CAPÍTULO XXXIV

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SOÑANDO DESPIERTO

El día anterior había desnudado y vestido con su pijama a Beatriz. Pensé que estaba tan cansada, que no se había dado cuenta. No obstante, ella me aclaró que a veces le gustaba estar tan cansada, como para no mover un dedo, pero lo suficientemente consciente como para sentir mis manos deslizándose por su cuerpo.

--Te escuché hablar dormida minutos más tardes. –Le confesé—

--¿Ah, sí? ¿Y qué decía? –Dijo Betty, levantando la mirada de mi corbata, que estaba tratando de desatar—

-- Estabas sonriendo por momentos y, de pronto, te ponías triste, como si algo te afligiera. ¿Qué pasa, Beatriz? Dime, ¿pasó algo antes del desmayo? ¿Por qué Aura María habló sobre que ella y las demás no eran buenas amigas, que no te merecían? –Estaba seguro de que el cuartel había dicho o hecho algo que a Beatriz la había indispuesto y predispuesto para que se desvaneciera de esa manera –

--Las muchachas y yo tenemos opiniones encontradas en algunos temas. Pero, precisamente, en esa diversidad, es que yo encuentro alivio, emoción e interés. Cada una de sus cabezas me proporciona una perspectiva diferente—Le dije, en tono tranquilizador—

--Ellas pueden ser muy tus amigas, las puedes querer todo lo que quieras, pero no les puedes justificar cualquier abuso o falta de respeto solo porque son tus amigas—Le dije—

--Lo sé...pero ¿De verdad vamos hablar del cuartel en este momento? --Beatriz me dedicó una mirada tierna—

--No, si usted me lo pide de esa manera, mi doctora...--Le dije, viéndola a los ojos, achinados por tantas horas de sueño. Su mejilla había desinflamado, pero el moretón estaba más marcado que el día anterior. --

Beatriz esbozó una sonrisa de oreja a oreja, esa que siempre me hacía perderme en su dentadura blanca y perfecta.

--No sé lo que estaba soñando, a veces olvido lo que sueño, sobre todo cuando son sueños agradables. –Comentó Betty—

--Yo te diré que lo mejor son los sueños despierto que tengo contigo, mi amor—Le dije—

--¡Esos son mejores que cualquier sueño, porque son realistas, o más bien, son recuerdos un poco alterados! –Beatriz se había ruborizado—

--Acuden a la mente cuando uno más necesita concentrarse...--Murmuré, atrapado en el recuerdo de uno que había tenido hacía dos días—

Beatriz se mordió el labio.

--Últimamente me pasan todo el tiempo...contigo, mi amor...--Musitó Betty. Nuestras miradas estaban fijas uno en el otro, hasta que nos electrizaba el alma—

-- Cuando vienen a la mente, cuesta mucho deshacerse de ellas—Completé yo--

--Cuesta mucho concentrarse, porque esos sueños te suscitan o elevan todo por dentro, como si lo estuviéramos viviendo –Dijo Betty—

--A veces me río sola por las cosas que se me vienen a la mente, que no son diferentes a las que ponemos en práctica...-Continuó Betty, mientras acariciaba mi mejilla. — Para ustedes los hombres es normal, digo, tener pensamientos de ese tipo todo el tiempo ¿cierto?--

Me acurruqué en su pecho, sin dejar de abrazarla.

--Los hombres solemos pensar en sexo cada diez minutos, o eso dicen. Pero es un deseo involuntario hasta que uno se enamora. Después de eso es involuntario y personificado, porque entonces ya solo piensas en tener sexo con una sola persona...--Dije—

En ese instante, a mi mente vino la imagen de Beatriz moviéndose sobre mí. Mi sexo se puso duro.

— Por ejemplo, ahora mismo estaba pensando en ti, mi amor...--Llevé la mano de Beatriz hacia mi sexo. Éste se alegró más cuando sintió sus dedos presionando suavemente sobre la ropa. —

YSBLF_ El Matrimonio (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora