Capítulo 8

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Al volver a casa, veo a mis hermanas esperando en la puerta y bajó con una sonrisa. 

-¡Feliz cumpleaños! -gritan y las abrazó con fuerza. 

-Muchas gracias, -les doy un beso a cada una y entramos a casa. -Hércules quieto. -Pero como siempre, no me hace caso. 

-¿Cómo estás Ann? -me pregunta Mariana mientras se sienta. 

-Estoy muy bien, ¿y ustedes? -voy a la cocina a preparar café. 

-Tía ¿podemos salir afuera a jugar? -miro a Cristina con una sonrisa. 

-Pregúntale a tu madre, yo te dejo salir pero es ella quien dice si o no. 

-¿Mamá puedo salir afuera? 

-No, hace frío. 

-¿Qué tal una película? -Agarro el control de la tele y lo prendo. 

-Quiero la de Frozen. -Elijo la película y me voy a la cocina a preparar café. 

-¿Cómo vas con la organización de la boda, Mariana? -Escuchó a mis hermanas que empiezan a hablar de la boda, mientras yo busco las tazas. 

Empieza a dolerme la cabeza, y hago una mueca. Maldición, no quiero que me duela la cabeza ahora. Camino hacia el baño, en busca de una pastilla, mi visión se nubla y me agarró del lavamanos. ¿Qué está pasándome? No tuve relaciones con nadie, así que descarto por completo que sea un embarazo. 

-¿Ann estás bien? 

-Si, ya salgo. -Agarró una pastilla y la tomó sin agua. Que asco. 

Salgo del baño y sonrío. 

-¿Ann cuándo conoceremos a algún novio tuyo o un amigo? -Miro a Cielo y niego. 

-Cuando lo conozca, por el momento no hay nadie. -Voy a la cocina y sirvo café. 

-¿En serio? -Miró a Mariana que parece sorprendida. 

-Si, no tengo tiempo para conocer a alguien. -Mentira, es obvio que tengo tiempo, pero para conocer a alguien tengo que sanarme un poco. 

-Para mi que tiene, pero no nos quiere presentar con el chico, por vergüenza. 

-Nada que ver Cielo, no tengo a nadie. Además estoy bien así, -le tiendo una taza. 

-Ann a veces necesitas a alguien que... -empieza a decir Mariana y yo niego. 

-Lo sé Mariana, pero sólo tendré una pareja cuando crea que sea necesario, por el momento no quiero a nadie en mi vida. 

Otra mentira, claro que quiero a alguien en mi vida, pero no es el momento, tengo muchas cosas que aclarar con Marcelo, y así posiblemente poder conocer a alguien, pero todo es cuestión de tiempo. 

-Creo que Ann va a morir virgen. -Susurra Cielo y yo niego riéndome. 

-No soy virgen, perdí mi virginidad hace tiempo. -Con un estúpido que se creía la gran cosa, ni la gran cosa tenía, hago una mueca de diversión de tan sólo recordarlo. 

-¿Con quién? -Me miran con interés, ambas esperan mi respuesta y yo sólo quiero ir a ver Frozen con mi sobrina, para evitar responder. 

-Con uno de por ahí, ni siquiera me acuerdo de su cara. -Agarró la taza y me voy con mi sobrina. 

-Ann... -Otra vez Mariana y ya sé lo que quiere decirme. 

-Utilice protección, siempre utilizo. -Otra pequeña mentira más. 

Sé a la perfección la diferencia entre tener sexo y hacer el amor. En el sexo no se necesita tener sentimientos, sólo necesitas el cuerpo y nada más, al menos es así como yo lo veo, -en el sexo- a diferencia de hacer el amor se necesita más que el cuerpo, se necesitan los sentimientos. Algo que sin duda yo no he hecho en mi vida, podría decir que con David hice el amor, pero no funciona si sólo uno está ¿enamorado? No, esa palabra es muy fuerte y yo no me enamore de él, sólo me enganché y ya. 

-Mejor así Ann, no quiero que... 

-Mariana, ya sé. Además ya tengo suficiente con Eva. -Me levanto a buscar donas. 

