Epílogo

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Mientras se miraban a los ojos fijamente y daban el sí, sonreían como el mejor día que habían experimentado a lo largo de toda su vida. Su familia y amigos sonrieron y lanzaron pétalos de rosas blancas a los recién casados mientras pequeñas lágrimas se derramaban de sus ojos.

Tras haberse casado, y luego firmado su matrimonio, todos se dirigieron al sitio donde la fiesta daría inicio, no sin antes haber pasado por su fiel amigo que esperaba en casa bañado y peinado. El amoroso perro se emocionó cuando sus amos lo saludaron e ingresaron al coche, Kuma como todo el travieso que era, se movía por todo el asiento, admirando la ciudad con emoción, lo que causó ternura en ambos recién casados que viajaban bajo una plática amena y muchos te amo de por medio.

Cuando llegaron al lugar, este ya se encontraba preparado con una mesa de regalos, una mesa de postres y bebidas, las mesas bien arregladas y adornadas, y también un espacio donde se daría su baile de recién casados.

Ambos se encontraban muy emocionados, habían dado comienzo al pequeño banquete primeramente, incluso compraron comida premium para Kuma que disfrutaba en el patio como todo el pequeño rey que era para la pareja. Sus padres, y amigos se acercaban para abrazarlos y felicitarlos además de tomarse fotos con ellos, enmarcando muchos recuerdos de tan memorable día.

Rato después, Krul le avisó a ambos esposos que la música para que bailaran se daría en unos pocos minutos, así que ambos asintieron, compartiendo un casto beso mientras Mika se dirigía a Krul y Yuu con Shinya, para posteriormente bailar una pieza con ambos, y luego de ello, pasaron a tomar sus propias manos, sonriéndose como dos niños siendo cómplices de una pequeña e inocente travesura.

Un grande y travieso perro caminaba a su alrededor haciendo reír a la pareja y a los invitados que tenían en la hacienda, mientras bailaban con una mirada enamorada y una sonrisa que no podía borrarse en ese momento.

—Kuma, te pondremos atención en un momento —prometió Yuu reposando su cabeza en el hombro de su ahora esposo, cerrando sus ojos esmeraldas mientras Mika presionaba la espalda del menor con cariño.

Kuma solo ladró y se alzó en patitas para recibir un poco de caricia y atención de sus dueños, así que sin poder evitarlo, ambos se separaron y dieron palmaditas en la cabeza del perro.

La música que seguía para el vals de ambos, produjo que Krul tomara la correa de Kuma y se lo llevara para que Mika y Yuu pudiesen seguir con su actividad reciente, el pequeño no tan pequeño animalito ya había llenado el lugar de diversión y ternura, pero los recién casados todavía querían seguir bailando, después podrían prestarle más atención a su peludo hijo.

—Mika —llamó Yuu a su esposo, abrazando con más fuerza al rubio que seguía moviéndose a la par del azabache —te amo mucho, mucho —murmuró al punto de las lágrimas de nueva cuenta, y es que se sentía muy contento de que Mikaela decidiera no terminar con su relación y haberle dado otra oportunidad, además de, claro, haber aceptado casarse con él como en un principio lo habían decidido ambos.

A pesar de que su relación había estado a punto de quebrarse, se alegraba de que hubiese pasado. De no ser por la llegada de Kuma, Yuu intuía que en algún punto ambos se habrían divorciado y tampoco quería imaginarse lo mucho que habría lastimado a su esposo. Muchas veces las peleas terminan en introspección y en el caso de Yuu, la había necesitado con mucha urgencia.

—Yo también te amo, mi Yuu-chan precioso —murmuró con cariño, sintiéndose muy cálido, y muy feliz de ver los ojos jade de su esposo con un brillo inusualmente alegre, como si aquel día fuese la cúspide se su felicidad, aunque en realidad lo era, tanto para el menor, como para el rubio que sentía que en cualquier momento, su corazón explotaría de felicidad. Inevitablemente había depositado un beso en la mata de cabellos negros en Yuu, lo que logró que este sonriera mucho más ampliamente de lo que de por sí ya se encontraba haciendo.

Al terminar el vals, ambos se sonrieron y dejaron escapar una tenue risita, para posterior a ello darse un suave beso escuchando los aplausos de todos los invitados del lugar, y tomaron asiento para seguir disfrutando de la fiesta, mientras Krul dejaba a Kuma libre para que paseara cerca de sus dueños.

—¿Estás seguro de no querer viajar estos días? Guren y Shinya habían aceptado cuidar a Kuma —aceptó Yuu acariciando el pecho de Kuma que se había recargado en las piernas del azabache en busca de mimitos.

Mika sonrió y negó con la cabeza palmeando la cabecita del perro moviendo su cola con emoción.

—Prefiero pasar el tiempo contigo y con Kuma, es tu culpa que me haya encariñado tanto con este travieso.

Yuu rió por la confesión se su esposo compartiendo un rápido beso con este.

—De acuerdo, también quiero disfrutar de estos días con ustedes dos —aceptó recargando su cabeza en el hombro del rubio.

~

A pesar de que querían hacer el amor, y muchas veces Kuma era un pequeño impedimento durante las noches apasionadamente calientes, no dejaron a su mascota al cuidado de ninguno de sus padres, pero sí decidieron darle un jugoso regalo de alimentos ricos en proteínas, un par de juguetes y le dejaron una pequeña cama que compraron ese mismo día mientras ellos disfrutaban de besos y caricias en la oscuridad de su habitación, bajo el sonido de gemidos ahogados, suspiros, jadeos y besos húmedos.

A mediados de su acto de amor, escucharon el llanto impotente de Kuma por no poder entrar en la habitación, sin embargo, su atención a su peludo hijo era muy escasa, se encontraban muy ocupados en las sensaciones que el otro producía en su contrario, así que por lo menos antes de terminar, Kuma no sería atendido, así que se hizo bolita afuera de la habitación de los recién casados.

Kuma era muy feliz, pero también era absorbente, afortunadamente para el peludo, tanto Mika como Yuu lo amaban con todo su corazón, incluso si era tan travieso y tan comelón, era su pequeño hijo después de todo, y la cúspide de su buena comunicación.

Fin

¿Con quién se queda el perro?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora