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El sonido de sus pies pegando en el pasto era lo único que se escuchaba en la tranquilidad de ese bosque. Sus piernas corrían lo más rápido que podían, tratando de que bruce no la alcanzara y que así su oso no ganara aquel juego.
Eso era lo que amaba, sentir la tierra en sus pies sin que nadie le dijera que hacer. La naturaleza la hacía sentir ella.
Paro en seco al darse cuenta a donde se había dirigido inconscientemente. Tomó asiento en la sombra que proporcionaba ese gran arbol, doblando sus piernas en forma de mariposa para despues recostar su cabeza en el tronco de este.
Vio como su oso imitó su acción, acostandose a su lado para después dormir. Acarició suavemente a bruce mientras miraba decepcionada al orizonte, viendo como el sol descendía y el cielo se tornaba de colores rojizos.
Otra vez sandy no había venido.
¿Qué acaso no eran amigos?
No entendía el porqué de que sandy no hacía su aparición, ¿que acaso estaba molesto con ella? Y si era esa la razón ¿de que? Si la razón había sido su pequeña broma ¿no el se la había devuelto? Ya no tenía porque seguir enojado con ella.
Se levantó frustrada al no obtener respuestas claras; primero león no le explicaba el porque se había sentido así esa ocasión y ahora no entendía porque se sentía así por la desaparición de su amigo: tan frustrada, enojada y en cierta forma... ¿Triste?.
Ya harta y a modo de distracción pateó cualquier cosa que se le atravesaba por su camino, pero de tan distraída que estaba no se dio cuenta que una roca era demasiado grande y que ella estaba descalza.
—¡arhhhg! –grito nita para después mirar a esa "traicionera" —a nita no agradarle roca.
La miró de mala gana para después sacarle la lengua, como si estuviera viva, como si hubiera alguna discusión.
Se impulso y la pateó con fuerza haciendo que la roca saliera disparada para adelante, miró con una sonrisa triunfante a la "perdedora", y ya con su honor retomado, se dirijo donde estaba su fiel compañero.
Pero un sonido hizo detener su caminar; en definitiva no era una rama, sonaba dirferente. Lo primero que se le vino a la mente era que había pisado una mina de papa bo; el mayor le había dicho innumerables veces que mirara por donde caminaba. Si moría, papá bo la iba a volver a matar.
Con temor apartó su pie y, suspiro aliviada al darse cuenta que no era lo que se imaginaba, sólo era un papel doblado. Lo tomó entre sus manos curiosa sin saber el contenido de este; no podía abrirlo, tal vez era para alguien más.
Pero la curiosidad mato al gato... O mejor dicho al oso. La abrió lentamente y prosiguió a leerla, todavía no convencida de que era lo correcto.
