Había pasado demasiado tiempo.
Flavio lo supo en el momento exacto en que sus ojos se posaron sobre ella. Todo su cuerpo reaccionó de manera instintiva. Sentía como si hubiera despertado de una larga pesadilla, pero su mente, por alguna razón, no podía creer que lo que estaba viviendo fuera real. Durante trece meses había imaginado cómo sería ese momento y ahora que la tenía en frente, no sabía qué hacer.
Por más de un año, Flavio había sentido que vivía a medias. En ese tiempo, no podía decir que había sido totalmente infeliz, pero sí podía asegurar que su felicidad nunca fue completa. No sabría cómo explicarlo, pero con Samantha su mundo se volvía más intenso, más brillante. Pasaba de ser simplemente feliz, a ser el chico más feliz.
El murciano podría describir las primeras semanas luego de su separación, como una autentica mierda. No había tenido ganas de comer, ni había podido dormir. Le costó concentrarse hasta en lo más mínimo. Estaba muy irritable, no se reconocía a si mismo. Por primera vez en su vida, no tenía cabeza ni para escribir. Era tanto lo que sentía, o mejor dicho, lo que sentía que le faltaba, que no podía racionalizarlo de una manera lógica.
Luego de dos semanas 'disfrutando' de su miseria, se dijo a sí mismo que no podía seguir así. Le había hecho una promesa a la chica y él era un tío de palabra. No fue fácil, pero poco a poco fue encontrándose de nuevo, reconectando con su entorno. Su piso, su bar favorito, las canciones que estaba en proceso de producir...todo Madrid le recordaba a Samantha.
Los meses fueron pasando y, con ellos, la pena dio paso a la aceptación y la aceptación, a la superación. No, no se había olvidado de la rubia, sabía que todavía la amaba y que probablemente la amaría por el resto de su vida, pero debía continuar con su vida.
Poco más de cinco meses después de su ruptura, conoció a Marta. Por decisión de ambos, nunca llegaron a tener algo serio, pero esa relación le demostró que podía volver a sentir atracción y cariño por otras personas. Marta fue como aire fresco en un momento en el que le costaba respirar y siempre le guardaría un lugar especial en su memoria y corazón. Incluso habían terminado siendo muy buenos amigos.
Fue Marta la que le había prácticamente obligado a asistir a la fiesta sabiendo que la rubia asistiría. Cada vez que podía, le insistía en que tratara de luchar por recuperar a la chica de sus sueños. El regreso de Samantha a Madrid era el secreto peor guardado del mundo del entretenimiento. Lo que el público no se esperaba, es que volviera para anunciar su vuelta a la música.
No mentía cuando le había dicho que estaba muy orgulloso de ella y que sería su fan número uno, aún en la distancia. Flavio le había seguido los pasos a la valenciana durante su tiempo separados...bueno, más bien era imposible evitarla. En ese año la rubia, que ya de por sí era bastante popular, había despegado para ser una estrella conocida por todo el mundo. Hollywood había caído rendido a sus pies y él no podía culparles. Lo que no le quedaba muy claro al murciano, era cuando la chica tenía tiempo para dormir o comer...o vivir.
Estaba tan hermosa como siempre...aún más, si era posible, pero sí que la notaba diferente. Suponía que ambos habían cambiado en el tiempo que, muy a su pesar, habían estado separados. La observó entrar en el lugar. Sonrió al ver que la rubia todavía tenía el talento de demandar la atención de todo el presente sin si quiera proponérselo. Ese era como su súper poder: brillar y llenar de luz todo a su alrededor.
¿Estaba más delgada, cierto? ¿Quizás ahora le hacía caso a su fisio y estaba haciendo ejercicio? Lo que sí era claro es que había dejado crecer su pelo. Ahora lo llevaba en una larga melena, más rubia de lo que recordaba. Se preguntaba cómo se sentiría tocarla, olerla y pasar horas jugando a enredar sus manos en ella.
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El Plan Perfecto | Flamantha
Science FictionSamantha es la reina del pop español. Flavio es la estrella incipiente con mayor proyección del panorama musical. El mundo del entretenimiento se encuentra fascinado con la pareja, que en principio, no puede ser más dispareja...lo que nadie sabe, es...