño, sus padres le pedían rara vez que hiciera actividades hogareñas debido a que normalmente las realizaba con toda la pereza del mundo y no aprendió a hacerlas muy bien.
Para empezar, cocinar no era de su agrado y terminaba quemando muchos de los platillos que realizaba para comer, incluso también los salaba demasiado.
Decidió abastecerse solamente de sopas instantáneas mientras aprendía a cocinar adecuadamente, ya había estado viendo un par de cursos de cocina gratuitos en su celular.
Ciertamente, con la ausencia de Mika se dio cuenta de que había sido inútil mucho tiempo. Inútil, en cuestiones tan sencillas que pensó que no eran importantes como el simple hecho de hacer huevo revuelto para desayunar.
Afortunadamente, antes de regresar de Estados Unidos, habló con Mika y le comentó que deseaba seguir quedándose en el hogar que ambos habían adquirido, y este aceptó, de hecho no se había llevado ningún inmueble aún, lo único que le molestaba es que no habían indicios de comunicación entre ambos.
Había algo que le frustraba bastante desde que Mika se encontraba en casa de sus padres, y era el saber la carga tan grande que este llevaba. Para empezar, como médico, tenía mucho menos tiempo que Yuu, su horario era muy apretado y a veces hacía guardias en el hospital que trabajaba. Aunado a ello, hacía siempre de desayunar, comer y cenar, y sí, los aseos de la casa eran muy cansados. No solo con eso, también hacía normalmente las compras necesarias, administraba el dinero y pagaba lo necesario para subsistir como el internet o el gasto de agua y luz.
Yuu se sintió verdaderamente mal al notar lo cansado que era eso.
También recapacitó en las confesiones que hizo el rubio, tales como desear pasar tiempo con él, y simplemente huía. Con el aspecto de Kimizuki, realmente no se sentía mal. Para empezar, su amigo ya no poseía sentimientos por su persona y ciertamente estuvo ayudándole con algunas situaciones, y la única razón por la que no mencionó nada al de ojos azules se resumía en que este odiaba hablar del pelirrosa y no quería incomodarlo.
Ahora bien. Apenas eran las ocho de la noche y ya se encontraba rendido, y ni siquiera había terminado de hacer todas las actividades que tenía pendientes: lavar su ropa y recoger las heces de su cachorro. Ni siquiera lo había llevado a pasear en un buen tiempo.
Se sentía verdaderamente estúpido porque no sabía utilizar la lavadora, pero por lo menos no había dejado sus zapatos fuera de lugar, así como tampoco sus chaquetas.
Quería decirle a Mika aquello, que había empezado a ser más responsable con su hogar, que empezaba a aprender esas cosas básicas tan importantes que dejó como peso completamente a Mika.
Quería pedirle que le enseñara, que le ayudara a mejorar, que le diera consejos. Que lo felicitara.
Un dolor atravesó su pecho al pensar en el ojiazul. Quizá sí era mejor separarse, porque no deseaba más ser una carga emocional y física para su novio.
Nunca se comprometió del todo. Era fiel, y ese era el único aspecto del que se sentía orgulloso, porque era verdad que cuando no quería algo, no lo hacía, siempre se ponía a sí mismo antes que Mika, y deseaba enormemente volver al pasado para compartir los logros de su novio y felicitarlo como este se merecía.
Pensaba que quizá Mika la estaba pasando de lo mejor sin él, y sin embargo, el mayor no se encontraba muy diferente al moreno.
Para empezar, extrañaba a Kuma. Había desarrollado un gran amor por el perro, y adoraba admirar cómo jugueteaba con Yuu e incluso él mismo unirse a la diversión.
También se abstenía de llamar al moreno, incluso si deseaba escuchar solamente por un par de segundos la voz de este.
Había algo que le molestaba mucho de sí mismo y le hacía sentir una culpa horrible con Yuu. En el pasado, Mika admitía haber sido un novio pésimo, posesivo y manipulador. Recordaba que cuando empezaron a salir, poco después también estuvieron a punto de terminar.
Aquello volvía a tratarse de Kimizuki.
Kimizuki después de que empezaron a salir, empezó a molestar a Mika, y más que por Yuu, era por el hecho de haber perdido en la guerra por el corazón de Yuu.
Claro que, el de cabellos rosados nunca tuvo oportunidad contra él, y lo sabía, y también sabía que Yuu era muy diferente con sus amigos a como lo era con él.
En ese tiempo, Mika empezó a generar actitudes y acciones completamente irracionales. Muchas veces le pedía a Yuu su teléfono celular y revisaba sus conversaciones, claro que aquello molestaba al moreno y peleaban por eso. Cada vez que salía con Kimizuki, Shinoa, Mitsuba o cualquier amistad, se molestaba y hacía berrinches a Yuu.
Llegó un punto en el que el moreno explotó, y así como Mika, le pidió que terminaran.
Fue en ese momento en el que Mikaela cayó en cuenta de que había actuado mal y desconfió mucho de su novio.
Recordar esos días era la razón por la que normalmente minimizaba las cosas que le molestaban de Yuu. Después de ese día cambió drásticamente, y su relación pareció ir mejor, incluso si cuando su relación se veía envuelta en un ambiente tóxico, Yuu seguía siendo esa persona poco empática que no logra comprender cuando hay algo mal, que huye de los problemas y solamente piensa en sí mismo.
Al final, la culpa no era completamente del azabache, desde un principio debieron de mantener una comunicación asertiva, y no solo acumular más problemas hasta que explotaran.
Se preguntó seriamente si de verdad podrían volver a tener algo, una tercera situación de problemas probablemente terminaría con su relación, y lo menos que deseaba era que hubiera más conflictos entre ambos.
Hacer sufrir a Yuu y que este también lo hiriera, parecía que no era cosa de hace poco tiempo.
Por lo pronto, lo único que quedaba era descansar, intentar despejarse y analizar la situación entre ambos.
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¿Con quién se queda el perro?
FanfictionSi tú te vas, y yo me voy, ¿con quién se queda el perro?