EL ENTRENAMIENTO

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El humo de las explosiones podía verse a varios cientos de metros de distancia. Bakugou no se cortaba en la intensidad de sus ataques a pesar de ser solo un entrenamiento; y Kirishima los esquivaba como podía, activando rápidamente su quirk cada vez que un golpe directo se acercaba a él. 

          - Bakugou, no seas tan agresivo, por favor - pidió mientras evitaba un derechazo que pasó a escasos centímetros de su cara.

          - No seas idiota. Esos estúpidos villanos no te van a dar tregua cuando luchen contra ti.

          - Pero tú no eres un villano.

Katsuki esbozó una media sonrisa y con pasos rápidos se acercó a su compañero, que se preparó para recibir una nueva explosión. No obstante, esta vez lo sujetó por los hombros y con su pie derecho realizó un barrido, técnica muy usada en numerosas artes marciales, ayudándose de su agarre para desestabilizar a Kirishima y hacerlo caer. Posteriormente se puso a horcajadas sobre él llevando una mano a su cuello y la otra cerca de su rostro, listo para utilizar su quirk.

          - ¿Está seguro de eso? - murmuró.

          - Eres increíble - suspiró el joven pelirrojo mientras apartaba el brazo de su chico.

          - Lo sé. Pero no te va a servir de nada alabarme.

 Pero no te va a servir de nada alabarme

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Kirishima sonrió. Le gustaba demasiado, hasta con esa actitud prepotente suya. Esforzándose al máximo y ayudándolo a mejorar en combate. Era jodidamente sexy, y tenerlo encima con todas esas gotas de nitroglicerina y sudor recorriendo su torso desnudo le hacían perder totalmente la concentración, olvidando el hecho de que estaban entrenando. Casi inconscientemente elevó su rostro hasta alcanzar los labios de Bakugou, tomándolo totalmente por sorpresa.

          - ¿Qué crees que estás haciendo?

          - Mmmm... ¿Sorprenderte?

          - Vamos a ver estúpido pelo-pincho, hemos venido a este maldito descampado a practicar tus habilidades de lucha, no las de coqueteo.

          - Pero es culpa tuya... - se quejó haciendo pucheros mientras elevaba sus caderas para que pudiera percibir su erección. 

Katsuki le dirigió una mirada llena de excitación. Sus mejillas enrojecidas y la respiración acelerada debida al reciente ejercicio junto con ese movimiento de Kirishima para incitarlo fue suficiente detonador para el joven explosivo.

          - Tsk. Maldito bastardo - gruñó mientras agarraba el cuello de su camiseta para subirlo y besarlo intensamente -. Tienes suerte de que mi casa esté al lado de este descampado y de que mis padres no estén en ella, si no te desnudaría aquí mismo. Vámonos.

Ambos se levantaron y se dirigieron a la casa de Bakugou con pasos veloces, uniendo sus labios y jugando con sus lenguas desde el momento en el que entraron por la puerta principal. Y así permanecieron mientras caminaban a tientas para llegar a la habitación del adolescente. Kirishima se quitó la camiseta rápidamente y, antes de poder hacer nada más, fue empujado encima de la cama. Katsuki se posicionó sobre él y lamió sus sonrosados pezones, haciéndole temblar de placer. Nunca imaginó que algo así pudiera hacerle sentir tan bien. Su cuerpo se iba calentando aún más a medida que la lengua de su compañero iba recorriendo sus abdominales y sus manos palpaban su miembro. Llegó un punto en el que no pudo soportar la excitación y giró bruscamente para cambiar de posiciones y tomar el control; bajando los pantalones y los bóxers del rubio y posteriormente elevando y separándole las piernas para acariciar con suavidad sus nalgas y el borde de su entrada. 

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