CAPÍTULO IX

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LUNA DE MIEL EN EL CARIBE

DÍA 6 DE 8

AMANECER EN ARUBA

"Perdonar no borra el pasado, pero te libera de la carga del mismo"

¿Qué otra cosa diferente a dormir se puede hacer después de una tarde en el spa? El sol estaba oculto tras unos nubarrones de los cuales se desprendían chispas ¡Va llover! –Vaticinó Armando--. La lluvia siempre me había gustado, pero no cuando se convertía en tormenta y se prologaba mucho tiempo causando desastres. "Una tormenta en el mar, debe ser totalmente diferente, quizás aterradora", pensé. ¿A cuánto estábamos de atracar en Aruba? ¿Minutos, quizás? Esperaba que la lluvia nos cogiera en tierra.

El camarote olía a cloro y lavanda, la ropa sucia había desaparecido del armario, donde la había dejado en una bolsa de plástico negro. La ropa de cama había sido cambiada y también se había rellenado la nevera con otra botella de whisky y otro jugo de mora.

--Mi amor ¿tu pediste estas bebidas? –Le pregunté a Armando—

--No, pero el paquete turístico que compramos incluye relleno de nevera cuantas veces sea necesario—Replicó el—

Abrí el jugo de mora y me serví un poco en un vaso descartable.

--¿Quieres que te sirva algo de tomar? –Armando se había salido a la terraza y observaba el cielo—

--¿Mi amor? ¿Me oyes? –Me dirigí a la terraza—

-- Ah, ¿Decías algo? No te escuché... ¿Qué tomas? –Dijo él al tiempo que me abrazaba de la cintura. Le acerqué el borde del vaso a la nariz--

--Jugo de mora –Le dije -- ¿Quieres jugo o whisky?

--Whisky, por favor. ¿Es tan buen whisky como el anterior?

Le mostré la botella y él asintió.

Armando y yo nos quedamos en la terraza, sentados en las sillas reclinables, viendo cómo se precipitaban unas gotas sobre el techo de la terraza que era de cristal y aluminio.

Dejamos la puerta abierta para que el aire acondicionando se filtrara y ambientara mejor la terraza, que a pesar de no haber sol en ese momento, era un pequeño horno por la falta de ventilación. Había tres vidrios rectangulares de 60 cm de ancho y 30 de alto que se corrían a la izquierda y permitía que el aire entrara, sin embargo, aquella tarde la humedad era muy densa y preferimos no abrirlas, además de la proximidad de la lluvia.

Eran las 5 de la tarde pero todavía había suficiente claridad. Armando sacó una mesa plegable que había por ahí y sobre ésta puso la botella de whisky y una hielera. Se sirvió el segundo vaso de whisky.

--Betty, me quedé pensando en todo lo que hablamos en el spa y me di cuenta de una cosa...

--¿De qué cosa, mi amor? –Inquirí—

--De que no soy tan mal tipo después de todo, de que soy mejor persona gracias a usted. No he sido capaz de perdonarme a mí mismo lo que hice, eso quiere decir que tengo consciencia. ¿Es posible que haya sido tan tonto como para pensar que usted iba a deslumbrarse por joyas? Si usted es la mujer más sencilla que he conocido –Dijo él. Me tomó de la barbilla y clavó la mirada—

--Eso quiere decir que tienes un gran corazón, Armando. A pesar de todo ese mal genio –rodé los ojos porque yo sabía que ahora era capaz de controlarse—tienes sentimientos nobles, te has esforzado por mejorar y yo valoro eso, no sabes cuánto. –Le dije—

YSBLF_ El Matrimonio (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora