Capitulo 41 (Hidalgo Parte 3)

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-¿He?- Aquella voz saca de inmediato a la joven de sus pensamientos, girándose directamente para ver a quién que le traerá gratos recuerdos.

-Disculpé, no quisiera interrumpir... Es solo que...- Sonríe tímidamente, pero algo le dicto que debía comunicarse a esta joven que la mira atenta -¿Le gustaría comprar alguna muñequita quitapenas?- Muestra de inmediato ante la Diosa disfrazada, la variedad de estas figuras.

Para Metztli, esto la sorprendió mucho, casi levantando levemente su cabeza, abriendo ligeramente la boca, reconocía esas figuras, no podía tener duda de donde las había visto antes.

-¿Muequitas quitapenas?- Repitió dudosa el nombre de esos objetos, sin quitarles la vista.

-¿Qué es eso?- Kiki, con curiosidad como cualquier pequeño, le llamo la atención esos pequeños objetos.

La joven de un cabello negro con algunas mechas rosadas en su cabello, sonríe, pues reconoce que la curiosidad de los niños es sumamente buena para el comercio.

-Son unas pequeñas muñequitas hechas a mano, de origen Maya... Son tradicionales para quitar pesadillas y problemas por la noche, especiales para todas las edades- Sonríe satisfecha, mostrando su variedad en una caja portátil, que lleva un terciopelo rojo para el fondo, así quedando más bonito.

-¿Cómo puede ser eso posible?- Death, mirando burlesco como es su costumbre, posando su codo sobre la mesa, y en esta su mentón...

-Estos pequeños objetos son bendecidos por el templo escondido de la Diosa Metztli, es una Diosa muy buena, benévola, protectora, aleja los males que aterra a las personas, concede la satisfacción de algún deseo, por lo cual estas muñequitas están bendecías por ella, cumplirá su propósito- Diciendo esto orgullosa, y casi fulminando con la mirada al hombre de escasa barba que se atrevió a faltar al respeto de su mercancía y poder.

Obviamente al escuchar el nombre de quién se suponía bendice esos objetos, se quedaron sin decir palabra alguna, mirando detenidamente a la pelicastaña rojiza, la cual también se sorprendió de escuchar eso.

-¿Dónde se encuentra ese templo?- Fue lo primero que se le ocurrió decir, ahora sí que debía ser el día de sorprender a la joven Diosa.

-El templo se encuentra en el cerro Ojo de Agua, mi familia se ha dedicado a cuidar ese lugar, cada año muchas personas que creen en sus favores la visitan, llevándole pequeñas ofrendas y bebiendo el agua pura que nace del pequeño arroyo que cruza por ahí- La joven sonriente, casi con los ojos brillantes, al contar la historia de la cual su familia se dedica a proteger.

-¿No estas algo lejos de casa?- Si mal no recuerdo, el lugar en donde están disfrutando de la comida, no se encuentra para nada cerca de aquel cerro.

-Sí, pero... Es para vender en diferentes lugares esta hermosa mercancía y proporcionar sus bendiciones, además...- Guiña un ojo a la joven- Se hace promoción ¿No crees?-

-Ja, ja, ja, tienes razón- Sonríe de forma nerviosa, sintiéndose algo incomoda tener que referirse a su verdadera identidad en tercer persona –Yo en lo personal no conocía mucho de esa Diosa, se nota que debe ser muy apreciada por muchos-

-Claro que sí, si tiene oportunidad señorita, todos sus amigos y usted deberían ir, créeme que no se arrepentirá- Se acerca casi invadiendo el espacio personal de la joven, acto seguido se da cuenta, y retrocede avergonzada –Disculpa, me entusiasmó mucho a veces-

-No te preocupes y... Creo que sería interesante llevar unas de esas muñequitas quitapenas- Sonríe tomando una de color rojizo –Además creo que a mis primos y tío...- Mira para todos lados y se alarma de repente, pues apenas se dio cuenta del ausenté -¡¡¡¿DÓNDE ESTÁ DOHKO?!!!- Su grito llamo la atención de varios, imaginado que algo malo le paso y ella sin saberlo, pero de inmediato reacciono a como habló –Digo... ¿Dónde está el tío Dohko?-

Un Mes De Vacaciones En MéxicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora