Capítulo 17

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Dicen que cuando una persona esta nerviosa o alterada, no puede conducir porque puede causar un accidente, lo bueno es que no me paso en todo el camino a esta casa.

-Amanda, no voy a poder almorzar con vos, -es lo primero que escucho al entrar.

-Esta bien, no hay problema. -Me siento delante de él.- Necesito que me hagas un favor.

-¿De qué trata el favor?

-Necesito que me ayudes con Marcelo.

-¿Te gusta? -me mira con una sonrisa.

-No, sólo quiero que me ayudes a tener una cita con él.

-¿Para qué quieres tener una cita con él si no te gusta?

-Tenemos cosas que aclarar, y él no quiere escucharme.

-¿Por qué? ¿Qué paso entre ustedes?

-No importa que paso, ¿me vas a ayudar?

-Está bien, te ayudare aunque me da curiosidad, pero sino quieres decirme no insistire.

-Muchas gracias. -Le sonrío.

-Bien, lo que puedo hacer es decirle que voy a ir a su casa, pero obviamente vas a ir tú y no yo.

-¿Puedes hacerlo ahora?

-Bien, le enviaré el mensaje. Espero que me responda rápido, sino te mandare captura de la conversación. -Veo que teclea en su celular, -cuéntame que tal la cena.

-Estuvo bien, es una señora amable, me cayo bien.

-Sí, es muy amable y agradable. -Agarra el celular apenas vibra. -También cocina rico. Marcelo me respondió, y me dijo que esta bien, su madre va a salir con su hermana y que van a volver tarde.

-Genial, muchas gracias. Te debo una. -Me levanto y me voy a seguir trabajando.

Recuerdo la conversación que tuve con Lautaro, no me pidió que le contara la verdad y eso es bueno, porque no quiero que otra persona más sepa lo que paso.
Abro la puerta y bajo con lentitud, puedo sentir como mi corazón late con fuerza, que mis nervios atacan sin tregua alguna a mi estómago. Empiezo a caminar con lentitud, con la mirada baja y con una pequeña esperanza de que no me cierre la puerta en la cara, aunque obviamente voy a empujarla si hace eso. Cada paso que doy va con inseguridad, cada vez estoy más cerca de decirle al hombre que me gusta la verdad de los hechos, unos pasos más para llegar y tocar la puerta, siento que voy en cámara lenta y que no voy a llegar en ningún momento. Pero la puerta se abre y me quedo estancada, no puedo mover mis piernas, él me esta viendo con odio como siempre, y sé que quiere que vaya, y lo haré, pero más tarde.

-¿Qué haces aquí? Vete. -El desdén en su vos y en cada palabra que dice es muy notable.

-Quiero hablar, necesito que me escuches.

-No quiero escucharte, quiero que te vayas ahora mismo Amanda y que no regreses. -Mis ojos se llenan de lágrimas, pero no voy a derramarlas.

-Fue un accidente, venía un auto cuando se le escapo la pelota.

-¡Cállate! No quiero escucharte. -Abre la puerta para entrar y antes de que la cierre la empujo con fuerza.

-Corrí para salvarlo, -sigo aunque mi voz se quiebra. -Mi único error fue no poner mi mano en su nuca.

-¡Te dije que te callarás y te fueras! Me destruiste Amanda, y te odio, no puedo creer que me gustarás y que me hubiese gustado que fueras una madre para mi hijo.

-¡No fuiste el único que perdió a su hijo, yo también lo hice! -no retengo más mis lagrimas y empiezo a llorar. -Estaba embarazada, me había enterado unos días antes del accidente. ¿Por qué crees que huí de esta casa? No quería que me rechazaras por ello. -Se queda en silencio y yo me apoyo en la pared. -Creí que podía tenerlo, que era mi segunda oportunidad para ser madre, pero lo perdí, lo mate por intentar salvar a Dylan. -Miro y me limpio las lágrimas. -Mi único error fue en poner las manos en su espalda y no en la nuca, soy la culpable de tu sufrimiento y lo siento, pero de lo que no me voy a hacer cargo es de como te destruyes, me dijiste que no tenemos que dejar que el dolor nos venza.

-Vete, no quiero escucharte.

-Está bien, -limpio mis lágrimas. -Al menos ahora sabes la verdad.

Me doy vuelta y salgo de esa casa llorando, por todo lo que paso. Me alejo de la persona que quiero, porque nos lastime a los dos, nos hice un daño irreparable, jamás volveremos a estar como aquel día que me dijo que le gustaba la idea de ser mi primer novio, cuando me confeso que le gustaba, cuando dormimos juntos por primera vez. Las lágrimas siguen cayendo mientras conduzco, el celular empieza a sonar pero lo ignoro, cuando llegue a casa veré quien es, ahora sólo quiero ir a un bar y emborracharme hasta no dar más. Sé que le prometí a Eva, no comportarme como pendeja impulsiva pero lo necesito, tengo que hacerlo. Cruzo un par de calles y llego al bar donde trabaja Marcos. Estaciono y bajo del auto, limpio mis lágrimas una vez más y entro al bar.

-¿Qué paso esta vez? -me sirve un vaso de whisky y le sonrío.

-Acabo de decir la verdad, y nos destruí. -Tomo el vaso de un solo trago. -Dame la botella mejor.

-Ann no vas a solucionar nada tomando, sólo vas a recordarlo y te harás más daño.

-Dame la botella, -le pido y el niega.

-Lo siento, no voy a darte la botella.

-Bien, no lo hagas. -Me levanto y salgo del bar ignorando su llamado.
-Amanda Márquez, -giro para ver quien me llama y es Vanessa, no puede ser.

-Vanessa Quertz, o debería decir Vanessa Saglietti. Porque es tu apellido de soltera, porque eres la ex esposa de Marcelo. -Me río y ella me ve con odio.

-Y tu una asesina. -Dejo de reírme y me pongo seria.

-No, no soy una asesina. -Empiezo a caminar hasta llegar a mi auto.

-¡Si lo eres! Mataste a mi hijo, a mi bebé. Y debes pagar por ello, -me soy vuelta para responderle, pero me quedo muda al ver que tiene una arma.

-No lo hagas, por favor... -mi vos tiembla, empiezo a transpirar por los nervios, miro a todos lados y no hay nadie, sólo algunas personas en el bar pero ninguno mira en mi dirección.

-¿Por qué no? Si tu mataste a mi hijo, ni siquiera lo pensaste sólo lo hiciste.

-Fue un accidente, por favor baja el arma, te explicare todo. -Tengo miedo, no quiero morir tengo muchas cosas que hacer todavía.

-¿Qué vas a explicarme? Si disfrutaste matarlo.

-¡Claro que no! Jamás disfrutaria de algo así. Por favor no me dispares, piensa en... En que sera peor para ti después si lo haces.

-No me importa, despidete de este mundo Amanda Márquez. -Sonríe con diversión y aprieta el gatillo.

Segunda Oportunidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora