Capítulo 23

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Gerard sentía un miedo profundo hacia Lindsey. Sabía que era una persona bastante peligrosa y que cualquier error podría costarle la vida. Sabiendo todo eso, sabía que para aligerar la situación debía portarse bien con su futura esposa. Sus pensamientos de temor lo tenían mareado mientras seguía a Lindsey a la gran habitación. A Gerard le ardían las muñecas, ya que estaba esposado.

Lindsey lo aventó dentro de la habitación y éste cayó al suelo ante la acción inesperada de la mujer. Lynz se disculpó de inmediato y cerró con seguro la puerta.

-Lo lamento tanto, querido...- Murmuró Lynz mientras sostenía la cabeza de Gerard, apoyándola así en sus piernas. Lynz le regaló unas caricias mientras contemplaba el rostro de Gerard. - Te ves cansado... ¿Porqué no me hablas?

Gerard tragó saliva y se quedó observando a el rostro de Lynz. Ella olía bien y le pareció bastante hermosa... Cosa que le enojaba pensar.

-Yo... L-lo siento...- Murmuró el de cabello negro.- No quiero ser maleducado, pero no me siento bien. No he comido por días y tener que cuidar a... mi hermana, ha sido muy difícil.

-Oh, pequeño... -Lindsey lo abrazó y de alguna manera extraña, lo hizo sentirse seguro y querido. - Aquí ya no tienes porque preocuparte. Tu y ella estarán bien a mi lado.

A cualquiera le daría miedo la sonrisa maniática de la mujer, pero Gerard la encontraba simplemente única.

Estaba claro que la salud mental de los chicos no estaba en sus carriles. Todos estaban cansados y estresados por la situación que tuvieron que vivir.

-Mira, lindo. -Lindsey acariciaba el rostro del Way mientras se fijaba en cada linda facción que resaltaba. - Llamaré para que te traigan de comer lo que más te guste y mientras tanto, nos relajaremos un poco.

Desde el pequeño mueble que tenía al costado de su cama, saco una frasco donde guardaba píldoras. Gerard no tenía ni idea que eran, pero de todos modos, recibió la pastilla ya que pensaba que Lindsey no sería capas de hacerle daño porque lo amaba.

El solo pudo ver cómo la mujer inhalaba un polvo blanco y de pronto salió de la habitación.

Gerard veía todo su alrededor moverse y sentía plenitud en él. No habían preocupaciones porque todos sus amigos estaban bien. Hannah se encargaba de mantenerlos a salvo y a él le daba igual, porque estaba con Lindsay.

...

-Eres todo un hombre, mi vida. -Rió la pelinegra despertando al Way que se encontraba a su lado, aun con efectos del fármaco administrado.- No puedo creer que te hayas devorado toda la comida y luego hayas tomado una siesta. Dormiste unas tres horas...

-Me hizo sentir mejor. -Él sonrió y ella besó sus labios con delicadeza. Lindsey amaba la sensación de tener que cuidar a alguien y evidentemente, era algo patológico. La mujer sentía estaba experimentando el mismo cariño por la rubia, que de apoco la quería como una hija y pensaba que quizás podría adoptarla cuando se casara con el amor de su vida.- ¿Me darías otra?

-Hannah te estaba buscando para que opines sobre la boda. -Gerard asentía embobado mientras consumía otra pastilla y se guardaba otra en el bolsillo para más tarde.- Te espera en el bar del hotel.

-¿Tenemos un bar?

-Tenemos todo lo que quieras, cariño.

Gerard se paró tambaleándose de lado a lado. La droga tenía un gran poder psicotropico con efectos sedantes, relajantes musculares, hipnóticos, ansioliticos, entre otros. Le sería difícil encontrar el bar en esas condiciones.

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