❀2❀

3.5K 282 11
                                    

Tori Vega.

Habían pasado tres días después de la 'confesión' de Jade.
Mismos tres días, que ella faltaba a clases, y parecía haberse esfumado de la fas de la tierra.

...Sin embargo, la vida seguía. O lo hacía para mí.

Entré al salón de Sikowitz y me senté al lado de Cat, ésta me comenzó a relatar la historia de cuando su hermano comió su primer pretzel.

—¡Entonces él dijo: "Oh, ésto está muy bueno" pero luego de moderlo otra vez, se le rompió un diente....—carcajeó la pelirroja, y a mí se me hizo imposible no reír con la contagiosa carcajada de mi amiga.

—¡SILENCIO! —gritó Sikowitz llegando al salón, con un coco con una pajita, en la mano.

Todos nos quedamos en silencio, y el peculiar profesor no dió una magnífica clase de cómo actuar en varios géneros diferentes.

Pasaron alrededor de cuarenta minutos y antes de que el timbre sonase, nos avisó que tendríamos una nueva obra de teatro.

—¡Se tratará de una familia muy peculiar! Fácil, padre y madre y dos hermanos, uno adoptivo, el otro propio... Nada nuevo...—rió, rascando su barbilla—Tomen cada uno un papelillo, ahí les dirá su papel en la obra...—sonrió maliciosamente y extendió frente a Beck una caja llena de papelillos, éste tomó uno y con una pequeña risa lo leyó:

—¡Soy un hijo propio!—exclamó, en su sonrisa habitaba la sombra de un poco de tristeza. Pobre.

Así Sikowitz le pasó la caja a André, el moreno con una expresión feliz sacó otro papel.

Sin embargo, antes de que pudiese leerlo, alguien abrió la puerta.

Todos ahí voltearon el rostro para mirar a quien había llegado.

...Menos yo, pues pensé que seguro sería la directora, o cualquier estudiante.

—¡West! ¡Éstas no son horas de llegar a tomar el papelillo! —regañó el profesor.

Al decir ese apellido, tragué seco.

Jade.

Sin embargo, no voltee el rostro.
Sikowitz se acercó a donde ella se había sentado, aparentemente un lugar de atrás.

Segundos después, ahora con una pequeña hoja de pase en su mano, le pidió a André que dijese su personaje.

—¡Soy el hijo adoptivo! ¡rayos!—carcajeó, todos en el salón lo hicieron, menos yo, quizás estaba muy concentrada o nerviosa por la persona que justamente se había sentado en la última fila y sentía como no quitaba sus ojos de mí.

—¡Tori, tú turno! —me acercó la caja y tomé un papel.

Lo abrí con algo de trabajo debido a mi nerviosismo.

—Eh... Soy... ¿El esposo alcohólico? —dije confundida releyendo.

—¡Ésto se puso interesante! —celebró Sikowitz—¡Tú turno, Jade! —se acercó a los asientos de atrás con una gran sonrisa.

Ni siquiera le pareció importar las faltas en éstos tres días, de la pelinegra de mechas.
...Comenzaba a sospechar, ¿Qué se traía ahora entre manos Sikowitz?

Mi corazón se aceleró antes de tomar un gran vuelco al escuchar a Jade decir con su habitual voz recta:

Soy... La esposa...—dijo lo último con un poco de desilusión—No quiero interpretar a 'La esposa' de un 'alcohólico vejante...' —protestó.

No sé porqué, pero sentí una rabia terrible, como si aquello fuese una ofensa directa para mí y no a mi personaje.

Fruncí las cejas de espaldas a ella y mi cuerpo tembló en ira.
Me levanté de golpe y tire el papelillo que estaba en mis manos al suelo.

—¡Pues yo tampoco quiero ser tu esposa! —grité molesta. Sin embargo, al chocar mis ojos con los de ella, sentí mis piernas flaquear, se volvieron gelatina.

¿Cómo después de desaparecer tres días llegaba con su cara dura ?

¿Planeaba de nuevo empezar con su jueguito de "Te odio, pero de a mentiras, igual te sigo queriendo. Sólo es mi manera de proteger mi corazón" como me lo había dicho?

Todos ahí se quedaron petrificados admirando la escena, aunque realmente nadie supiese porque ambas reaccionábamos así.
...O eso creía yo.

Pero alguien ahí estaba muy enterado de todo.

Jade estaba increíblemente hermosa ese día, sus ojos estaban más maquillados de costumbre, dándole una belleza inigualable, que me dejó sin palabras.

Ninguna chica era lo mitad de hermosa que era Jade...

Al detallarla mejor, supe que tanto maquillaje en sus ojos azules se debían a sólo dos razones: Había llorado o tendría ojeras por no dormir.

Sí, ella era una actriz de primera, ahí estaba con su cara dura mirándome seriamente, como si me odiase con toda su alma, ningún rastro de tristeza se veía en su rostro, pero yo lo detectaba en su corazón.

Quitó su mirada de mí y con una expresión arrogante y molesta miró a Sikowitz.

Quiero otro papel. —decretó molesta.

Abrí mi boca con sorpresa, con algo de incredulidad.

Ella sonrió cínicamente mirándome de nuevo, desafiándome.

✯𝐓𝐚𝐤𝐞 𝐚 𝑯𝒊𝒏𝒕✯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora