MewGulf
Si, es verdad que Mew Suppasit es un "dominante", pero al ser un hombre con una reputación intachable, con negocios cien por ciento lícitos y un apellido de abolengo nadie sospecha de sus extravagantes gustos en el ámbito sexual. Nadie sabe...
Cuando escuchó la respuesta de Gulf, supo lo que tenía que hacer. La casa de campaña no era el lugar adecuado para mostrarle a su querido sumiso lo que era hacer el amor. El menor había susurrado sutilmente un "si" y su corazón de volvió loco de felicidad. Por un momento pensó que, al tener el control de la situación Gulf se negaría pues el sexo no había sido nada agradable para él al ser forzado, pero cuando respondió afirmativamente a su cuestionamiento, sintió que quizás el menor sintiera algo positivo por él.
Mew se levantó y ayudó a Gulf a que se pusiera también de pie. Pudo ver la confusión en la cara del joven sumiso pero le regaló una sonrisa para que se tranquilizara. Y lo logró, Gulf pudo devolver el gesto con una sonrisa más tímida, pero sonrisa al fin y al cabo.
El empresario cargó a Gulf y sin decir una sola palabra lo llevó a su alcoba. Estaba a punto de romper su más valiosa regla de no meter a ningún sumiso a su habitación, pero Gulf había dejado de serlo desde hacía mucho tiempo, ahora lo sabía. Iba a tomarlo como su prometido, tal y como lo había hecho creer a las personas cercanas que Gulf conocía, aunque primero tenía que hacer que el hermoso joven se enamorara de él.
Gulf se sorprendió mucho cuando pasaron la puerta de su habitación para llegar a la de su dueño. Abrió mucho los ojos cuando, en los brazos de Mew, entró en ella. Era amplia, mucho más amplia que la suya, los colores que la adornaban eran grises y cafés en diferentes tonalidades. La iluminación era tenue y sutil, envolviendo la habitación en un aire íntimo y cálido.
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La pared en donde estaba recargada la cabecera de la cama se encontraba fraccionada en varias partes dejando ver que por la parte de atrás de encontraba una especie de salita frente a una televisión enorme. A los pies de la cama, la cual tenía muchas almohadas y cojines, había dos sillones cuadrados sin respaldo. Y una alfombra gris claro bordeaba la aquella zona.
A un costado de la cama pudo ver una puerta, sin embargo no supo distinguir si se trataba del baño o de un closet. Aunque eso era lo menos, lo que de verdad le importaba era saber qué estaba haciendo en ese lugar, y por qué Mew lo había llevado ahí cuando prácticamente estaba prohibido.
- Mew... - dijo y el nerviosismo en su voz era evidente.
- Shhhh, tranquilo cariño – susurró depositándolo con cuidado sobre la cama – vamos a hacer el amor –
- Pero esta es tu habitación –
- Lo sé – sonrió de lado – y a partir de ahora, también será la tuya –
Se colocó encima de él para besar sus labios una vez más. Era como si la boca de aquel bello joven tuviera un imán que atraía a la suya intensamente. Lo cual le parecía perfecto, quería besarlo hasta que sus labios fueran capaces de trasmitir todo lo que sentía por él, que con un beso fuera capaz de entender que aquello ya no se trataba de un dominante subyugando a su sumiso, deseaba que Gulf comprendiera que aquella entrega era mucho más que sexo.