Capítulo 2. Bienvenido a Madrid

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Los días siguientes pasaron más rápido de lo que Samantha se hubiera esperado. Entre entrevistas y sesiones de composición, así como clases con su coach de actuación, no tuvo mucho tiempo libre. Para lo único que sí pudo hacer un hueco, fue para reunirse con su casero y programar una video llamada con Flavio y así ver juntos el piso que estaba disponible en su edificio.

Para suerte del murciano, el piso era todo lo que el chico andaba buscando. Contaba con tres habitaciones, y ya le había comentado a la rubia que pensaba convertir una de ellas en un estudio casero. La sala y el comedor eran bastante espaciosos, al igual que la cocina y el balcón, pero lo mejor de todo, era que venía totalmente amueblado, así que podría mudarse inmediatamente.

La valenciana se despertó alarmada por las vibraciones insistentes de su móvil. La chica hubiera jurado que la noche anterior había desactivado las alarmas, ya que era su primer día libre en semanas, y le apetecía dormir hasta bien tarde. Con dificultad, abrió los ojos y tomó el aparato que seguía vibrando en su mesita de noche. Cuando vio la razón, me quedó un poco extrañada, ¿qué hacía Flavio llamándole a esa hora?

"¿Bueno?" - dijo con la voz aún medio dormida.

"No te puedo creer que sigues durmiendo, Rubia" - le contestó el chico riendo.

"Oye, que es mi día libre, puedo hacer lo que quiera."

"Lo sé...pero son las 12:12 y tengo un cuarto de hora tocando a tu puerta." - le respondió.

"¿Cómo que tocando mi puerta? ¿Ya estás en Madrid? - le contestó mientras se trataba de incorporar y se colocaba los sonotones.

"Pues sí." - le respondió en un tono divertido mientras tocaba insistentemente el timbre. - "y te he traído churros y chocolate caliente de desayuno"

"Voy" - la chica corrió hasta el lavado y de la manera más rápida posible, lavó sus dientes y cara para salir corriendo de nuevo hacia la puerta de su piso. Cuando la abrió, se encontró al chico sonriendo.

"Pero bueno, Flavio, ¡qué sorpresa!" - le dijo mientras se acercaba para darle un abrazo.

"Buen día, Sami." - le respondió el chico aún sonriendo - "Lo único es que no creo que el chocolate siga estando caliente, afuera se está congelando el mundo."

"No te preocupes." - le dijo dejándolo pasar a su piso. Se dirigieron hasta la cocina, en donde compartieron los churros y chocolate que había traído el murciano mientras se ponían al día. Al terminar, el chico se puso de pie.

"¿Me acompañas a mi piso?" - le preguntó.

"Vale, dame un minuto y me cambio."

"Pero si estás bien así." - le dijo mientras reía y observa con gracia el pijamas de la rubia. Llevaba unos shorts rojos y un tshirt 2 tamaños más grande de lo que sería apropiado para su tamaño.

"Gilipollas" - le respondió riendo. - "Ya vuelvo."

"Pero hazlo rápido que quiero ver la que será mi casa."

La chica se detuvo a mitad de camino y sorprendida le preguntó - "¿Pero no la has visto ya?"

"No...lo primero que he hecho al llegar a la cuidad ha sido venir a visitar a mi mejor amiga valenciana." - le contestó el chico sonriendo con los ojos chinitos. A rubia, la carita que le quedaba al murciano le parecía lo más adorable del mundo.

"Mare meua...pero qué bebé eres." - le dijo riendo.

"No te rías." - le respondió el chico tratando de mantenerse serio. - "Dale, tira."

Luego de unos 10 minutos, la chica salió de su habitación ya cambiada y juntos bajaron al nuevo piso de Flavio. Al entrar, el murciano quedó enamorado del que ahora era su nuevo hogar. Era justo lo que necesitaba: un sitio nuevo, en una ciudad nueva, en donde nada se relacionara a su pasado.

El Plan Perfecto | FlamanthaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora