CAPÍTULO XIX

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LAS LLAMADAS INESPERADAS

Hugo Lombardi se desató con sus comentarios impertinentes cuando le llevaron a la nueva asistente de taller que reemplazaría por un mes a Inesita, es decir, que estaría a cargo de la parte más difícil y peliaguda de la próxima colección. La joven era una muchacha despabilada, con bastante experiencia a pesar de su corta edad, que sabía responderle de manera inteligente a su nuevo jefe, quien todo el tiempo buscaba ponerle peros y desmeritar su trabajo. Inesita misma la había entrenado durante los quince días que estuvo sola en el taller, y tal vez parecerá muy poco tiempo, pero en realidad la muchacha solo necesitaba entender la dinámica del taller, porque de lo demás estaba muy bien entrenada y sobre todo tenía talento y deseos de aprender; Inesita le había echado un ojo desde que la vio en producción haciendo costuras francesas y ribeteadas con mucha desenvoltura, como toda una experta.

--No se deje intimidar por don Hugo. Él está arisco ahora porque no la conoce, pero deje que vea su trabajo y va sentirse agradecido que venga alguien más rápido y joven que yo a ayudarle con lo que se viene –Dijo Inesita—

--Sí, sé muy bien cómo es don Hugo Lombardi y no se preocupe doña Inesita, no me dejo intimidar fácilmente –Replicó la muchacha con mucha determinación--

Betty, por su parte, estaba en su oficina pensando en dónde estaría Armando, en quien no podía dejar de pensar después de la sorpresa que le había dado esa tarde. Le parecía extraño que no se hubiera despedido de ella o que no le hubiera avisado que tenía una cita de negocios. Aunque dado lo reciente que era su regreso de la luna de miel, no creía probable que hubiera salido para dicho asunto. "Debe estar en producción", pensó Betty. Pero no quiso averiguar si estaba en lo cierto o no, así que dejó pasar el tiempo, el cual fue generoso y le presentó varios asuntos pendientes que la hicieron entretenerse el resto de la tarde, hasta que Aura María entró a la oficina para decirle que al teléfono de Sandra había entrado una llamada de su cuñada, Camila Mendoza.

Beatriz se vio en la necesidad de llamar a Armando a su celular, lo cual no había querido hacer en primer lugar porque entendía que alguna razón tendría su esposo para no decirle, ni siquiera a Sandra, los motivos de su ausencia de la oficina, y en segundo lugar porque no quería hacerle pensar que quería controlar sus movimientos.

--¿Ya llamó a Armando a su celular? –Inquirió Betty—

--No, Betty, pensé que usted lo había hecho –Replicó Aura María—

--No, es que pensé que andaría aquí cerca, tal vez en producción y que en cualquier momento volvería, pero ya veo que no es así...—Dijo Betty--

--¿Quiere que llame a producción y averigüe? –Dijo Aura María--

--Sí, por favor, Aura María. Mientras tanto dígale a doña Camila que devuelva la llamada en unos 15 minutos. Seguramente debe ser muy importante—Orientó Betty—

Al cabo de unos cinco minutos Aura María regresó con los ojos abiertos como platos.

--Oiga Betty, ¿usted alguna vez había hablado con doña Camila?—Inquirió Aura María, con una sonrisa de lado—

--No, pero sí he escuchado hablar mucho de ella, y la verdad es que sin conocerme se ha portado bien conmigo ¿por qué? –Dijo Betty, lanzándole una mirada suspicaz al teléfono que Aura María sostenía en una mano mientras con la otra le cubría el micrófono—

--Porque quiere hablar con usted, mija –Dijo Aura María, emocionada---

--¿Y Armando? ¿Pudieron comunicarse con él? No creo que sea conmigo con quien quiere hablar –Dijo Betty, de pronto nerviosa—

YSBLF_ El Matrimonio (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora