Samantha bajó del escenario con una de las sonrisas más grandes y sinceras que se había regalado en los últimos seis meses. Toda su vida, la música había sido ese elemento que la centraba, que la llenaba de paz y que a veces le hacía hasta entenderse mejor a ella misma. Cantar delante de un público, era de sus cosas favoritas de la vida. Amaba contar historias a través de canciones y hacer sentir a los demás. Normalmente, lograba mantenerse tranquila durante sus actuaciones, pero esa noche, sabía que en el público se encontraba Victor.
En su cabeza, Victor era la personificación de todos sus miedos y de los errores que había cometido como mujer. Ya no era cuestión de perdonarlo a él, sino de perdonarse a sí misma. Perdonarse por no haber visto las señales, por haber ignorado los concejos de su familia y de sus amigos, perdonarse por haber creído que ella podría cambiarle. Durante la mayor parte de tres años, no había querido aceptar que la relación que tenían no era sana.
Durante los últimos seis meses, había trabajado muy duro junto con su psicóloga para sanar todo ese daño, para aprender a entender que ella no había sido la única culpable de los problemas en la relación y a identificar esas conductas tóxicas tanto en ella como en las otras personas para así evitarlas en sus futuras relaciones. Había llegado a la conclusión de que ella se merecía algo mejor...joder, merecía lo mejor...pero no sabía si ya estaba lista para enfrentarlo en persona.
Cuando comenzó a cantar, volvió a sentir esa felicidad pura y dura que solo sentía en un escenario. En un segundo se habían esfumado el miedo y los nervios, hasta que le vio sentado en una de las mesas de enfrente. Le sonreía como si nada hubiera pasado. Por un momento, sintió que se le iba la voz y que no podía respirar. Cerró los ojos por unos segundos, para tratar de concentrarse y mantener el control. Cuando los abrió, sus ojos cayeron en Flavio.
El chico la miraba con una sonrisa que Samantha no pudo no corresponder. Era inevitable. Durante los últimas semanas, se había dado cuenta de cuánto le gustaba verle sonreír, y más si ella era la causa. En poco tiempo habían desarrollado una complicidad y confianza que pocas veces había sentido con alguien fuera de su familia y sus amigos más cercanos, pero por alguna razón, ese momento había sido diferente.
Lo que vio en los ojos del chico hizo que algo en la rubia despertara, y aunque no estaba segura, tenía una idea de lo que era. Se estaba enamorando el murciano, y era algo que la llenaba de miedo, curiosidad y esperanza a la vez.
Desde aquel beso en Murcia, sabía que por lo menos físicamente, se atraían. Pero el amor era otra cosa...y la verdad es que no creía estar preparada para iniciar una relación en ese momento. No hasta que confiara de nuevo en ella misma. No creía que era una buena idea, pero sobre todas las cosas, no quería hacerle daño. No a Flavio. Samantha seguía pensando en todo eso mientras los chicos de sonido terminaban de quitarle los inears en el backstage.
"Samantha." - escuchó en una voz que reconocía demasiado bien.
"Victor." - le respondió mientras se daba la vuelta para verle. Estaba casi igual que la última vez que le vio, el día que se suponía sería su boda. Solo llevaba el pelo un poco más largo.
"Tenemos que hablar." - le respondió fríamente. Samantha respiró profundo, y en ese momento se dio cuenta de que los técnicos ya habían terminado y que estaban recogiendo todo para salir del pasillo que usaban como backstage, lo que la dejaría a solas con Victor.
"Si que tenemos que hablar." - le dijo mirándolo determinada - "pero este no es ni el momento, ni el lugar."
"A mí me vas a escuchar." - le dijo tomándola del brazo.
"Victor, suéltame o grito." - respondió Samantha un poco asustada.
"Perdón, es que estoy un poco nervioso." - le respondió mientras se pasaba las manos por el pelo.
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El Plan Perfecto | Flamantha
Science FictionSamantha es la reina del pop español. Flavio es la estrella incipiente con mayor proyección del panorama musical. El mundo del entretenimiento se encuentra fascinado con la pareja, que en principio, no puede ser más dispareja...lo que nadie sabe, es...