CAPÍTULO XXXIX

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LAS CORAZONADAS DE INESITA

Hugo se fue tras de Inesita al taller cuando ésta, amablemente, le ofreció a Daniel Valencia limpiar sus heridas, así como un cambio de ropa, ya que su camisa había quedado manchada de sangre y hecha jirones a causa de la riña esa tarde.

Daniel se sentó en el sillón sin respaldo donde hacía pocos minutos el cuerpo inconsciente de Lina había acaparado la atención de todos. El dolor a causa de los golpes infligidos en su abdomen, le recordó que no solo su cara y su ego tenía que lamentarse de la mala decisión que había tomado, sino también todo su cuerpo. Su rostro estoico y poco expresivo se contrajo en una mueca cuando tomó asiento.

Hugo se mordió el labio inferior al comprobar lo atractivo que era Daniel. "A pesar de la paliza que se ha llevado, sigue imperando la belleza en sus rasgos ahora hinchados, marcados por esa típica expresión decaída y sarcástica", pensó Hugo, elevando pensamientos impuros.

--Te vendría bien un cambio de uniforme, Dany Boy. ¿Qué te parece esta camisa? –Hugo sacó de dentro de una funda plástica un diseño suyo de la nueva colección masculina: una camisa azul eléctrico de cuello y manga larga, parecida en corte y calidad a la que llevaba puesta Daniel en ese momento. —

Daniel se tocó el puente de su nariz en señal de disgusto.

-- ¡Y no me hagas esa cara! ¡Presencia tienes, dinero tienes, belleza tienes, así que deberías tener gusto para surtir el guardarropa con variedad de colores! –Hugo se echó a reír estruendosamente— ¡Mira, pruébate esta, te va quedar bombi borombi porque van acorde con esos moretones que te dejó Armando! –

--¡Don Hugo, por favor...! ¡No estamos para bromas!–Lo atajó Inesita—

La miembro longeva del cuartel siempre que regañaba a su jefe, lo hacía con cierta moderación, pues a pesar de la confianza que se tenían, (más profunda que una relación laboral) no se sentía en posición de intervenir con vehemencia en sus decisiones o contra sus malas actitudes. Sin embargo, hubo unas cuantas veces en las que tuvo que dejar a un lado esos escrúpulos y actuar como su corazón le mandaba, porque aunque lo quisiera y admirara mucho, sabía reconocer en él terribles defectos que lo hacían a veces detestable.

--Si no fueras tan guapo y no tuvieses esa facha de ricachón... No, no, ¿qué digo?, más bien de rey, mi querido Dany boy, te diría que con esa ropita oscura que usas todos los días, pareces un empleado de funeraria. –Dijo Hugo, siguiendo con el mismo tono burlesco. --

Hugo no mantenía una relación cercana con el mayor de los hermanos Valencia. Es decir, se hablaban casi siempre por asuntos profesionales, pero a pesar de esto siempre le admiró y le reconoció actitudes parecidas a la suyas mismas, tales como la sagacidad y la arrogancia, así como el desdén hacia los sentimientos de los demás. No obstante, si en el pasado hubiera podido votar por alguno de los dos candidatos a la presidencia de Ecomoda, sin duda lo hubiese hecho por Daniel, aunque en el presente Armando contaba con una restablecida imagen y confianza, la cual pensó en algún momento que nunca recuperaría. El resentimiento por la colección fracasada, los encontronazos y las desavenencias habían quedado relegados luego de varios meses trabajando a su gusto, y con el empuje visionario y coherente que desde la presidencia se venía ejecutando, al estilo y ritmo del primer mundo.

Hugo siempre opinó que Armando tenía mejor gusto para vestirse, y, de no ser porque Daniel era como un "visitante" en Ecomoda, con poco sentido del humor y, sobre todo, sin intenciones de entablar amistad con él, hacía mucho le hubiera criticado la forma "aburrida" con que solía vestirse. ¡Después de lo atestiguado esa tarde, de pronto Hugo se sintió motivado y con el derecho de decirle lo que opinaba al respecto!

YSBLF_ El Matrimonio (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora