NANA

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Al abrir los ojos de nuevo solo pudo ver luz, una intensa y blanca, hermosa y tranquilizadora. Parpadeó para acostumbrarse a ella y se descubrió en una blanca sala entre las nubes. El lugar era muy acogedor y le hacia sentirse cómodo a pesar de ser desconocido. En el centro de la habitación se apreciaba un gran cristal que formaba la mayor parte del suelo y permitía ver todo lo que había debajo. Izuku se inclinó curioso para mirar y lo que vio le heló la sangre: sus amigos lloraban y Kacchan abrazaba su cuerpo inerte. Kacchan... Por fin se había confesado, le había dicho que lo quería con su último aliento. Se alegraba de que esos impactantes ojos rojos llenos de sorpresa fuera lo último que contempló antes de irse.

- Así que estoy muerto, ¿eh? - susurró esbozando una triste sonrisa.
- Me temo que sí, pequeño - escuchó decir a su lado.

Se giró hacia el lugar de donde provenía esa dulce voz y vio la imponente figura de una mujer que lo miraba fijamente. Toda ella se encontraba envuelta en luz, pero podían apreciarse a la perfección sus inteligentes ojos grises y su pelo azabache enmarcando su rostro, así como su fibrado cuerpo repleto de hermosas curvas. Deku la observó boquiabierto.

- ¿E-Es una diosa? - balbuceó

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- ¿E-Es una diosa? - balbuceó.

Aquella mujer lo miró sorprendida durante unos segundos antes de soltar una sonora carcajada.
- Diosa, me gusta. Nunca me habían llamado así, pero no estaría mal que empezasen a hacerlo. Casi podría decirse que lo soy al fin y al cabo.
- Si no es usted una diosa, ¿qué es?
- ¿Qué soy? Un espíritu, una ilusión, una mensajera, una proyección... Ni yo lo tengo muy claro. Tú puedes llamarme Nana, pequeño Midoriya. Y por favor, deja de tratarme de usted que me haces sentir como una señora mayor.
- ¿Me conoces?
- ¡Claro que sí! Os conozco a todos, pero a ti especialmente. No estaría aquí si no fuera así.
- ¿Dónde estamos? ¿Es el cielo? Parece que flotamos entre nubes.
- Es más bien una lugar de paso. Te traje para hablar un poco contigo antes de partir.
- Entonces, ¿ust..?
- Deja los formalismos y tutéame. No me hagas decir dos veces que me haces sentir vieja.
- L-Lo siento.
- No te disculpes, no es necesario. En lugar de eso mejor dime qué me querías preguntar.
- ¿T-Tú... Tú diriges este lugar?
- ¿Dirigir? Mmm... Podría decirse que sí.

Izuku permaneció en silencio unos segundos mientras volvía a dirigir su mirada hacia abajo. Kacchan se inclinaba sobre su cuerpo gritando cosas que no lograba escuchar. Sentía que era importante y quería estar allí pero no sabía cómo llegar. Ni siquiera sabía si podía hacerlo.

- Ojalá pudiera oír lo que me estás diciendo - murmuró.
- ¡Eso puedo hacerlo! - exclamó Nana justo antes de empujar al joven prohéroe hacía el cristal.

Midoriya, que no se esperaba la fuerza contenida en aquel brazo, cerró los ojos instintivamente preparándose para el golpe, pero no sucedió nada. Sus pies parecían haber encontrado tierra firme antes de dar con sus huesos contra el suelo.

- Deku, por favor... - escuchó la voz que tan bien conocía - . Por favor, por favor vuelve a mí...

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