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¿Alguna vez has subido a una montaña rusa? Puedo decir que de cierta manera, es similar a la vida. Tiene subidas, bajadas, vueltas que te ponen de cabeza; sientes dolor,  emoción y tristeza... Comienza con un  camino largo y lento, te sientes seguro y te aferras a algo fijo, ese camino que parece no tener fin, sigue subiendo, una escalada que te puede llevar al cielo y perderse allí, en la cima, donde todo es mejor... Conoces personas buenas, logras algunas metas y te enamoras. Lo tienes todo, crees que ya nada malo puede ocurrir, y si lo hace, piensas que no te afectará porque tú sigues subiendo... te mantienes en el punto más alto, donde nada puede alcanzarte... Puedes ver hacia abajo y todo es pequeño, los problemas, las personas, nada es más grande y más alto que tú... Desde arriba los pétalos de las flores brillan aún más, formando una alfombra colorida y suave... pero luego... Viene la terrible caída. El dolor en el pecho y en el estómago es aún peor, todo lo que habías vivido y disfrutado, se va en un segundo. Las flores pierden su color, suavidad y aroma delicioso, el camino te lleva a un lugar frío y oscuro dónde sigues cayendo y sufriendo... nadie puede detener la caída, llegas a un lugar donde todo vuelve a ver calma, pero la diferencia, es que sólo puedes ver las espinas...

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El viento de la mañana era fresco, se colaba por la ventana que daba al jardín y removía sus cabellos rojos haciendo que se balancearan sobre sus mejillas, provocándole cosquillas. Por más que intentó ignorar aquella comezón, terminó por fastidiarlo. Levantó el rostro con una mueca de enfado, incluso para él, era bastante temprano para estar molesto, pero nadie debía estar despierto tan temprano un domingo, justo un día antes de que el nuevo ciclo escolar comenzara

- Esa maldita ventana... - murmuró. El viento pareció escucharlo, pues entró a la habitación como si hubiese sido invitado, sacudiendo las cortinas color durazno - Ese maldito viento...

- Deja de maldecir Hannie... - Susurró su acompañante sin moverse a su lado de la cama

- Olvidaste cerrarla

- Es verano - se excusó - El viento es más agradable si viene acompañado del olor a rosas del jardín

- Malditas rosas... - se quejó una vez más

No es que odiara las rosas, pero ahora las recordaría cada mañana, y también su mal humor. El chico a su lado giró su cabeza para encontrar el rostro malhumorado del pelirrojo. No pudo evitar sonreír

- Lamento que el maldito viento con olor a malditas rosas entrara por la maldita ventana - Ambos se miraron y sonrieron. Jeonghan volvió a acomodarse dentro de las sábanas y luego sintió la piel desnuda de su compañía deslizarse sobre la suya

- No me gustan los abrazos, Joshua

- Acostúmbrate Hannie - suspiró con los ojos cerrados

- No me gusta acostumbrarme- murmuró - Nada es para siempre

- Por eso tienes que disfrutarlo mientras dure...

Jeonghan se quedó dormido con las palabras de Joshua resonando en su mente. No había un sólo evento en su vida en el que se sintiera absolutamente felíz o en el que haya deseado que nunca terminara. De alguna forma, su vida era un constante aburrimiento lleno de monotonía. Las mismas palabras, los mismos rostros, las mismas reglas.

Probablemente esa fue la principal razón por la que aceptó asistir al mismo colegio de arte que Joshua. Fue difícil convencer a sus padres, pero cuando finalmente aceptaron, tomó el primer vuelo a Corea sin pensarlo más.

FLOWER (Seventeen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora