Capítulo 21. Nos debemos un café

684 71 9
                                    


Era jueves y para ser finales de abril, el clima estaba especialmente frío. Samantha se encontraba sentada en la que ya consideraba su mesa, en uno de sus cafés favoritos. Siempre que estaba en Madrid, pasaba horas y horas en aquel lugar. Hasta había entablado una amistad con los dueños, sus empleados ya conocían a la perfección sus gustos y siempre la trataban con mucha cercanía. También, ayudaba a que el sitio, aunque era una joyita, no era muy popular, por lo que podía pasar desapercibida y actuar con naturalidad sin que nadie la molestara. Allí siempre podía ser una más.

Nos debemos un café...le había escrito al murciano la noche anterior. La verdad es que ni sabía por qué había elegido esa frase. Ella no bebía café, nunca y, cuando lo hacía, siempre era descafeinado. Le gustaba más un buen té, que la tranquilizara un poco. Ademas, ellos no se debían un simple café.

Se debían palabras, se debían caricias, un millón de besos y abrazos, se debían días y noches completas en la cama...una vida entera, juntos.

Estaba nerviosa, lo podía notar en todo su cuerpo. No le ayudaba que no había dormido prácticamente nada. Luego de enviar el mensaje, no hubo forma humana de conciliar el sueño. Se pasó toda la noche dando vueltas y pensando en qué exactamente le diría a Flavio.

¿Cómo le decía que se había equivocado?

¿Cómo le explicaba que su plan había sido una mierda y que los dos habían sufrido sin razón?

¿Cómo le pedía que volvieran, si pronto ella se marcharía de nuevo?

Su cabeza era un solo desastre desde que vio al chico la noche anterior. Hasta le daban ganas de reírse de sí misma al pensar que, antes de viajar a España, se había autoconvencido de que podría verle sin que le afectara, que podría volver de nuevo a la vida que llevaba en California luego de volver a sentirle cerca.

Dicen que uno siempre vuelve los lugares en donde fue feliz. La noche anterior Samantha se dio cuanta de algo que la llenaba de miedo y seguridad al mismo tiempo: Ella siempre volvería a Flavio.

Nunca se iría, no por completo, porque no podría alejarse de la mejor versión de ella misma.

Había citado al chico a las 10 y, mirando su móvil, vio que eran a penas las 9:45. Le quedaba un cuarto de hora y, si no encontraba con que entretenerse, se volvería loca. Tomó la libreta que siempre llevaba en su bolso, esa que escondía todos sus secretos y comenzó a hacer lo que mejor se le daba, escribir. Últimamente, todas las metáforas que creaba de alguna forma u otra se relacionaban con el mar...estaba segura de que si se lo comentaba a su psicóloga, tendría un par de cosas que decir al respecto, pero esa mañana, le apetecía escribir sobre algo diferente. Buscó una hoja en blanco y dejó que su mente fluyera.


Soy la intensidad necesaria

La herida que marca, pero no daña

Soy viento que empuja

A veces soy tormenta

Soy la voz que grita, entre el silencio que quema


Siempre he sido muy directa

Y, aún cuando me da miedo la vida y sus vueltas

Por ti me he quedado

Por ti me he desarmado

Y hoy me enfrento a las balas sin protección


Porque por ti

Volvería mil veces

El Plan Perfecto | FlamanthaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora