Thinking Out Loud // OLD MAGCON -Parte 4

Mejores Amigos: Jack Gilinsky

Mi motivación era la cancha de fútbol. Cuando no sabía que hacer, acudía a ella junto a Jack y nos dejábamos caer en el suelo. Ambos compartíamos ideas, pensamientos e incluso escuchábamos música para inspirarnos. Esta vez Jack quería contarme algo y lo decía en serio. Parecía preocupado. Yo sólo quería pedirle un consejo acerca de mi propuesta de prom para Violet. Jack era el mejor para estas cosas; detallista en cierto modo. Me puse mi sudadera preferida, unos Levi's y unas zapatillas Nike. Me detuve a ver una fotografía que tenía junto a Violet. Ya llevábamos casi cinco meses juntos. Era algo inaudito. Es como una típica novela de Wattpad. El chico popular y la nerd. Todos nos miraban de esa forma, pero yo veía a Violet de otra forma. Era mi todo. Ella era otra motivación de ser, era mi ídolo. ¿Cómo no amar a personas así? Dan lo mejor de tí hasta lo último, pero renuncian a tí porque sólo te ven como un amigo o una amiga, creen que son insuficientes para esa persona y la verdad es que nunca se dan cuenta de que esa persona siempre estuvo enamorado o enamorada de ti. En la vida hay que tomar riesgos sin importar las consecuencias si quieres ser realmente felíz. Mi celular comenzó a sonar y me sacó de mis pensamientos.
-Amor, creo que el gato escapó -dijo Violet.

Le había regalado un gato para su cumpleaños porque amaba a los gatos.
-¿Estás segura?
-No lo sé. Lo alimenté hace una hora y ni siquiera sé dónde está. A veces hace esas cosas.
-No te preocupes, princesa, en algún momento aparecerá.
-¿No estás molesto? Me imagino que te costó una fortuna.
-Los gatos tienden a ser independientes. No te preocupes por él y sabes que el dinero no importa mientras estés bien.
-Gracias -hizo una leve risa.
-De nada, cariño. Descansa, ¿sí?
-De acuerdo -colgó.

Cada día me enamoraba más de esta chica. Era simplemente singular y perfecta.

Era de noche y la cancha de fútbol sólo estaba iluminada por los postes de luz. Jack estaba sentado en la gradas. Parecía ser que estaba bebiendo alcohol. ¿Alcohol?

—¡Eh, Jack! —exclamé. Él me saludó.

Subí por las escaleras y luego me le acerqué—. ¿Qué haces bebiendo alcohol?

—No es alcohol —rio—. Es agua.

Tomé la botella y sólo olí el contenido. Nada. Si era agua.

—¿De qué querías hablar? —le pregunté.

—Estuve pensando en muchas cosas y yo creo que deberíamos darnos a conocer.

Me petrifiqué.

—¿Cómo?

—Antes de ayer me llegó una notificación de una disquera que nos quiere contratar a mi e-mail.

—¡Jack, es estupendo!

—Sí, lo sé, pero tenemos un problema.

—¿Y el problema es?

—No quieren las máscaras. Quieren saber lo que es real.

—Pero...

—Jack, es un contrato por cuatro años. Imagínate lo que puede sucederle a nuestra carrera.

—De acuerdo, lo haré —asentí.

—Eres el mejor, ¿lo sabías? —sonrió.

—Y yo creí que Sam lo era —reí—. ¡Oh, Sam, Sam, oh, oh! —Jack se sonrojó.

—No vuelvas a hacer eso —dijo entre carcajadas—. Ahora que viene el baile de graduación, me imagino que quieres consejos para la propuesta de Violet.

—Me conoces muy bien, amigo.

Jack comenzó a buscar algo en un bolsillo de su pantalón. Parecían boletos.

—¿Qué es ésto? —pregunté.

—Entradas para The Neighbourhood —mis ojos se ancharon como platos.

—Estás jugando conmigo —dije sorprendido.

—La verdad es que no —me las entregó.

—¿Cómo le hiciste?

—Tú sabes, vender drogas —ambos estallamos en una carcajada.

—Gracias —dije por fin.

—No es nada —sonrió—. Sólo promete que te acostarás con ella también. O sea, la mejor noche de su vida.

—Tienes razón, de acuerdo.

Minutos más tarde estábamos acostados en el césped de la cancha. Mirábamos la luna y sólo pensábamos.

—¿Jack? —pregunté.

—¿Sí?

—¿Cómo le haces para tener sexo con un chico?