Capítulo 4

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-Marcelo. -Es lo primero que sale de mi boca, pero él me ignora.

-Ann, ¿qué hace ese perro aquí? Sabes perfectamente que... -no escucho lo que sigue diciendo Lautaro, porque sólo miro a Marcelo pero este sigue ignorandome.

-Después nos vemos Lautaro, -pasa por mi lado y su perfume queda en el aire, siempre me gustó su perfume.

-Marcelo, -lo llamo pero me ignora, las puertas se cierran y me mira con odio.

-Ann necesito que ordenes esto y te lleves al perro de aquí. -La voz dura de Lautaro, me hace mirarlo y asiento.

-Me ignoró, sólo me miró con frialdad y se fue. Jamás va a perdonarme, de eso estoy muy segura. -Digo limpiando mis lágrimas.

Me duele, todo lo que paso me duele tanto, siento como si en cualquier momento me fuese a desmayar por el dolor que hay en mi pecho, y aún más sin su perdón, no quiero otra cosa más que su perdón.

-Necesita tiempo. En cuanto menos te des cuenta él ya te habrá perdonado.

-¿Cuánto tiempo se necesita para ser perdonada? Quise salvarlo, no sabes cuanto quise salvarlo de ese auto. Quise salvarlo pero no pude.

-Lo sé Ann, sé que querías salvarlo. Pero por algo suceden las cosas, ahora te diré lo que tienes que hacer; espera a que pase el tiempo y cuando sea el momento le hablaras, le dirás toda la verdad. -Me da un beso en la frente y se para. -Ya que has salido sin mi, ahora saldré yo sin ti.

-¿Quién dice que no puedo salir con vos? Lo de anoche fue un pequeño impulso, además puedo salir hoy también.

-Ann estás mal y...

-Y tengo que salir a despejar mi mente, distraerme.

-Pero no solucionas nada tomando, y lo sabes, además...

-Eva, necesito salir. Prometo no tomar, pero quiero salir.

-¿Estás seguro de lo que prometes? -me mira burlona.

-Obvio, además puedo salir sin tomar.

-Ann no llegarías a la hora en el bar, que ya tomarías ron o whisky.

-¿Qué querés perder?

-Nada, pero estoy segura de que no llegas.

-Si voy a llegar a la hora sin tomar, y más si quiero.

-Esta bien, voy a ver cuánto duras, mientras tanto yo voy a tomar.

-Que buena amiga, tomar cuando yo no.

-Soy la mejor, lo sé.

-Sí, claro -digo con ironía. -Me voy a bañar, estoy del asco. -Me levanto y voy a mi habitación.

En el camino hacia mi habitación muchas imágenes borrosas aparecen en mi mente. No estoy tan segura de querer recordar lo que hice anoche, no quiero recordar la vergüenza que hice y mucho menos si las hice en frente de Esteban, porque se va a burlar de mi como siempre lo hizo. Estúpido Esteban.

-Sabes, no me gusta este vestido, lo odio como él me odia a mi. -Arrastró todas las palabras mientras hablo, empiezo a romper el vestido de la parte superior.

-Ann deja de hacer eso, estás en la calle. -Me agarra de las manos para que deje romper el vestido, y lo miro mal.

-No me importa, -me doblo el pie y la persona que me está hablando me sigue sosteniendo para que no caiga. -Zapatos de mierda, son una tortura para las mujeres. No sé qué es peor si los zapatos o los hombres que no te escuchan. -Me los saco y los tiró contra la pared.

Segunda Oportunidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora