Encuentro cercano

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—¡S... sr... A agreste! —dijo la muchacha cómo pudo, al reconocer al hombre que se encontraba detrás de su novio. 

Adrien se dió rápidamente la vuelta, enfrentándose a la figura de su padre. Entonces, cómo si tuviera un par de resortes en sus piernas, se puso bruscamente de pie. Por una fracción de segundo, ambos hombres enfrentados se estudiaron meticulosamente. Buscaban en el rostro del otro alguna pista sobre las intenciones de su contrario. Algo que les indicara cómo tenían que reaccionar.
Todo el cuerpo del rubio se encontraba en tensión, esperando la mínima señal para adquirir una posición de ataque. Le temblaban las piernas, le sudaban las manos, sentía que su corazón se iba a salir de su cuerpo de tan acelerado que estaba. Y unas intensas náuseas se concentraban en la boca de su estómago.
Por su parte el diseñador se encontraba expectante. Miraba a su hijo fijamente, quien parecía a punto de explotar, analizando qué movimiento tenía que realizar a continuación.

—Adrien —dijo finalmente el mayor, sin dejar de mirar al muchacho directamente a los ojos. —Tus compañeros de curso me dijeron que podía encontrarte en este... establecimiento.
El muchacho parecía haberse quedado mudo de la impresión
—Adrien. ¿Me estás escuchando?
Haciendo un esfuerzo sobrehumano para no delatarse, el modelo suavizó la expresión de su rostro y le contestó con la mayor naturalidad que pudo.
—Padre. Disculpa. Me sorprende verte fuera de casa... —luego desvió la mirada hacia su compañera con aprensión. —Me imagino que recuerdas a Marinette.
—Ciertamente —dijo el diseñador casi en un susurro. Su mirada repasó la figura de la joven, deteniéndose brevemente en sus aretes. —Usted fue la diseñadora del bombín que utilizó mi hijo en uno de mis desfiles. ¿No es cierto? Se le da muy bien la creación.
La joven tragó saliva al escuchar esa clara referencia a su alter ego. ¿Acaso el Sr. Agreste conocía su verdadera identidad? Rápidamente enfocó sus ojos en el rostro del diseñador, tratando de dejarle claro con la mirada, que no podía intimidarla.
—Si Sr. Esa soy yo. —sonrió con cordialidad y firmeza.
—Pero no solo el bombín, padre. Marinette ha ganado el concurso de diseñador amateur por tres años consecutivos. ¿No lo... recuerdas? —A Adrien le estaba costando concentrarse. ¿Verdaderamente estaba frente a su padre? ¿Ese hombre era realmente su enemigo?
—Claro... —respondió el diseñador con una cínica sonrisa. —¿Cómo olvidar a una joven con las habilidades de la Srta. Dupain-Cheng?

Adrien miró a su compañera y a su padre alternativamente. La tensión en el ambiente era insoportable, y la alarma se desató en el interior del muchacho a percibir la maldad que emanaba el rostro de su progenitor.
—¿Se te ofrece alguna cosa padre? —le preguntó aparentando serenidad.
—A decir verdad he venido a buscarte
—¿A buscarme?
—Si —los labios del diseñador se curvaron en una mueca. —¿Eso te parece extraño?
—Ya que lo mencionas... si. Me parece sumamente extraño. Nunca antes habías venido al instituto y menos a buscarme. ¿Y Natalie y mi guarda espaldas?
—Ellos no se encuentran disponibles.
Aunque lo que decía no era algo fuera de lo común, la forma de expresarlo hizo que se erizara la piel del muchacho. El diseñador hablaba con lentitud, saboreando cada palabra. Era cómo si experimentara un enorme placer al estar frente a ellos, como si estuviera anticipando su futura victoria. El modelo lo observo en silencio antes de contestar. Era evidente que las intenciones del diseñador no eran buenas. ¿Qué pretendía al venir a buscarlo personalmente al instituto? ¿Cual era su verdadero objetivo para querer pasar tiempo con él? Y lo más importante ... ¿Cómo podría evitarlo?
—Lo siento —dijo finalmente —Pero como vez estoy ocupado. Marinette y yo estamos tratando un asunto estudiantil de suma importancia. Me temo que no podré regresar a casa en este momento.
—Yo también tengo cosas importantes que discutir contigo.
—Tendrá que ser en otra ocasión.
—No creo que la señorita Dupaing se moleste demasiado si dejan el, "asunto estudiantil", para resolverlo en otro momento. ¿No es verdad señorita?
Marinette no contestó de inmediato. Clavó sus profundos ojos en el diseñador, mientras esbozaba una suave sonrisa.
—Me temo que estoy de acuerdo con su hijo señor Agreste
Ambos jóvenes miraban expectantes al adulto, firmes en su pensamiento, enfrentándolo desde sus identidades civiles, como nunca antes lo habían hecho.

