Lady's night

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El eco de sus pasos resonaba en la calle rítmicamente. Caminaba apurado por la vereda, mientras el dulce aroma de la noche se metía en sus fosas nasales.
Aquel había sido un día interminable. Una montaña rusa de emociones desde la mañana, y aún no terminaba.
Primero la visita del maestro Fu y sus "nada alentadoras" revelaciones, más tarde el encuentro cara a cara con su padre, y cómo si fuera poco terminaba discutiendo con Marinette. Al pensar en ella no pudo evitar que una suave sonrisa curvara sus labios. Era demasiado hermosa... incluso cuando se enojaba.
¿Por qué Mari no era capaz de comprender que él era el único que podía estar a salvo cerca de su padre? Y no era que no confiara en ella. Más de una vez había sido testigo de que su novia era perfectamente capaz de cuidarse sola.

—¡Ey chico! Creo que te estás equivocando. —La voz de su Kwami lo sacó momentáneamente de sus pensamientos. —Y además.... tengo hambre.
—Ya te dije que no voy a cambiar de opinión.
—Deberías hacerle caso chico. Ella es la de los planes ¿recuerdas?
—Plag es mi padre, es mi casa, puedo entrar y salir sin que nadie sospeche. No voy a exponerme más de la cuenta pero necesito tratar de hacer algo.
—No me gusta. Tu padre estaba muy interesado en que volvieras a la mansión.
—Mi padre siempre está interesado en que yo vuelva a la mansión. ¿Tengo que recordarte lo poco que me deja salir por mi cuenta?
—Si pero esta vez... fue diferente —afirmó el pequeño gato. —No me vas a decir que no lo notaste.

Adrien no contestó, porque si lo había notado. Algo en la actitud de su padre esa tarde había sido extraño y alarmante. Era como si se tratara de otra persona.
Tal vez Marinette tenía razón y era una imprudencia presentarse solo en su casa. Pero tenía que intentar averiguar algo que les diera un poco de ventaja. Porque si su padre estaba tan decidido a vencerlos, podían tener frente a ellos una batalla verdaderamente peligrosa. Y él no toleraba la posibilidad de que algo le ocurriera a Marinette. El solo hecho de pensar que podría salir lastimada lo angustiaba demasiado. Tenía miedo de perderla.
—"El fin justifica los medios" —pensó.

Odiaba mentirle, pero no había tenido otra salida. Ella era una mujer sumamente terca e implacablemente decidida. Y tal como lo había dicho en más de una ocasión, no dudaría en arriesgar su vida por él. Así que no había tenido más remedio que decirle que pasaría la noche en lo de Nino. Solo así había logrado que lo dejara ir.
Continuó caminando en un estado meditativo mientras sus pensamientos se concentraban en la hazaña que tenía por delante. ¿Qué era lo que pretendía al confrontar a su padre? Porque todo parecía indicar que ese hombre que los abordó esa tarde en el café, era su padre. ¿No?

Su padre. Ya no sabía que creer o cómo sentirse con respecto al diseñador. Muy en el fondo quería descubrir algo positivo en él, tal vez un poco humanidad. Instintivamente apretó los puños y sacudió esos pensamientos de su cabeza, obligándose a mantener a raya la tristeza que comenzaba a surgir. Nada lo distraería de su objetivo: encontrar información que los ayudara en la batalla e intentar restablecer el equilibrio perdido. No había lugar para pensar en sus sentimientos, porque la seguridad de París, y la de Marinette, estaban en juego.

Frente a sus ojos apareció el perfil de la imponente mansión Agreste. Su casa. Tan perfecta e inalterable como siempre, y a la vez tan fría e impersonal. Estaba a punto de apurar el paso, cuando divisó una delgada figura, parada en la puerta de la mansión. Rápidamente se escondió detrás de un árbol cercano para no ser descubierto y observó cómo esa figura miraba nerviosa en todas direcciones mientras esperaba que las rejas se abrieran. A pesar de la poca luz, pudo reconocerla sin esfuerzo.
—"Natalie... ¿Pero ella no estaba inconsciente en la casa del maestro Fu?"

............

La música suave sonando en el equipo, algo de comida sobre la mesa y la cerveza helada, eran los testigos del esperado encuentro entre las amigas. Las risas de ambas muchachas invadían la habitación, mezclándose con las suaves notas musicales. Se respiraba disfrute, compañerismo y un apoyo incondicional, que hacía que la carga que sentía Marinette se hiciera cada vez más liviana. La verdad era que necesitaba tanto de su amiga cómo respirar.

Un nuevo comienzo ( Adrianette/ con contenido adulto/ en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora