CONVERSIÓN

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A pesar de no haber salido de su habitación para prácticamente nada en todo el fin de semana, estos días habían dejado estragos en Izuku, tanto física como mentalmente. Ni siquiera se dio cuenta de que era domingo por la noche y aún no había vuelto a los dormitorios hasta que un enfurecido Aizawa lo llamó. Afortunadamente pudo convencerlo de ir a clases directamente desde su casa al día siguiente para después volver a la residencia de estudiantes con la única represalia de estar un día encargado de toda la limpieza.

No obstante, no pudo mantener la promesa hecha a su sensei. Después de no haber pegado ojo, el lunes por la mañana se sentía sin fuerzas para nada. Tras preparar la mochila y ponerse el uniforme se miró al espejo intentando darse ánimos. No fue la mejor idea. Su rostro era surcado por profundas y oscuras ojeras que le hacían ver sumamente demacrado, y sus ojos estaban rojos e hinchados de haber pasado tantas horas llorando. Daba pena, parecía que se iba a desmoronar en cualquier momento. Y probablemente eso es lo que pasaría si iba a la escuela. ¿Cómo demonios iba a hacer frente a las preguntas preocupadas de sus amigos? ¿Cómo sobrellevaría la vergüenza tras la rabieta que hizo delante de todos? Y Kacchan... ¿Qué explicación le daría? Seguro que quería matarlo, aunque esa idea le parecía tentadora en ese momento. Solo de pensar en enfrentar todo eso su ansiedad crecía. No podía hacerlo. Daba igual las veces que se dijera que podía, no ere cierto.

Agotado, tiró sus cosas al suelo y se dejó caer sobre la cama. No iría. Era humano, también podía tener días malos. Podía cometer errores y necesitar la seguridad y calidez de su hogar de vez en cuando, ¿o no? Con este pensamiento tranquilizando un poco su mente se fue quedando dormido hecho un ovillo mientras abrazaba uno de sus peluches de All Might.

*****

Izuku llevaba varios días sin asistir a clases y sus amigos no sabían nada de él. Obviamente estaban preocupados, él no era del tipo que faltaba a las lecciones, aunque Aizawa le restó importancia alegando que la señora Midoriya lo había contactado para decir que estaba enfermo. Quizás esta excusa era buena para su maestro, pero no para sus compañeros más cercanos. No había respondido a ninguna de las muchas llamadas y mensajes que le habían enviado y eso era algo muy extraño. No es que no se creyeran que se encontraba mal, pero era raro que no intentara mantener el contacto con ellos. Al menos le gustaría poder estar con él dándole apoyo.

      -  No sé, hay algo que no me acaba de encajar - dijo Uraraka -. El viernes actuaba de forma distinta, pero no se le veía en mal estado. Por eso no entiendo por qué no nos ha contactado desde entonces.

      -  Es posible. No es algo normal en Midoriya ignorar el móvil así - afirmó Iida.

      -  ¿Y si está muy enfermo?

      -  Entonces Aizawa sabría algo - les interrumpió Shoto. Él era el único que se podía imaginar de forma bastante acertada la razón de la ausencia de su amigo, aunque no le hacía ninguna gracia. Pasarlo tan mal por ese idiota hasta el punto de hacerlo faltar a clase o incluso enfermar...Encima él ni siquiera podía estar a su lado para animarlo.

      -  Tienes razón. Si fuera algo grave se vería más afectado - respondió el delegado de la clase.

      -  Ya, pero no sé... No puedo evitar preocuparme. Me sentiría más tranquila si tuviéramos noticias suyas o pudiéramos ver cómo está.

      -  ¿Sabes dónde vive Midoriya?

      -  No. Pero los profesores deberían saberlo, ¿no? Ellos fueron a todas las casas para pedir permiso para que nos quedáramos en los dormitorios. Podemos sonsacársela a ellos. O robarla.

      -  ¡Uraraka! - la regañó el chico de lentes moviendo su mano derecha como un robot -. No es apropiado que obtengamos esa información de los profesores. ¡Y mucho menos robársela! Se infringiría el código de confidencialidad y podríamos meterlos en un lío aún mayor del que nos meteríamos nosotros. ¿Acaso te gustaría eso?

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