El diseñador los miró con frustración. Había encontrado a su hijo y quería enfrentarlo, para recuperar al menos el miraculous de la destrucción. Pero cualquier intento de tomar los miraculous, frente a la pareja de héroes y completamente desarmado, sería un error. Lo mejor sería esperar a que bajaran la guardia y atacarlos sorpresivamente. Aparentemente ellos no conocían su verdadera identidad o ya lo habrían atacado.
—Muy bien —dijo finalmente —me imagino que deben tener mucho de que hablar. ¿Por qué no invitas a la señorita Dupaing a cenar? Me encantaría recibirla en nuestra casa.
Marinette hizo un esfuerzo por controlar su respiración. Las cosas podían salirse de control en cualquier momento. El Sr. Agreste trataba cordialmente de acorralarlos, porque obviamente aquella propuesta era una trampa. Y por otro lado su compañero, se encontraba a la defensiva, a punto de saltar encima de su padre.
¡Tenía que buscar una salida... y pronto!
—Es muy amable de su parte Sr. Agreste —dijo finalmente —pero en esta ocasión no podré acompañarlos. Tengo un compromiso con una buena amiga.
—Una verdadera pena señorita. —Su mirada fría se clavó en los ojos de la joven. —Te veré más tarde Adrien. Señorita Dupaing, con su permiso.
Y sin entretenerse por más tiempo giró sobre si mismo y avanzó hacia su limosina, dejando a los dos héroes con los nervios de punta.

..........

La delgada mujer de cabello azulado caminaba apresurada por la vereda. Con una mano aseguraba el cierre de su abrigo, mientras mantenía la otra dentro del bolsillo donde llevaba su preciada carga. Mientras caminaba, miraba frecuentemente hacia atrás asegurándose de que nadie la estaba siguiendo.

Había logrado salir de la casa del anciano sin ser vista, pero eso podía cambiar en cualquier momento. No por nada ese hombre era el guardián de los Miraculous. Apuro el paso y cerró con fuerza la mano sobre los dos pequeños broches ocultos en su bolsillo. Su mente divagó por unos instantes y su mirada brillo de emoción.

Pensándolo bien todo había sido increíblemente fácil. El guardián había salido apresurado esa mañana, luego de hablar detenidamente con Noroo. Una vez que se vio sola en aquella casa, revisó detalladamente cada rincón hasta dar con lo que estaba buscando. Increíblemente el miraculous de la mariposa y el del pavo real estaban juntos, en un cofre dorado, dentro del cuatro del guardián. Tal vez ese anciano planeaba utilizarlos...
ÑSin dudarlo tomo ambas joyas mágicas y las introdujo en su abrigo, mientras revisaba por los alrededores en busca de otros miraculous. Si existían otros portadores y tenían que existir más joyas mágicas. Sin embargo no pudo dar con ellas.

Ahora mientras se dirigía a la mansión Agreste, pensaba qué tal vez no había  buscado lo suficiente. Pero continuar en esa casa por más tiempo era peligroso, podían descubrirla y eso acabaría con sus planes. Además ahora que conocía la ubicación del refugio del guardián, podía volver con Hawk Moth y apoderarse del resto de los miraculous. De esa manera ni Ladybug ni Chat Noir tendrían oportunidad de vencerlos.

..........

—¡NI HABLAR! ¡Estás loco si crees que te voy a dejar ir solo a enfrentar a tu padre!
—Mari...
—¡Mari NADA!
—Es mi padre.
—Si pero... yo no confío en él.
—¡NI YO! Pero si no vuelvo a mi casa va a sospechar. Y te recuerdo que lo último que queremos es que descubra nuestras identidades.

Luego del encuentro con Señor Agreste, ambos jóvenes se habían dirigido a la casa de la heroína y llevaban hora discutiendo cuál era la mejor estrategia a seguir.
Marinette resopló por milésima vez y miró al rubio a los ojos. Estaba sumamente contrariada. Si bien entendía porque Adrien quería volver a su casa, algo en su interior le gritaba que lo detuviera. Tenía que convencerlo a cómo diera lugar.
—Invetá una excusa —le suplicó.
—Amor... —le contestó él con suavidad—Ya sabés como es mi padre. No hay excusa en el mundo que lo convenza de dejarme pasar la noche fuera de mi casa.
—Bueno, está decidido. —resopló ella buscando en su celular el número de teléfono de Alya.
—¿Que hacés?
—Estoy llamando a Alya para cancelar nuestra noche de chicas...
—¡QUÉ! ¡¿POR QUÉ?! —Ahora era Adrien quien estaba alterado.
—Ya lo sabés. Me voy contigo a tu casa.

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Buenas y atrasadas noches. Perdón.  Ya saben, mucho trabajo hacen que tenga poco tiempo para actualizar, pero acá llegó un nuevo capítulo.

Acercan los problemas... je je

Nos vemos en el próximo capítulo. Bye.

Un nuevo comienzo ( Adrianette/ con contenido adulto/ en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora