CAPÍTULO IV

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LA LUNA DE MIEL EN EL CARIBE

DÍA 1 DE 8

El sol no se había alzado en el horizonte cuando Armando me levantó con un beso en los labios. Abrí los ojos y vi su rostro sonriente.

--Buenos días, mi Betty –Dijo y me besó la frente—

Yo le devolví la sonrisa.

--Buenos días, mi Armando –Le respondí y besé su pecho desnudo—

Estaba completamente envuelta en las sábanas y sin embargo sentía frío. Mi cabeza había reposado toda la noche sobre su pecho desnudo y de ahí residía el calor del que se alimentaba el resto de mi cuerpo. El me apretó contra sí y después suspiró.

--¿Dormiste bien? Escuché que hablabas dormida... --Comentó como quien no quiere la cosa—

--¿Ah, sí? Suelo hacer eso cuando estoy muy cansada. Ayer caí rendida, doctor —Le dije y sonreí para mis adentros al recordar todo lo que habíamos hecho. —

--Betty, ayer tuvo sueños lindos por lo que pude darme cuenta. Su expresión mientras dormía lo denotaba. –Me dijo —

--¿Qué decía?—Inquirí, ruborizada--

--Doctor, lo amo... Armando no, ahí no es... Más arriba... Qué manos tan divinas... Eso fue lo que logré entender-- Dijo él y vi que se mordió la lengua para no echarse una carcajada—

Yo me incorporé con el codo y lo vi con los ojos abiertos como platos. "Qué vergüenza. Ya ni en sueños puedo ocultar estos pensamientos. Además, ahora que vamos a dormir juntos, descubrirá mis mañas al dormir", pensé.

--El masaje que me dio ayer en la espalda fue espectacular, seguramente a eso me refería--Respondí—

--No se preocupe, Beatriz, que conmigo no tiene que tener vergüenza. Ya somos marido y mujer, y que yo provoque esos sueños me resulta enternecedor. –Me dijo y sonrió—

--¿Yo provoco ese tipo de sueños? Tendré que prestar atención si habla dormido, doctor Mendoza—Le lancé una mirada suspicaz –

--Hace un tiempo que mis sueños son solo sobre ti, mi amor—Me dijo y me tocó la nariz de forma juguetona—

--¿Qué hora es? –Pregunté de pronto, cuando me di cuenta que la habitación estaba a oscuras, solo la luz de la mesa de noche encendida—

--Las 5:00 de la mañana. Ya toca alistar todo para ir al aeropuerto—Dijo al echarle un vistazo a su reloj de mano que estaba en la mesa de noche. Después, con cuidado se apartó de mí, para levantarse--

Yo me desperecé y me llevé las manos al cabello, que estaba terriblemente alborotado. Mis dedos no fueron capaces de aplacarlo.

-- Beatriz, cámbiese de ropa y nos vamos en veinte minutos. — Me dijo, mientras cogía sus enceres de aseo y los metía en una bolsa de viaje. Lo mismo hizo con la ropa sucia, la metió en una bolsa negra—

Me senté en la cama y me puse las pantuflas, que estaban húmedas todavía. Caminé hacia el baño y comprobé el lío que era mi cabello. Suspiré, saqué mi cepillo de un bolso donde cargaba mis cosméticos, humedecí un poco el cabello y comencé a desenredarlo. Con paciencia y esfuerzo logré dominarlo.

Armando entró al baño, se paró detrás de mí y nuestros reflejos se quedaron viendo un momento. Luego se paró a mi lado derecho, abrió el grifo, humedeció su cepillo de dientes y se lo llevó a la boca. Nos quedamos viendo uno al otro y ambos torcimos la boca en una mueca de sonrisa contenida.

YSBLF_ El Matrimonio (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora