Treinta y seis horas después, Samantha se encontraba ya sentada en su asiento, de nuevo junto a Eva, esperando a que el avión de regreso a Galicia despegara. Había sido el fin de semana perfecto, estaba que no podía parar de sonreír. Oficialmente, y esta vez de verdad, Flavio y ella eran novios.
Llevaba mucho tiempo sin sentirse tan genuinamente feliz. Tan feliz, que le daba miedo. Era inevitable. Era esa sensación de por fin tener todo lo que deseas, de estar tan arriba que sientes que puedes tocar el cielo y, de repente, recordar lo fácil que es caer de allí. Lo doloroso que sería...y el dolor era algo que Samantha conocía muy bien.
La gran diferencia era que esta vez tenía muy claro, quizás por primera vez en su vida, que lo que sentía por Flavio valía la pena. Valía la pena enfrentar el miedo, sentirse vulnerable, confiar de nuevo. No sabía lo que les depararía el futuro, pero le llenaba de tranquilidad pensar que lo enfrentarían juntos.
Juntos.
Le resultaba un poco extraño pensar que, técnicamente, solo llegaban tres días. Le gustaba pensar que los seis meses que llevaban "fingiendo" ser pareja, en realidad lo habían sido, pero sin el sexo, claro...y bueno, el sexo. De solo recordarlo, se ponía roja como un tomate y le entraban ganas de reír como adolescente.
Samantha siempre había sido una mujer muy pasional. Tenía una forma muy física de expresar la atracción y el cariño, y con el murciano, era como si no pudiera controlarse. En dos días, ya era adicta. Era tan obvio, que su hermana había notado el cambio y se lo había comentado. Aún le entraban ganas de reír cuando recordaba la conversación. Estaban sentados Alex, Débora, Flavio y ella en el salón, jugando con José María y hablando de la fiesta de la noche anterior. Samantha no podía creer todo lo que habían planificado para darle la sorpresa.
Ese día, habían quedado en la tarde con algunos de sus amigos para tomar unos tragos y así seguir celebrando el cumpleaños de la rubia. Cuando ya se acercaba la hora, Flavio se despidió para ir a su piso y alistarse. Samantha lo acompañó hasta la puerta y, aunque se verían en menos de una hora y habían pasado todo un día juntos, Samantha lo abrazó escondiendo su cara en el cuello del murciano.
"Nos vemos en un rato, cariño." - le dijo el chico, dejando un beso rápido en los labios de la chica.
Luego de cerrar la puerta, Samantha volvía al salón en donde la esperaba su hermana con una sonrisa de sabelotodo.
"¿Qué?" - preguntó en un tono defensivo pero en el que se podía notar el humor.
"Madre mía, Samantha...es que están mucho peor que cuando fueron a Valencia. Cualquier persona normal pensaría que esa calentura se les pasaría con el tiempo, pero no. Ahora están peor." - le respondió Debora mientras reía. - "¿Eres consciente de que en todo el rato que hemos estado aquí no han dejado de tocarse de una manera u otra ni por un minuto?"
"Déjame." - contestó también riendo un poco avergonzada. La verdad es que no sabía qué más decirle. No podía explicarle que en realidad era la primera vez que estaban juntos así, que este era territorio nuevo en su relación.
"No, si me parece perfecto...es más, hasta les tengo un poco de envidia."
"Bueno, bueno...que Alex y tú no es como si rezaran un rosario por las noches. Para más pruebas, solo hay que mirarte la panza que ya tienes." - ambas rieron. Esa era una de las cosas que más amaba de su relación con su hermana, podían hablar de cualquier tema sin vergüenza. Para Samantha, su hermana era uno de sus pilares fundamentales. Era también una de las cosas que más extrañaba de vivir en Valencia, poder salir simplemente a tomarse un café con ella, y hablar de todo y nada, cuando quisiera.
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El Plan Perfecto | Flamantha
Science FictionSamantha es la reina del pop español. Flavio es la estrella incipiente con mayor proyección del panorama musical. El mundo del entretenimiento se encuentra fascinado con la pareja, que en principio, no puede ser más dispareja...lo que nadie sabe, es...