CAPÍTULO VI

5.9K 250 143
                                    

LA LUNA DE MIEL EN EL CARIBE

DÍA 3 DE 8

La segunda noche en medio del océano, rumbo a Bondaire, fue extraña. Armando y yo no habíamos dejado una noche sin hacer el amor desde que nos casamos, pero esta vez ambos nos sentíamos apaleados por el sol, el calor y la caminata. Mis pies y todos los músculos me dolían terriblemente y cuando me dejé caer en la cama, presentí que me dormiría al instante, aunque por suerte, no tuve que esperar a Armando porque vino conmigo a la cama y me ofreció su pecho como almohada. Dormir sobre su pecho, escuchando su corazón, se había convertido en mi canción de cuna.

Ambos teníamos la piel reseca por el sol, la piel la teníamos que hidratar constantemente. Esa noche ni nos abrigamos con las cobijas, porque el aire acondicionado del camarote no era suficiente para combatir el calor. El me estrechó contra sí con un brazo y yo anudé mis piernas a una de las suyas.

No sé qué hora de la noche era cuando el ardor en mi mejilla apoyada en su pecho se hizo tan latente que me despertó. Abrí los ojos sorprendida porque mis manos palparon el abdomen de Armando ardiendo y haciendo sonidos extraños. Armando estaba dormido y tenía alguna pesadilla porque fruncía el entrecejo y la arrugaba la boca en una mueca de disgusto.

--¡Armando! ¡Mi amor! ¿Qué tienes? –Le acaricié el rostro con el dorso de la mano y sentí que estaba ardiendo en fiebre, que todo su cuerpo ardía— ¡Armando! ¿Me oyes? –Esta vez tuve que ser un poco más brusca para lograr que se despertara, así que le palmeé las mejillas enrojecidas—

El abrió los ojos con dificultad y me vio fijamente unos segundos para finalmente entornarlos y volverlos a cerrar.

Encendí la luz para comprobar lo que en la penumbra de la noche había logrado ver.

--¡Armando, mi amor! –Estallé de nuevo, tratando de despertarlo—

--¿Betty? –Murmuró—Betty...tengo calor –Balbuceó—

--Armando, estás ardiendo en fiebre. Voy a llamar a un médico –En la pared al lado del teléfono había una placa con los números de emergencias. Marqué el que indicaba como "Medical Service". Las manos me temblaban y el susto me había espantado el sueño por completo—

--Hello. Welcome to The monarch Bay Medical Service, for Spanish press 1, for English press 2. –Dijo la contestadora—

Apreté 1 y una mujer me atendió la llamada.

--Buenas noches, Servicios médicos, le atiende Giovanna ¿En qué podemos ayudarle? –

--Señorita, buenas noches, necesito un médico urgente, por favor—Dije con la voz ronca--

--¿Qué síntomas presenta? —

--Mi esposo está ardiendo en fiebre, no sé cuánto de temperatura tiene, porque no tengo un termómetro, pero al tacto deduzco que unos 39 grados-- Dije, tratando de contener un sollozo—

--Por favor me brinda el número de su camarote –Dijo la mujer—

De pronto, se me había olvidado hasta el número del camarote

--Espere un momento... --Rebatí en la billetera de Armando y encontré la tarjeta que abría la puerta de nuestro camarote —Camarote número 4403—Le dije—

--Bien, muchas gracias. Haremos el envío de un médico en este momento. Por favor, le pedimos que mientras tanto, le ponga compresas frías a su esposo –Dijo la mujer—

--Ya lo había pensado. Gracias, por favor no se tarden—Colgué el teléfono y suspiré profundamente—

Armando no había vuelto a abrir los ojos. Empecé a hiperventilar de los nervios. Corrí al baño y mojé dos toallas, una se la puse en el abdomen y la otra en la cabeza.

YSBLF_ El Matrimonio (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora