Capitulo 24 (Tlaxcala Parte 2)

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-Y, ¿Quién es ella?- El Lemuriano pregunto, algo ansioso por la repentina sensación que lo comenzó a invadir.

-Es el Dios de la muerte de estas tierras- Sonrió, poniendo su mano sobre el hombro del menor, para reconfortarlo.

Sintiendo como aquel ser se les acerco de manera abrupta, por eso lograba causar una sensación de miedo en los seres vivos al estar en un radio de dos metros.

-Te recomiendo que suprimas tu energía, o me veré en la penosa necesidad de calmarte- La joven Diosa, sonrió pero se atravesó entre Miquiztli y Kiki.

-¿Qué haces aquí?- La voz del ser, aun teniendo una apariencia femenina, se logra escuchar muy lúgubre.

-Solo vengo de visita, nada extraño ¿Cierto?- Ladeo su cabeza, aun manteniendo a es ser lejos del menor.

Mas fijo su vista en el Lemuriano, sus ojos podrían ser la misma puerta al infierno.

-¿Quién es este niño?- Mira a la joven desafiante –Sé que no es de nuestra gente, extranjero-

-Muchos de los actuales habitantes, por no decir la mayoría son mestizos y criollos, así que técnicamente su sangre ya no es tan pura- No dejaba su semblante de sonrisas tranquilas –Así que unete al club de aceptar a los demás o deberías retirarte de tu labor-

-Tsk, me repugnan los Dioses como tú- Indiferente su forma de a hablar

–Y a mí tus sucios trucos de tomar la apariencia de la persona fallecida para llevarla contigo-

-Es mi trabajo-

-Sí, sí, recolectas almas- Poniendo las manos en sus caderas –Y aun así, odiando a los que no son puros de sangre, los llevas a su descanso eterno, bueno... Solo una parte de tu ser-

-Mi persona recorre todo el país, por lo tanto tengo mucha ayuda de mí mismo- Volvió a clavar su vista en Kiki, sin duda le causaba una gran curiosidad ese pequeño.

-¿Qué te dije de tu energía?- Esta vez frunció el ceño, elevando su propia vitalidad, para contrarrestar la del otro Dios.

-Este niño huele a muerte- Escupió esas palabras con desgano.

-¿Eh?- Fue la duda que dejo escapar el menor, sujetando las prendas de la pelicastaña rojiza.

-No tengas miedo Kiki- Acaricio su cabeza para reconfortarlo –Miquiztli, puede dar algo miedo, pero no hará nada malo-

Trata de calmar al pequeño, pero igual esas palabras desconcertaron a la Diosa, si ese ser divino, dice aquellas siniestras palabras, tiene un gran significado.

Pero no tuvo tiempo de reflexionar el asunto, pues los dorados se acercaron, justamente al notar el cambio en la Diosa y Kiki.

-¿Se encuentra bien...?- Callo de inmediato Aldebarán, al casi decir su nombre delante de otra persona ajena a ellos.

-Sí, si... Estoy bien- Sonrió, para tratar de relajar el ambienté.

-Maestro- Obviamente el pequeño Lemuriano al tener a Mu cerca, se fue directamente con él, después de todo los brazos del pelilila son el mejor refugio para el niño.

-¿Qué ocurre, Kiki?- Le pregunto, notando su cosmos algo alterado.

-¡¡¡SON ELLOS!!! ¡¡¡ELLOS SON LOS QUE TIENEN IMPREGNADA LA MUERTE EN SU SER!!!- Excavo aquel ser, que aún mantenía la imagen de una joven de no más de dieciséis años.

Los dorados, el escuchar ese grito con esa exclamación de palabras, se pusieron en posición de ataque, cuando la energía del mismo Dios de la muerte se elevó a gran escala.

Un Mes De Vacaciones En MéxicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora