[Capítulo 11]

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Capítulo 11

Después del incidente en la sala Mew subió a la habitación de Gulf, le pidió disculpas por la bofetada que le había dado y le deseó buenas noches besando la mejilla dañada. La frustración que sentía había hecho que su calentura de apagara tan súbitamente como había aparecido. Quería joder a Gulf pero no podía hacerlo a como estaba acostumbrado.

Además estaba el hecho de que había vuelto a golpear el rostro de su "sumiso" y él prometió que no se repetiría o que al menos lo intentaría, pues era consciente de que un golpe en la cara era evidentemente un lugar muy notorio como para dejar un moretón. Gulf tenía un rostro muy lindo como para maltratarlo de esa manera. Cerró los puños con furia.

Obviamente toda aquella situación se estaba saliendo de su control, pero se daría tiempo, quizás solo estaba así por la novedad de tener a Gulf en casa y aunque nunca se había comportado así ante un sumiso, siempre había una primera vez para todo. Solo debía tranquilizarse, y pensar en la maldita forma en la que follaría Gulf, y eso lo haría desde la comodidad de su cama y con su fiel compañera, la almohada.

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Eran las seis cuarenta de la mañana y Gulf ya había hecho la cama y se encontraba duchado y vestido. La noche anterior había sido extraña para él. La sesión de sexo que iba a tener con el señor Suppasit se vio abruptamente terminaba por la rara actitud de su amo, parecía que tenía toda la intensión de hacer suyo su cuerpo en el mismo suelo de la sala pero de la nada le había pedido que lo mordiera y después lo mandó a dormir.

No podía quitarse de la mente la herida que sus dientes habían dejado en el blanquecino hombro del señor Suppasit. No se suponía que los esclavos hicieran daño a sus dueños, eso bajo ningún concepto estaba permitido y mucho menos era aceptado. Pero él mismo se lo había pedido, era una orden que debía cumplir, aun así su alma no tenía calma, sentía mucho miedo de lo que pudiera hacerle su amo.

- Sabía que estarías despierto – la voz de Mew lo sacó de sus pensamientos – ven acá Gulf – pidió abriendo sus brazos para envolver al joven en fuerte abrazo – deberías dormir más tiempo –

- No puedo dormir más tiempo señor – respondió a la expectativa de sufrir un regaño.

- ¿Por qué? –

- Estoy acostumbrado a dormir pocas horas señor –

- Sin embargo – se separó de él y lo tomó por la barbilla. El golpe de la noche anterior estaba ya maquillado – ... sin embargo tengo dos formas de hacerte dormir lo suficiente para que descanses – susurró

- ¿Qué es lo que debo hacer señor? –

- Una de esas opciones es que uses pastillas para dormir – explicó el empresario – la otra... - hizo una pausa para acariciar la entrepierna del joven por encima de la ropa – es que te de mucho placer que no puedas soportarlo y te desvanezcas en mis brazos como lo hiciste la otra noche –

Así que eso era lo que había pasado cuando despertó desnudo en su cama. Por supuesto que estaba confundido respecto a lo que había pasado entre ellos, pero no quería preguntar, no debía preguntar, lo que hicieran con él no era de su incumbencia después de todo no era más que una mercancía que usaban para tener sexo. Suspiró. No recordaba haberse desmayado nunca por placer, pero si que lo había hecho cuando lo habían torturado salvajemente en más de una ocasión. ¿De verdad el placer que había sentido con el señor Suppasit había sido tanto que cayó inconsciente? Quizás sí, porque incluso ese día había despertado a una hora bastante inusual en él.

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