-¿Cómo está ella? 

-Ella está bien, está haciendo pasantías en el hospital. -Empiezo a comer una, y las otras las pongo en una fuente. 

-¿Está estudiando para ser enfermera? 

-Si, algo que sin duda yo no estudiaría. 

-Lo sabemos. -Contesta Cielo y me río. 

Tocan el timbre y voy a abrir, Pablo con Ludmi están en la puerta y me abrazan con fuerza y me felicitan por mi cumpleaños. Poco a poco la casa se va llenando con mis hermanos y algunos de mis amigos, el alcohol empieza a aparecer, la picada también, la música fuerte, mis sobrinos jugando con Hércules. 

Miro llegar a Eva y ella me sonríe. 

-¿Dónde quedaron tus ganas de estar sola? -me pregunta mientras vamos a su habitación. 

-Se me fueron. Si quería estar sola, pero después recordé lo bien que lo pasaba en mis cumpleaños con mis hermanos y no quería estar sola, y empezaron a llegar de a poco. Y ahora no quiero que se vayan, la estoy pasando muy bien. -Nos abrazamos por un largo rato. 

-¿Viste la torta que preparé? 

-No, la guarde para nosotras después de que ellos se vayan. -Me río y ella también. 

-Te va a encantar. -Afirma con seguridad, -ten. -Me tiende una pequeña caja de color negra con un moño rojo. -Feliz cumpleaños estúpida.

-Eres la mejor, -la abrazo con fuerza y me trepo como koala. 

-Lo sé, ahora bájate y abrilo. -Hago lo que me pide y abro la caja. 

-¿Una dona? -la miró con una sonrisa. 

-Así es, amas las donas tanto como al café. Eres una adicta a las donas. -Me dice con seriedad y me río. 

-Es mejor ser adicta a las donas y no a las drogas. -Digo y me pongo la cadena. 

-¡Amor de mi vida! -la puerta se abre y golpea contra la pared. Miro a Pablo que está junto a Marcos. 

-No puedo creer que estés aquí. -Lo saludo con un beso y un abrazo. 

-Feliz cumpleaños Ann. Fui invitado por tu amiga. -Mira a Eva y yo hago lo mismo. 

-Vaya, ya se conocen. 

-Si, por eso llegué tarde. -Acomoda su pelo detrás de la oreja. Están coqueteando, a Eva le parece lindo. Genial, porque al menos no tenía que tomarme el trabajo de presentarlos. 

-¿Por qué no llegaron juntos? -me separo de Marcos y tomo del vaso de Pablo. 

-Acabas de tomar cerveza. -Escupo la cerveza, maldición que asco. 

-Voy a enjuagarme la boca, que asco. 

-¿No me digas que tomó cerveza? -miro a Esteban, que sorpresivamente está aquí también.  

-¿A quién más invitaste Eva? -la miro y ella me sonríe. 

-Invite a todos tus amigos, hasta los que no conocía. -Señala a Marcos y asiento. 

-Oh, que bueno. Pero mañana vas a limpiar todo. 

-No, mañana no puedo. Así que vas a tener que hacerlo sola. 

-Hija de tu... Buena madre. -Suspiro con indignación y miro a Esteban. -Hola hippie. 

-Hola y feliz cumpleaños. Estás vieja. 

-Jamás, viejos los trapos yo no, yo soy divina parezco una adolescente de 18. 

-Si, en tus sueños. 

-Anda a cagar, el viejo sos vos, yo no. Ahora si me voy a enjuagar la boca. 

Y eso hago, al salir del baño veo a mi hermana con Cristiana en brazos, así que las llevo a mi habitación, donde la deja acostada en mi cama. 

-¿Mañana no tienes que trabajar? -miro a Cielo y asiento. 

-Si, tengo que trabajar. Pero está bien, hasta mi jefe está acá. -Ella se ríe al igual que yo. 

-Mejor entonces, asi no te despiden. 

-La verdad que si. -Me río y salimos de la habitación. 

Segunda Oportunidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora